IV. Sorpresas, mucha salsa y alguna que otra canción

756K 26.6K 5.4K
                                    

Ann

Era un lindo sábado por la mañana. No había ido a la escuela estos días y me sentía extrañamente relajada, pero Peter sí había venido a darme clases en casa, no sin que Alex estuviera con nosotros vigilando que su mejor amigo no hiciera nada sospechoso. Era divertido como cada vez que se acercaba de más, mi hermano carraspeaba y se alejaba como si lo tiraran de la correa.

Obviamente me sentía mejor, pero seguía estornudando un poco y solía estornudar cerca de Alex para molestarlo. Lisa consiguió mi número de alguna forma y comenzamos a hablar seguido. Me dijo que había terminado con Steven y le había lanzado las flores que le compró para disculparse por la cabeza. Aún sentía algo por él, pero yo sabía que lo superaría de a poco.

Hoy había dicho que vendría a mi casa a verme, por lo que había comprado algunas cosas dulces para recibirla. Me había dicho que le gustaban mucho.

—¡Ann, te buscan! —gritó Alex desde el primer piso.

Me saqué mis audífonos y me dirigí a las escaleras para ir abrirle la puerta a la que suponía era Lisa. Aunque no me esperé que al llegar abajo Félix, quien había hecho acto de presencia desde hacía ya un rato para acompañar a mi hermano y comerse todo lo que se llamaba chatarra, hubiera abierto la puerta y mi amiga lo observara como si estuviera soñando. Recuerdo que me dijo que siempre había tenido una especie de amor platónico por Félix, pero ahora que lo veía con mis propios ojos no cabe duda de que le gustaba.

Carraspeé de forma exagerada y Félix se apartó apresuradamente de la puerta. Tenía el rostro un poco rojo al igual que Lisa. Me pareció tierno ver a los dos así, pues nunca creí que mi amigo podría tener un flechazo tan rápido.

—Hola —saludé, mirando a ella y a Félix sucesivamente.

—Ho-ola, Ann —Lisa me miró con vergüenza en el rostro.

Qué ternuritas.

Bajé rápidamente las escaleras y pasé mi brazo sobre los hombros de Lisa. Cerré la puerta detrás de nosotras y observé al rubio con una mirada cómplice.

—Félix, ella es mi amiga Elizabeth —incliné mi cabeza hacia ella—. Y Lisa, este es mi amigo Félix.

Se saludaron con un apretón de manos y por un momento logré ver como ambos se sonrojaban más.

—Lindo nombre —susurró Félix.

Lisa soltó su mano y tomó la mía rápidamente para comenzar a tirarme hacia las escaleras. Tenía ganas de reírme, pero podía evitar querer juntarlos en una habitación para que se conocieran más. Cuando llegamos al pasillo de arriba, Lisa estaba completamente roja y caminaba de un lugar a otro.

—¡Es más lindo que en las fotografías que le tomé! —me tomó por los hombros y comenzó a sacudirme.

Me reí por su reacción tan entusiasmada.

—¿Por qué le sacaste fotos? —pregunté, cruzándome de brazos.

—Oh, era para un artículo —me sonrió inocentemente, así que tuve que creerle—. ¿Vamos a tu habitación? La verdad es que corrí para acá sin pensar.

—No te preocupes, mi pieza está allá —le señalé una puerta que estaba entreabierta.

Se rio un poco y yo la guié hasta mi habitación. Parecía que miraba detenidamente todo a su alrededor, como si tuviera la costumbre de mirar lo que la rodeaba sin dejar ningún detalle. Se dejó caer en la cama, yo me senté en la silla del escritorio. Revisando las cosas que había comprado. Lisa comenzó a tararear una canción a la vez que se sentaba en la orilla de mi cama y me observaba con detenimiento.

Déjame con mi Orgullo [DISPONIBLE TAMBIÉN EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora