Alas rotas

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Para Maité.

Por su constante apoyo, por estar desde siempre y porque se ha ganado mi cariño.

Sé que tu cumpleaños fue hace unos días, pero no pude terminar el regalo para entonces, ojalá te guste y espero no hayas creído que había olvidado esta tradición que nació hace algunos años.

Muchas gracias por todo, te amo tres millones.

Existen diversas razones por las cuales creer se trata de alguna alucinación, perdida de la memoria o incluso un sueño porque en el momento del suceso que marcaría un antes y un después, Tony Stark acaba de abandonar un bar con más alcohol en la sangre de la que tolera habitualmente, transita por calles desoladas sin temor alguno de las posibles consecuencias. A punto de cruzar la autopista con pasos torpes y una intensa luz acompañada de un claxon en la distancia. Cierra los ojos, sin embargo, pronto se da cuenta que está a salvo cuando sus palmas sienten el asfalto bajo su tacto, el conductor grita groserías mientras se pierde en otra avenida y de repente se siente sobrio. Los latidos del corazón los siente en ambos oídos, busca una explicación coherente porque sabe que vio a la muerte de cerca, tanto que casi pudo saludarla, pero en aquella parte de la ciudad no hay nadie más que él. La luz del faro próximo a él comienza a fallar, a prender y apagarse repetidas veces hasta que el bombillo estalla en pedazos provocando un leve salto en Tony. Estando de pie, recupera el equilibrio debido al brusco movimiento, no tiene ni la más mínima idea de cómo llegar a casa, pero camina de todos modos.

Reconoce su apartamento, agradece internamente a su instinto de supervivencia, acelera su caminata. A su paso los faroles continúan parpadeando, en vez de romperse, se apagan una vez que Tony cruza la puerta de casa con un poco de dificultad. No tiene la fuerza ni mucho menos el tiempo para ascender las escaleras al segundo piso donde se encuentra su habitación, termina acostado en el sofá más extenso de la sala. La cabeza le da vueltas, ve borroso a su alrededor y una silueta en la lejanía incapaz de reconocer se desvanece poco a poco dejando como última evidencia la sombra proyectada en la pared. Trata de mantenerse alerta, diferenciar cualquier mínimo detalle y se queda dormido a los minutos totalmente agotado.

○●○

Cuando despierta son casi las dos de la tarde, estira músculos por el espacio incómodo donde terminó durmiendo, bosteza queriendo eliminar los últimos rastros de un mal sueño. Su intención es tomar una pastilla para el dolor de cabeza producto de la resaca, sin embargo, se detiene. Olvida cualquier posible acción al visualizar a alguien descansando en el sofá individual, aquello podía haber pasado como una de sus clásicas conquistas de una noche de no ser por las alas blancas desplegadas en la espalda del desconocido, los rayos del sol caen sobre el cabello rubio haciéndolo ver dorado. Con toda esa aura celestial a su alrededor, Tony debe pellizcar su propio brazo y sentir el dolor para comprender que no se trata de una ilusión o un mal sueño. Avanza unos pasos, los suficientes para ser testigo de la caída de las plumas, de gotas de sangre desvaneciéndose al mínimo contacto con la alfombra, pronto las alas no existen más dejando como resultado expresiones de dolor cruzando el rostro del hombre que despierta a causa del dolor. Tony lo ve alarmarse, el miedo en los potentes iris azules, las manos desesperadas rompiendo botones de la camiseta gris en su afán por buscar lo desaparecido, la yema de los dedos manchándose con líquido carmesí y él lanzando una mirada hacia el techo como si estuviera implorando a un ser supremo. Sabe que es su apartamento, pero de repente siente que estorba, tal vez no debió despertar antes y ser testigo de tal escena tan íntima. Los ojos ajenos lo miran al fin, por ellos cruza una ráfaga de alivio.

—Estás a salvo.

Tony retrocede procesando todo lo ocurrido, el dolor de cabeza ha desaparecido junto a los últimos rastros de alcohol dentro de su organismo. Parpadea confundido, pellizca el antebrazo tres veces seguidas, mantiene la boca entreabierta sin saber que decir hasta que dicta la única orden que cruza por su mente.

Alas rotas |Stony|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora