Capítulo 7

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Alice Lauren no podía dormir después de lo sucedido ese mismo día. Su reloj digital le informaba que casi era medianoche. Solía dormir temprano, pero su mente sobrecargada de recuerdos no le daba un descanso.

     —¡Ash! —pataleó en su cama y se cubrió el rostro con una almohada—. Es tan...

     "Lindo, parece un modelo", recordó que su madre dijo. Enrojeció por ello, y tapó su cara con la almohada.

     —No, no lo es. Es grosero.

     Se destapó la cara y aventó lejos la almohada. Es un patán, eso es. Se sentó de golpe y se tocó los labios.

     —¿Soy el único que te ha besado?

     —¡Qué vergüenza! —exclamó en voz baja. La cortina de la ventana estaba abierta y la luna llena iluminaba un poco el cuarto. Se puso de pie, recogió la almohada, volvió a recostarse y continuó con el asunto de taparse la cara con esta.

     Pensará que nunca le he gustado a alguien.

     Parpadeó ante ello.

     Oh espera, no le he gustado a nadie.

     —Estoy tan avergonzada, Dios.

     —Sospechoso —dijo una voz femenina desde la puerta de su habitación.

     Como si tuviera un resorte, Alice se levantó de golpe al notar a su madre allí, a esa hora, cuando debería estar descansando. Se sintió culpable por ello.

     —Má, lo siento por hacer ruido. Ve, descansa. Es tarde.

     —Lo haré en un momento —aseguró Mary. Luego se quedó en silencio, apreciando el rostro apenas iluminado de su hija.—. Pareces una colegiala enamorada —dijo, divertida—. Ya comprendo por quién es.

     Esto no tiene que continuar así.

     —Má, basta —pidió Alice, y encendió la lampara que se hallaba sobre su mesita de noche. La habitación se iluminó con un amarillo suave. Le señaló la cama a su madre para que tomara asiento, Mary se dirigió allí, poniéndose cómoda con rapidez—. Esto no es lo que crees. Ese hombre que conociste no es...

     —Cariño, te lo dije, acepto tu relación, no tienes que negarla más —Tomó sus manos entre las suyas—. Además, me sorprendiste. He imaginado cómo sería tu primer novio o novia, y en ninguna ocasión pensé en que fuera una persona tan alta o con tatuajes. Dylan ciertamente... es enorme y parecía tener muchos tatuajes —soltó una risita al decir esto—. Siento que me cae bien. Parece un poco... intimidante, te lo admito, pero se mostró respetuoso y no me incomodó. Se nota que es un buen muchacho.

     Alice no sabía si reír o... reír. Se rio un poco.

     —¿Buen muchacho? —hizo eco.

     Su madre asintió.

     Por favor.

     —¿De dónde sacas eso, ah? —le preguntó, sintiendo el calor de las manos de su madre—. No lo conoces a profundidad.

     Ni ella lo conocía a profundidad y se estaba guiando en su mayoría por su primera impresión, una que tomaba más fuerza con cada interacción con él. Era grosero, eso era todo. No había cambiado de opinión.

     Mary frunció el ceño.

     —¿Debo conocerlo a profundidad para saber eso?

     Alice movió su cabeza afirmativamente, en cambio, su madre negó con la cabeza.

El Error de Dylan Ferrer | 1&2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora