VII

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"La estás cagando", le manda Octavia.

Suspira.

Porque sí, porque lo sabe.

La está cagando lo que no está escrito.

"La estás cagando y mucho. ¡Regla número uno! Si te empiezas a obsesionar con un cliente, ¡botón rojo! Bloquea y que otra persona se haga cargo", le sigue mensajeando su mejor amiga.

La verdad, se está arrepintiendo mucho, pero MUCHO, el contarle todo a Octavia. Pero lo necesitaba.

Necesitaba soltarlo todo, que alguien más supiera que empieza a obsesionarse con esa tal Heda, con esa clienta regular cuyos gemidos recuerda en los momentos más... inoportunos. Cuyas citas no debería aceptar (aún menos desear).

"No puedo", le manda, recordando que hace tres días de su última llamada (de madrugada, repentina y bienvenida), "es algo... no sé, pero no puedo hacerle eso"

"Hacerle o hacerte?", le responde.

Hacernos, piensa.

Se pasa la mano por el pelo, echando un vistazo a la tele encendida y olvidada, en la que un pingüino le devuelve la mirada. Coge el mando y la apaga, no está para documentales ahora mismo.

"Clarke, hacerle o hacerte?"

No debería haber dicho nada. Debería haberse callado, como lleva haciéndolo desde que empezó a descubrir esos pequeños detalles. Esos "¿llevará traje al trabajo?" al ver pasar a un hombre de negocios, combinado con un "¿Tendrá hoy tiempo de comer tranquila?", seguido de un par de "Ha dicho que tendrá que hacer otro viaje, espero que no sea en avión" (y el más claro, ese momento en el que ligó con esa pelirroja en el bar, y en el summum de todo, cuando esta le jadeaba al oído y su mente no pudo más que pensar un "no es ella, no son sus gemidos").

"Mi madre quiere que vaya a la inauguración del restaurante", intenta cambiar de tema, abandonando momentáneamente su móvil en la mesita de café.

Se levanta del sofá, dirigiendo sus pasos hacia la cocina, ignorando los zumbidos del móvil hasta volver al salón con una cerveza.

Vuelve a coger su móvil, medio sonriendo al ver los mensajes que le ha enviado Octavia.

"No me cambies de tema!", dice el primero.

"Clarke!"

"Responde!"

"Te estás librando porque estoy en llamada, pero cuando este se corra, te pienso llamar hasta que me lo cojas"

"Tiene una solicitud de llamada de: HEDA para: LO ANTES POSIBLE. ¿Aceptar?"

...

"Y pregúntale a tu progenitora si hay barra libre!"

Se vuelve a levantar, escribiéndole un rápido "No puedo hablar" a su amiga (al que esta responde con un "Espero que no le estés aceptando una llamada a esa, por tus muertos!"). Entra en la habitación que usa como oficina (una de las comodidades de trabajar en Velour es el teletrabajo... y la nómina de cada mes), cerrando la puerta tras ella. Enciende el ordenador y pone su móvil en modo avión después de aceptar la llamada, sentándose en el sillón que usa para trabajar (comodidad ante todo).

Una vez encendido, abre el programa de Velour, introduce sus claves y se coloca el casco, moviendo el micro para ponerlo ligeramente por debajo de su boca (la calidad de la llamada es importante).

Siente ya el nerviosismo y anticipación por esa llamada, sonriendo de forma involuntaria al ver aparecer la ficha de Heda y un resumen de todas y cada una de las llamadas que ha hecho. Son muchas y, en todas y cada una de ellas, Heda ha pedido a Eliza, a ella.

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