Capítulo 049.

1.9K 80 3
                                    

Los ojos de Justin estaban clavados en los míos. Hacía más de una hora ambos estábamos viendo una película de comedia, pero habíamos hecho todo menos verla. Justin lograba sacarme la risa que hace tiempo había considerado perdida.

Él lograba hacerme sentir libre y feliz al mismo tiempo, sin tener que temer por lo que pudiera suceder. Y realmente dolía saber que estaba haciéndome un bien y yo a él le hacía un mal, ocultándole aquel maldito secreto.

"Patricia Mallette" me repetí a mí misma. ¿Por qué Claire me había ocultado su nombre? ¿Por qué debía saber el secreto? ¿¡Por qué tenía que saberlo justo yo!? No entendía absolutamente nada de lo que ocurría en ese contexto. Jamás había sido buena para guardar secretos, por eso siempre tenía problemas. Pero era diferente ahora que sabía que quizás yo también podría salir perjudicada.

Primero que nada Claire o Patricia, como se llamase, no tenía idea de que su propio hijo siquiera estuviera con vida. Estaba desorientada, lloraba cada noche, resguardaba sus esperanzas para encontrarlo. Y Justin...bien, ni siquiera sabía si Justin estaba dispuesto a encontrar a su madre. Era tan cerrado en ese tema que no me atrevía a preguntarle. Pero él debía saberlo antes que nadie...

Y yo no tenía la valentía para decirlo.

De repente vi la mano de Justin pasar frente a mi rostro una y otra vez. Sacudí levemente mi cabeza y lo miré con una sonrisa, para luego morder mi labio, apenada.

—Joder, Hall. ¿Cómo puedes encerrarte en tu cabeza así? Enséñame a hacerlo. —Dijo, sin perder su tono serio.

Solté una risa. —Tan sólo déjate llevar por tus pensamientos, y olvidarás la maldita realidad por un momento.

—Jamás te había oído hablar así. —Balbuceó en voz alta.

—Es que...jamás tuviste tiempo para conocerme, Justin.

Las palabras salían de mi boca por sí solas, como si tuvieran el permiso para hacerlo. No estaba analizando lo que decía, pero al parecer él comenzaba a sorprenderse aún más y como siempre trataba de ocultarlo.

—Quiero conocerte entonces. —Afirmó, volviendo a dibujar una hermosa sonrisa.

—Está bien...—Susurré, mirando hacia abajo algo apenada. —Soy _____ Hall, tengo casi dieciocho años, sufro de asma en ocasiones de extremo nerviosismo o cuando me agito demasiado y le temo a las arañas. Suelo decir que estoy bien cuando no es así, y hasta hace unos meses era infeliz. —Dije, alzando los hombros a continuación.

—Gusto en conocerte, _____ Hall. —Carcajeó, volviendo a la misma posición anterior.

—Lo mismo digo. —Exclamé con alegría.

—No sabía que eras asmática. —Murmuró, mirándome. — ¿Por qué hasta hace unos meses eras infeliz?

Alcé mi vista y sonreí de costado, negando con la cabeza lentamente. Tomé su mano y acaricie sus dedos uno por uno. Él se mantuvo en silencio observándome como si fuera una muñeca de porcelana. Tomé aire y dejé salir todo lo que tenía guardado en mi corazón:

—Porque...no te tenía a mi lado como ahora. —Dije casi en un susurro.

Lo único que sentí en ese momento fueron sus labios chocar con los míos. Un beso dulce y tierno, del cual no quería escapar nunca. Con su mano izquierda acariciaba mi mejilla y con la otra brindaba leves caricias en mi cintura, por debajo de mi blusa. Su piel tocando la mía era algo inexplicable.

—Creí que bromeabas cuando dijiste que era París. —Susurré prácticamente en sus labios. Él sólo sonrió.

—Sabía que te gustaría, por eso no quise arruinar la sorpresa. —Murmuró, llevando su vista hacia nuestras manos.

Miré su perfil, examinando sus facciones tan perfectas.

—Gracias por eso. —Hice una pausa. —Por eso y por todo lo que haces por mí.

—No debes agradecerme, Hall. Tú lo mereces.

—No es cierto...yo no lo merezco.

Mi voz sonaba casi como un susurro. Y era cierto, no merecía nada de lo que él hacía por mí. No merecía sonreír, ni ser feliz, ni ser amada. Estaba guardando un secreto que cambiaría la vida de Justin, pero sólo me limitaba a pensar en mí.

++++

Abrí la puerta de vidrio de par en par y la luz del sol dio en mi rostro, haciendo que entrecerrara los ojos. Dibujé una sonrisa de oreja a oreja, mientras acariciaba los barandales de color blanco. "Tu madre está en Francia" recordé las palabras de papá, y un sinfín de dudas llegaron a mi mente. Si bien sabía que mamá podría estar en París, no sabía cómo reaccionaría al no encontrarla en un centro de rehabilitación.

Justin había mencionado que iría a arreglar un asunto con Steve, y que probablemente no regresaría en dos horas. Tenía ese tiempo para poder buscar a mamá y saber si ella decía la verdad o realmente estaba mintiéndome. Ella era capaz de cualquier cosa, hasta de poner a papá en mi contra.

Bajé por las escaleras lentamente, abrazándome a mí misma. Tenía que bajar unos cinco pisos, pero era cuestión de obtener lo que quería. Al llegar a la recepción, salí del edificio y grité en mi interior por haber tenido aquella valentía. Antes ni siquiera hubiera podido salir de la suite...o es más, ni siquiera hubiera huido de casa.

Alcé mi pulgar y rápidamente un taxi freno casi sobre mis pies. Subí y le indiqué la dirección que había averiguado por internet. Se trataba de un establecimiento de rehabilitación para adictos a las drogas y al cigarrillo. Era el único en todo París en el que mamá podría estar.

El taxista aparcó su auto, le lancé los respectivos billetes que había entendido de su habla y bajé casi corriendo, frenando frente a aquel gran edificio con el color blanco hasta en las flores. Me adentré en él y busqué con la mirada algún cartel que me indicase dónde debía ir.

—Disculpe, ¿Puedo ayudarla en algo, señorita? —Preguntó una mujer vestida con un uniforme celeste claro, caminando hacia mí.

—Necesito saber si tienen el nombre de una paciente...—Ella me interrumpió.

—Sígame por aquí, por favor.

La mujer caminaba apresurada, traté de seguir sus pasos pero me era imposible no quedarme tildada con tantos carteles y aparatos tecnológicos que jamás había visto. Entramos a una oficina y ella se sentó tras un escritorio, sacó de un cajón una planilla llena de hojas y me observó, quitándose sus anteojos.

—He tenido tantos casos de personas que se internan en el establecimiento sin el consentimiento de sus seres queridos. —Explicó, incitándome a sentarme frente a ella.

—No es mi caso, en realidad sólo quiero saber si Jennifer Thomas está aquí. —Insistí con algo de desesperación.

— ¿Thomas? ¿Jennifer Thomas? Lleva aquí unas semanas...—Asintió reiteradas veces con la cabeza y solté un suspiro de alivio.

— ¿Cree que puedo verla?

—Acaba de salir de su charla semanal, tiene diez minutos para hablar con ella. Está en la habitación 16 del segundo piso...

Me levanté del cómodo asiento de cuero negro y prácticamente corrí escaleras arriba. Busqué el número "16" en cada puerta que veía y al encontrarlo tomé aire. Toqué tres veces y mamá abrió la puerta, con una sonrisa en su rostro casi resplandeciente.

Estaba todo aclarado; mi padre era un maldito mentiroso.


++++

Hasta aquí por hoy <3 ¿Qué les pareció el capítulo?

¡COMENTA Y REGÁLAME UN VOTO SI QUIERES QUE LA SIGA!

Rom.

Invisible »Jb. |FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora