Capítulo 3

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Piff llegó al mundo de la Espuma aguantando la respiración. Quizás había temido ahogarse al entrar en el vórtice dimensional. Sin embargo, cuando soltó el aire se halló en una habitación muy parecida a la que acababa de abandonar. Supuso que se trataba de la oficina de migraciones en el mundo de la Espuma, pero no tuvo tiempo para inspeccionar demasiado el lugar, pues enseguida apareció Gálax y chocó contra él.

—¡Ey, sigue caminando!

Empujó a Piff con la mayor discreción posible mientras avanzaban hacia la salida. Pasaron junto al encargado del portal de este otro lado, y Gálax le mostró sonriente la hoja que llevaba en la mano.

—Eso es una hoja en blanco —dijo el guardia.

—...

Gálax y Piff echaron a correr con desesperación.

Las campanas de alarma resonaban por todo el recinto mientras eran perseguidos por una docena y media de hombres armados.

—¿Qué está pasando, Gálax?

—¡Pasa que el embustero del otro lado me prometió que no habría problemas de este lado, y no fue así! ¡Corre, Piff, Corre!

Las campanadas seguías sonando y las pisadas de los guardias se escuchaban cada vez más cerca.

—¡Tú tienes un pasaporte, Gálax! ¡Si sigues corriendo creerán que eres un bandido!

—¿Eres tonto? ¡Jamás te dejaría solo en esto!

De hecho, toda la documentación de Gálax era falsa, y tendría muchos más problemas que Piff si llegaban a atraparlo

—¡Nos están alcanzando Piff, suelta tu bolso!

—¡No puedo hacer eso!

—¡Suelta el bolso, Piff! ¡Suéltalo!

Gálax era ágil y elástico como un felino. Con destreza se deshizo del equipaje más pesado y lo aventó contra dos empleados de la aduana apostados detrás de un mostrador. Trepó de un salto y se precipitó hacia un ventanal abierto. Pero al mirar hacia atrás, descubrió que su compañero había sido derribado junto a todo el peso de las cartas de Emilse. Ahora se hallaba boca abajo en el piso con cuatro guardias inmovilizándolo.

—Rayos... —masculló Gálax con frustración.

Instantes después, ya había escapado.

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Era una tarea habitual la de los encargados de la vigilancia del cruce entre fronteras el atrapar a polizones que intentaban saltarse las reglas para ir y venir sin permiso por el continente. Por lo general, el procedimiento era tan simple como tomar al viajante ilegal por el cuello, incautar sus pertenencias y aventarlo a través del mismo portal por el que llegó para que los del otro lado se hicieran cargo.

Sin embargo, ahora el mundo de la Espuma y el mundo de los Demonios habían entrado en guerra. La cuestión era más complicada, pues cualquiera de esos presuntos trotamundos bien podía ser un espía encubierto.

Por eso Piff fue conducido a un cuarto de detención ubicado en la planta superior del torreón.

Mientras esperaba su turno para ser interrogado, el agricultor de papayas se abocó a la tarea de hacer un berrinche colgado de los barrotes de su celda.

—¡DEVUÉLVANME MIS CARTAS! ¡SON MÍAS! ¡EMILSE ME LAS ENVIÓ A MÍ! ¡NO TIENEN POR QUÉ QUITÁRMELAS! ¡DEVUÉLVANMELAS...!

—Ey, ¿quiéres dejar de hacer tanto ruido? A nadie le interesan tus cartas.

Bájame la luna y el cielo se caeráDonde viven las historias. Descúbrelo ahora