Rebeca te necesita Dani.

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-¡A comeeeer!-Dijo Eva desde el comedor.

Yo me desperté de repente, peró, Jesús seguía durmiendo.

-Dormilón.-Le susurré mientras le tocaba el pelo.

El siguió durmiendo y se dió la vuelta hacia mi y me chafó.

-¡Jesús!

-Ostia, perdona.-Dijo poniéndose de pie.

-Jajajaja, me has chafado.

-Lo siento.

-No pasa nada amor.Tenemos que bajar al comedor ya está la comida.-Le dí un beso en la nariz.

-Vale.-Me dijo.

Fuimos los 2 hacia el comedor. Dani estaba sentado en el sofá y Rebeca en el otro, después me acerqué a Dani.

-Dani, ¿Has hablado con ella?

-No.-Me dijo sin parar de mirar la tv.

-Dani, no puedes estar el resto de tu vida así.

-Me da igual.

-Eres tonto, Rebeca te quiere, y encima que tiene su padre en el hospital, tú te enfadas con ella. En vez de enfadarte tendrías que estar allí con ella, apoyándola.

-No me he enfadado. Sé que és duro, peró nos tiene a nosotros y a su familia, no se debería haber hecho eso.

-Tienes razón, pero ahora te necesita más que a nadie.

-¿A mi, porqué?

-Porqué si Dani, porqué te quiere, porqué eres su vida. O hablas con ella o hablas con ella, tu mismo.

-Hablaré con ella, peró ahora déjame.

-Más te vale.

Me alejé de él un poco molesta, y me senté al lado de Rebeca, Jesús a mi lado y Dani al lado de Jesús.

-¿Que tal la comida?-Dijo dentro de un rato Eva.

-Muy buena.-Dijo sonriente Rebeca.

-Sí, está muy rica.-Dije yo después.

-Me alegro.-Contestó alegremente.

Cuándo acabamos, cada uno llevó su plato y su baso a la cocina. Después todos nos sentamos en el sofá.

*Narra Dani*

Fuí hacia Rebeca.

-Rebeca, ¿Puedo hablar contigo?

-Sí.-Me dijo.

-Vamos a mi habitación.

-Vale.

Subimos a mi habitación y después de un rato...

-Rebeca, no quiero que pienses que me he enfadado contigo.

-És lo qué dás a entender.-Me dijo.

-No quiero que estés mal y te hagas esas cosas, sí, me ha molestado, porqué no pensaba que tú serías capaz de hacerte eso, y menos teniéndome a mi y a tu familia.

-Dani.-Se puso a llorar.-Perdón, os necesitaba a todos, al que más es a ti, lo siento, no sabía que hacer, ayúdame.

-Claro que te voy a ayudar.-Le dije sonriendo.

Me acerqué más a ella y le dí un abrazo, después un beso.

-Te necesito.

-Siempre me vas a tener aquí para todo Rebeca.

-Te quiero.

-Y yo.

Ahora fué ella quien me dió el beso y sin hablar más, nos quedamos dormidos, acurrucados.

Diario de una gemelierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora