(1) Barton; Peter Parker, The Avengers.

2; 2.4

Oía su propia respiración, agitada y entrecortada. Tenía frío, muchísimo.
Abrió los ojos, encontrándose con un abovedado techo de roja piedra caliza,  abierto de manera circular y dejando pasar la luz que emergía de las estrellas.

Se apoyó sobre sus codos, incorporándose y gimiendo de dolor acto seguido. Miró alarmada las aureolas verdes rodeando su torso y su pierna izquierda.

Se recostó sobre el frío suelo de nuevo, haciendo sonar las metálicas cadenas que la ataban con el movimiento. Suspiró frustada, apretando entre sus dedos temblorosos la tela de la chaqueta.

Involuntariamente, llevó su mano a su propio hombro, tocando con sus limadas y pintadas uñas el bordado de la araña, en fino hilo gris.

Suspiró, teniendo la imagen de Peter por un momento en su mente, y logrando calmarse mínimamente. Pero entonces, Raven ocupó su mente también.

Se levantó de golpe. Su propio dolor parecía no importar ya. No recordaba nada. Absolutamente nada. No sabía si había ganado o perdido aquella batalla.

No sabía si ella era ahora prisionera de Thanos o si aquel lugar era algo diferente, y, lo más importante de todo aquello, no sabía qué había pasado con el resto de los Vengadores.

Una sensación horrible la envolvió de un momento a otro, como un golpe seco en el pecho.

¿Y si había perdido?

Si Thanos había cumplido entonces su promesa, todos estaban muertos, y era culpa suya. Ella era la única culpable.

- No.—susurró, sin saber muy bien por qué.—Por favor, no.

Los ojos de Clint, de Bucky, de Emily; acudieron a su mente, como disparos de un dolor que ni siquiera era capaz de digerir.

Sollozó. La duda la mataba por dentro y la sola idea de una pérdida de aquellas magnitudes, la estaban transportando a aquel día de la muerte del arácnido, de aquel dolor insaciable.

- ¿Bethany?—dijo alguien.—Beth. ¿Eres tú?

La joven abrió los ojos como platos. Miró a su alrededor, en busca del poseedor de la débil voz.

- ¿Quién eres?—dijo al aire.

- Emily.

Algo volvió a estabilizarse en la castaña.

- ¿Estás bien?

- Sí.—contestó la rubia, tiritando.—¿Y tú?

- No puedo moverme. Parece que los curativos están tardando más de lo normal.

Emily sonrió irónica, apoyando su cabeza contra la pared y mirando lo único que podía distinguir entre la oscuridad. Sus muñecas encadenadas.—No es raro, Beth. Esa hija de perra te ha machacado.

- ¿Qué?

- Te ha vencido, Bethany. Tenía tus poderes, perfectamente controlados. Un par de golpes han sido suficientes para dejarte insconciente.—contestó ella rápidamente.

- ¿Mis mismos poderes?—preguntó Barton, incrédula.—¿Cómo podría vencerme con mis propios poderes? ¿Cómo podría tener mis poderes?

- No tengo ni la menor idea. Pero ella los controlaba a la perfección, no como tú. Creíamos que tú los controlabas, pero desde luego, no lo haces. Ni la mínima parte.

La castaña frunció el ceño, cada vez más confundida ante las frías palabras de su mejor amiga. Agitó su cabeza, obligándole a si misma a apartar aquello, y priorizar sus dudas.