Capítulo 14

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—Vale... necesito que te calmes, ¿de acuerdo? Deja de llorar y respira hondo: suele funcionar. ¿Lo vas a intentar?

Ana asintió. Aún tenía la vista nublada por las lágrimas, pero poco a poco se iba recomponiendo. La confesión le había ido bien para liberarse de la tan pesada carga con la que había tenido que viajar a lo largo de todas aquellas semanas. Compartir los secretos, a veces, era bueno. No obstante, no había sido fácil. Poner en palabras lo que tanto la había atormentado había logrado que las emociones estallaran en su interior, incapacitándola para poder pensar con claridad. Ahora Ana se sentía perdida en un océano de sensaciones, recuerdos y lágrimas del que, poco a poco, tendría que salir. De lo contrario, nunca podría volver a levantarse.

Cerró los ojos y se concentró en respirar profundamente. El maestro le había enseñado a hacerlo años atrás, para que aprendiese a apaciguar los arranques de mal genio que desde pequeña había sufrido, pero nunca lo había puesto en práctica. Siendo una princesa, Ana tenía libertad casi total para actuar como quisiera. Si quería gritar, gritaba. Si quería golpear la mesa o romper un plato, lo hacía. Si quería saltar por la ventana, lo hacía... y siempre sin recibir un castigo. Era, en cierto modo, una forma de vivir en plena libertad, como un animal salvaje, pero entre algodones.

Desafortunadamente, ya no estaba en el castillo. Aunque quisiera hacerlo, Ana ya no podía dejarse llevar abiertamente por los sentimientos por lo que respirar hondo no era tan mala idea. Además, por sorprendente que fuera, funcionaba.



—Eh, ¿qué haces? No le subas más el volumen, ¡me vas a dejar sordo!

—Cállate, Orwayn.

El menor de los Dewinter frunció el ceño, molesto ante la respuesta de su hermana, pero no respondió. Simplemente se levantó, recorrió varios metros hasta la otra punta de la sala y se dejó caer pesadamente sobre la butaca. Desde allí el volumen del noticiero no resultaba tan insoportable, aunque seguía estando muy alto para su gusto.

—¿Qué pasa, Armin? ¿Te has quedado sordo en el viaje, o qué? Un poco más y hasta padre lo escuchará desde donde sea que esté.

—Orwayn...

—¡Deja de defenderlo! ¡Te guste o no está muy alto!

Vessa puso los ojos en blanco. En aquella ocasión resultaba complicado posicionarse del lado de Armin, pues era innegable que el volumen era altísimo, pero comprendía perfectamente el porqué. Orwayn aún era joven para darse cuenta; aún le quedaban muchos años de entrenamiento, pero tarde o temprano lo lograría. Era cuestión de tiempo. Lamentablemente, hasta entonces tendría que seguir soportando sus estupideces y, como en aquella ocasión, alineándose con Armin, el cual, tan silencioso como de costumbre, se negaba a dar explicaciones.

—¿Te quieres callar de una maldita vez? —Vessa suspiró—. Es la única forma de no escucharlos.

—¿Escucharlos? —Orwayn alzó ambas cejas—. ¿Pero qué demonios...?

—No me digas que no los oyes—interrumpió Armin con brusquedad, volviendo la mirada únicamente un instante hacia su hermano—. No me lo creo. Deja de tomarnos el pelo, hermano. Con lo listo que tú eres...

Obviamente, todos sabían que el pequeño no escuchaba nada. Su oído no estaba aún lo suficientemente desarrollado. No obstante, su orgullo era tal que una simple provocación bastaba para hacerle entrar en razón.

Orwayn frunció el ceño. Su padre le había explicado que todo se basaba en la concentración; que debía acallar el entusiasmo y la energía juvenil que tanto nublaba su mente para poder escuchar a sus sentidos, pero por el momento no era capaz. Las voces de su cabeza gritaban tanto que a veces incluso era incapaz de escuchar sus propios pensamientos. Consciente de ello, el joven había intentado distintas técnicas para mejorar. Orwayn había estudiado docenas de métodos de meditación antiguos, había probado todo tipo de sustancias para intentar alterar la conciencia e, incluso, había pasado semanas perdido en mitad del bosque, acompañado únicamente del silencio. Lamentablemente, nada había resultado efectivo. Era como si hubiese algo en su mente que se lo impidiese; como si le fallara algo.

Dama de Invierno - 1era parteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora