AMORES ETERNOS

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RASHID

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RASHID

Su semblante transmuta en cuestión de segundos después de oír mi calamitosa declaratoria de amor.

Nicci pasa del pavor, la angustia, el terror, a la seriedad absoluta.
Sus ojos verdes me miran de una forma que me desquicia.
La repulsión viniendo de ella es insoportable.

Tolero su ignorancia, sus burlas; he aguantado demasiado porque es mi todo en ésta existencia solitaria que yo mismo me empeñé de vivir; sin embargo que sus retinas reflejen desdén, asco o repelús, agita mi sangre. Ponen en ebullición las emociones negativas, las dañinas, las que podrían de un momento a otro hacerme perder la cabeza.

Y no quiero perder la cordura; ya perdí demasiado.
Perdí ocho años por quererla tanto.
Perdí estabilidad emocional.
Perdí seguridad.
Perdí las ganas de enamorarme de una mujer que no fuese mi amor platónico; mi gitana rebelde; mi Nicci Leombardi.

No me arrepiento de lo que yo busqué pero sí me reprendo y, también me odio.
Me detesto al entender que aprendí a quererla desde la distancia y, ahora que la tengo cerca, no sé ni qué carajos hacer.

Porque realmente, no sé cómo actuar con ella.

La saqué de un lugar tétrico y la salvé de un destino tormentoso.
Intento brindarle lo mejor de mi hogar.
Pretendo tratarla como lo que es, una princesa.
Y lo más importante: quiero ayudarla. Mantenerla aquí no con el título erróneo de cautiva, sino acogerla hasta que su fuerte adicción, se reduzca a la nada.

Por ese motivo traje a Nicci a Arabia. Ya que pese a ser un tipo egoísta y, un imbécil muy feliz al saber que duerme bajo mi techo, la razón de un viaje a mi tierra natal, el lugar que desde hace muchos años no piso, es para alejarla del vicio.
Enseñarle que existe algo más que una botella de tequila, luces psicodélicas o música a reventar los oídos y, que si lo desea es capaz de conquistar al mundo.
Principalmente necesito afirmarle, convencerla, demostrarle que hay un pobre diablo loco de amor por ella.

¡Eso mismo!, me urge conquistarla, enamorarla para que cuándo esté entera; cuándo sea la chica fuerte, indomable, lista para arrasar con lo que tenga enfrente, no me deje; me ame tanto como para recomponer pedazo por pedazo aquello que quedó destrozado tiempo atrás, mi corazón.

Porque jactándome de mi capacidad de autocrítica, ¿quién en su sano juicio, en sus cabales, amaría a un sujeto como yo?

¡La respuesta es simple!, nadie. Y menos Nicci.

Una Nicci Leombardi empoderada, avasallante, recuperada, de ninguna manera querría a su lado a un individuo así; celoso, posesivo, obsesivo, soñador, protector y, romántico. 
La mezcla que las mujeres pueden desear, pero en definitiva la combinación peligrosa de caracteres que únicamente convierten al personaje de la novela, en el villano.

Al Mejor Postor © (FETICHES I) ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora