—Por supuesto que lo harás, porque el martes tenemos exam-Hola— sonrió tontamente cuando notó a Jared sentado a la mesa, se acercó al rubio y susurró, —¿de donde sacas amigos tan guapos?—, pero aún con la voz baja, Jared le escuchó.

Mauricio le dio un ligero codazo a su amiga por aquella pregunta y dijo, —Efy, él es Jared.

El chico se puso de pie, dispuesto a extender su mano y saludar como las etiquetas indicaban; ella la estrechó, pero instantes después su atención se perdió a los alrededores, pareció buscar algo con la mirada, o a alguien, —¿Duncan también está aquí?—, preguntó.

—No— dijo Mauricio, —exactamente aquí no, pero ha venido a la ciudad.

—¿Se quedará? Espero que sí. ¿Podemos salir juntos en una cita doble? Julián y tú lo prometieron, aunque esta vez podríamos ir a cenar los cinco— miró a Jared y le sonrió.

El rubio frotó su nuca, nervioso, —no lo creo, ellos solo están de paso; se van esta misma noche— mintió de nuevo, interviniendo y no dando oportunidad a que Jared respondiera; quería a su amiga, pero había cosas que aún no le explicaba.

Efy hizo una mueca graciosa de resignación, —avísame la próxima vez que tus amigos te visiten, espero no tener que saberlo hasta que venga a tu apartamento a traerte la tarea.

—Lo haré, lo prometo— otra mentira.

—Bien, me tengo que ir— exhaló, y luego giró para mirar al otro con una gran y coqueta sonrisa, —fue un placer, Jared.

—Igualmente— contestó en automático.

Después de ello la mujer bajita se marchó de allí; y Mauricio supo que probablemente tendría que explicarle a Jared las mentiras que acaba de decir y de prometer.

..

Duncan balanceó la bolsa de tela, esa que tenía unas botellas de cerveza, comida china y galletas de la suerte, los amigos se habían desviado un poco de la ruta para conseguir el alimento favorito del beta.

—Lamento haber llegado sin avisar— dijo cuando salieron del local para emprender el camino de regreso al edificio.

—Descuida, cuando quieras— contestó el alfa, —por Mauricio no creo que haya inconveniente tampoco; tienes el extraño don de desagradar al principio y luego ser amado— bromeó.

—Tienes razón— exclamó Duncan pensativo, —aunque el único que se resiste a mis encantos es el tonto Bernardo.

—Como si te importara— le siguió la broma Julián.

—Ey, por supuesto que sí— se hizo el ofendido y agregó, —eres mi amigo, él es tu hermano, es como si viniera en el mismo paquete.

Julián rio, —¿así es como nos ves, como un paquete completo?

Duncan también rio dando por entendido que así era.

Detuvieron el paso unos segundos, justo antes de cruzar la vía, esperando el cambio del semáforo.

—¿Puedo preguntarte algo?— exclamó Duncan cuando comenzaron a atravesar la calle.

—¿Qué no lo estás haciendo ya?

Duncan miró a su amigo y rodó los ojos, usualmente él era el irónico; pocas veces Julián tenía la oportunidad de serlo, solo cuando el beta bajaba la guardia.

—Está bien— dijo el alfa poniéndose serio al notar el gesto de su amigo, —dime qué te preocupa.

—¿Preocuparme?

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