| III |

474 54 18
                                    


Recapitulemos. Cuando estaba en primaria recuerdo haber sido muy tímida y al mismo tiempo cerrada. No me importaba pasar desapercibida y no hacia ningún esfuerzo por que me notaran. Estaba bien en mi pequeña burbuja.

Mi vida era así. No me esforzaba realmente, si algo sucedía, sucedía y si no, no. Iba a la escuela porque tenía que hacerlo, estudiaba porque así lo quería papá, pero sólo lo justo y necesario.

No había una motivación en mi vida...

Hasta que él apareció.

Su rostro infantil me es más visible ahora. Claro que lo recuerdo, él es la razón de lo que yo soy ahora. ¡Le debo todo mi mundo a ese chico!

Si no fuese por él jamás me hubiese dado cuenta que la vida era más de las obligaciones que tenía que cumplir como ser humano, y que era capaz de lograr cualquier cosa que me propusiese. Que podía cambiar la injusticia y que podía sacarle una sonrisa a un rostro triste.

Naruto era la razón de mi ideología, lo que tanto había olvidado, pero agradecía encarecidamente.

Nunca olvidaré lo que él hizo por mí.

—¡Tierra llamando a Hinata! ¿Hay alguien ahí dentro? —sentí los nudillos de Shion golpear mi frente como si de una puerta se tratara, sacándome de manera brusca de mis –últimamente comunes- divagues mentales.

—¡Auch! ¡Shion, sabes que odio que hagas eso!

—¡concéntrate en la práctica! ¿Dónde tienes tu cabeza ahora? ¿Será que por fin Hinata Hyuga se enamoró?

Me abochorné ante su insinuante comentario, y pude sentir como mis mejillas se calentaban por la realidad irónica de que sí estaba pensando en un chico, pero no de la forma en que ella cree.

—Que tontería...—farfullé dándome vuelta para terminar ahí la conversación.

No es que fuera de esas chicas que no creen en el amor ni están interesadas en buscar pareja. Qué tontería. Sólo que imaginar ese motivo y unirlo con Naruto, se me hacía muy raro, además de apresurado, apenas podía procesar todo lo que pasaba por mi mente con respecto a él. ¡Y apenas lo conocía hace una semana!

Como era de esperarse, a Naruto y Suigetsu los suspendieron por unos días, casi toda la siguiente semana. Cuando Kiba me lo contó sentí una especie de deja vu –otra vez- y recordé a cantidad de veces que Naruto se ausentaba en la primaria por estar castigado.

La vez que me defendió sólo estuvo fuera por unos dos o tres días. Ahora que recuerdo, me reprocho no haberle hecho algún presente en forma de agradecimiento, más que sólo palabras.

Pero ahora que la vida me había dado la oportunidad de volvérmelo a encontrar podía reivindicar eso, podría darle el agradecimiento que se merece...

Pero, ¿qué le daba?

No lo conocía nada como para saber que podría gustarle recibir... ¿quizás alguna comida? A los hombres les gusta comer, y a mí no se me da mal cocinar...supongo que es lo más seguro.

Me dirigía fuera del colegio enfundada de nuevo en mi uniforme después de la práctica aún con ese pensamiento, ahora la duda estaba en que podía cocinarle...

—¡Hina!

Voltee atolondrada hacia la persona que gritó mi nombre y veo la sonriente mirada perruna de Kiba dirigiéndose hacia mí. Me terminé de girar y le sonreí en respuesta antes de contestar.

—Hola Kiba. ¿Qué haces aquí?

—Acabo de salir de mi practica con el equipo de futbol.

Ahora que lo recuerdo, Kiba me había dicho que el lunes comenzaron los entrenamientos. Es curioso que después de cuatro días, y saliendo al mismo horario, recién nos encontráramos por primera vez hoy.

Tu sonrisa de regalizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora