-<Vendremos a recogerte cuando te den de alta.>
Fueron las últimas palabras de los hombres de la embajada antes de que salieran del cuarto de hospital del moreno.
El mismo bajó un poco la mirada, no quería irse tan pronto... No ahora que había arreglado las cosas con el mitad japonés.
Suspiró y el doctor, al igual que los hombres de la embajada, abandonó la habitación dejando a ambos menores junto con Cass y Baymax.
Ninguno sabía qué decir, la situación no daba las palabras para confortarse y nadie se atrevía tampoco a interrumpir por un miedo inexplicable a acelerar (de una forma fantástica) el tiempo, llegando irremediablemente a los últimos momentos del moreno en San Fransokyo.
Cass observó el ocaso por la ventana y luego miró a su sobrino; el menor de cabello alborotado tenía la mirada gacha y estaba apretando los puños con fuerza, tanta que sus nudillos tenían un tono más pálido que el resto de su piel.
Después observó cómo Miguel tomaba la mano de Hiro haciendo que el mismo relajara un poco su expresión.
Hiro tomó asiento al borde de la cama y recargó su cabeza en el hombro del moreno, no necesitó palabras para pedir consuelo ya que el mexicano acarició su cabeza con suavidad.
Entonces la castaña llevó una de sus manos a sus labios, supo en ese momento que Miguel era muy especial ya que Hiro nunca soltó la pequeña mano morena que apresaba la suya, es más, entrelazó sus dedos con los de Miguel.
Y ahora Cass entendía el pesar de la partida de Miguel para su sobrino. En un punto de su amistad, su sobrino se enamoró profundamente del latino y éste le correspondía.
Ah~ El amor...
Como tutora legal (casi madre) del nipón, Cass sentía que debía optar por lo mejor para ambos menores pero se hallaba en un dilema.
¿Qué era lo correcto para ambos?
Aún no sabía la verdad con respecto a Miguel y estaba dispuesta a escuchar cada palabra de su sobrino, pero esperaría... Lo que su sobrino necesitaba ahora era a Miguel.
En silencio abandonó la habitación y fue a la cafetería para seguir atendiendo a la clientela, en la noche hablaría con Hiro.
...
-No quiero que te vayas... Es muy pronto...
Hiro abrazó a Miguel con cierta posesión y sintió como los brazos del moreno lo rodeaban con leves temblores, una parte del moreno tampoco quería irse, sin embargo, su familia lo esperaba.
Miguel recargó su cabeza en el pecho del mayor e inhaló profundamente el aroma que el nipón desprendía, una mezcla suave de la dulzura de los cerezos y ositos de goma, muy diferente al olor de aceite que pensó que el chico de tez clara tendría.
Permanecieron abrazados un largo rato, disfrutando de la compañía del otro, entre besos tímidos que nunca llegaron a parar en los labios del contrario y dulces caricias que no llegaban a tocar la piel ajena; pero todo lo bueno tiene un fin y ellos lo encontraron cuando la hora de visitas nuevamente había terminado.
El genio de la robótica se vio obligado a abandonar también la estancia del moreno, una última mirada fue lo que se dedicaron y un simple "Te veo mañana" por parte de Hiro, después la puerta se cerró dejando completamente solo al moreno hasta la mañana siguiente...
El trayecto que el chico de ascendencia japonesa ya conocía a la cafetería se había vuelto inmensamente más largo de lo normal, quería evitar llegar a enfrentar a su tía pese a que sabía que tenían muchas cosas que hablar. Y una de las cosas que más le asustaba revelar era la existencia del escuadrón de BH6.

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Entre cerezos y cempasúchil.
FanfictionHiro esperaba escuchar llantos y gritos incontrolables de niños pidiendo por los brazos de sus padres cuando fue llevado a esa bodega abandonada, pero sólo pudo escuchar una guitarra siendo tocada con suavidad y una voz que hablaba en un idioma que...