Capitulo 26

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-Fuese como fuese, tu destino estaba con él - comentó Frida antes de terminar esa conversación.

Shawn me dio el visto bueno con las heridas y me ordenó sentarme en el sofá a la espera de la llamada.

Mis nervios iban aumentando cada segundo más, necesitaba estar en casa, abrazar a Jake y tener la liberación que nada más en el mundo iba a alejarme de lo que más quería en la vida.

Mientras estaba sentada en el sofá mi mente viajó a diferentes lugares.

Sólo pensaba en una cosa.

La vida me había regalado una ultima oportunidad para poder disfrutar de ella.

Esa era la señal, que a veces, las oportunidades no son tan malas como me las había pintado la vida.

Y es que, todo lo que me había pasado anteriormente tenía algo que ver con mi día de hoy.

Felicidad, alegría, tristeza, cualquiera de los sentimientos a lo largo de mi vida me habían enseñado algo valioso de la vida.

Sólo vive, sólo sé tu mismo, haz lo que más deseas, cumple todos tus sueños. Habrán caídas, pero levántate siempre que te caigas, no te quedes allí abajo, por que la vista aquí arriba es genial.

Y eso es lo que te enseña la vida, a salir de los obstáculos, a ser fuerte de una manera u otra. Ser valiente.

Y que nadie me diga que yo no fui valiente durante mi vida, siempre fui una luchadora nata. Alguien que luchaba por los demás y por mi.

Sacándome de mis pensamientos, el sonido de la puerta se hizo entre toda la casa.

La cuarta partida de póker de los chicos había terminado, Frida había salido a recibir al invitado esperado.

Con ayuda del brazo del sofá me fui levantando poco a poco sintiendo el malestar y como tiraban las heridas que sanaban.

La voz dura, débil de Justin resonó por el pasillo llegando hasta mis oídos débiles, sin poder entenderlas.

Poco a poco me fui moviendo hasta llegar a la mitad y poder ver la silueta del rubio de pie a pocos metros de mi.

Su mirada se cruzó con la mía segundos después.

El oji-miel tenía una faz cansada, debajo de sus ojos permanecían unas bolsas de insomnio que se podían ver a metros de distancia donde yo estaba; su rostro contraído y aliviado a la misma vez mientras me repasaba poco a poco mi cuerpo; se lamió los labios y cerró los ojos respirando hondo.

En tres zancadas, tenía al rubio delante de mi.

Sólo le miré a los ojos, sólo una simple mirada que los dos sosteníamos en un determinado tiempo.

Esa mirada cargada de nerviosismo por no saber bien quien es la persona que está enfrente tuyo.

Y el nervio comienza a cambiar.

Algo se acciona, algo se mueve.

Unas pequeñas mariposas aparecen y se remueven por el estómago bailando.

El corazón late más fuerte de lo normal.

Y lo único en lo que piensas, es en acercarte, acariciarle, besarle, sentir más de lo que estás sintiendo.

-¿Estás bien? - susurró casi rompiendo su voz débil.

Poco a poco, mis ojos se fueron aguando mientras recordaba la noche anterior y lo idiota que había sido.

Nadie me iba a perdonar lo que hice, ni yo misma era capaz de hacerlo.

-Lo... Lo siento - tropecé con las palabras.

Vuela Libre #2 (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora