Capítulo 20: Esto es lo que soy

532 52 25
                                    

"Y al borrar cada cicatriz de mi mundo yo me volví la reina y señora de cada momento, la única dueña de mis sentimientos, la emperatriz de mi vida. Ven y enséñame a creer que este mundo puede ser algo más que un lugar tan vacío, cariño mío"

(Canción novela Emperatriz de mis sueños)


—Que infantil que fuiste —chilló Cat, mientras caminaba de lado a lado en el departamento de Melina. Sin poder creerse todavía que hubiera roto el vidrio del Porsche, porque... ¡Melina no era así! Todo lo contrario, era de las que siempre evitaba el escándalo público y ahí estaba para hacer caer esa fachada de señora decente que siempre mostraba; sin dudas que Giovanni estaba perturbando su esencia—. ¿Por qué no le diste la oportunidad de explicarte quién era Connie?

—Oh, ahora resulta que mi mejor amiga, llama Connie a una de las tantas chicas de las que Giovanni me hace chupar babas. ¡Genial, Catalina, genial! Era lo último que te faltaba.

—¿Y quién se supone que es la tal Connie? —preguntó Bárbara—. Digo, ilumínanos si tanto tú sabes quién diablos es la rubia.

—Pues no —concluyó Cat, cruzándose de brazos, enojada—. Porque ambas dos son tal para cual, juzgaron a Giovanni sin saber quién era la chica y ni siquiera se tomaron la molestia de darle una oportunidad, no, simplemente montaron un escándalo como el que yo sabía hacer de adolescente.

—Habla por Melina —intervino Bárbara—. Yo no fui la que gritó en medio de la calle y rompió el vidrio del coche.

—No hace falta saber nada cuando vi un beso, Catalina.

—¿Y? ¿Acaso sabes a qué se debió ese beso? ¿O por qué sucedió?

—Si vas a defender a Giovanni vete de mi casa, Cat.

—¿Me estás echando?

—Sí.

—Bien —respondió Catalina, yendo en dirección a la puerta—. Pero cuando sepan la verdad ambas se van a arrepentir de haberlo juzgado y ojalá Giovanni no te perdone por idiota, Melina.

—Gracias por ser tan buena amiga, Catalina de mierda.

—Gracias a ti por ser tan idiota y arruinar mi almuerzo, ahora tendré que cocinarme, porque estoy hasta las narices de McDonald's y toda comida hecha por otro.

»Y llora, Melina de mierda, llora hasta secarte de lágrimas porque Giovanni no va a perdonar tu actitud de cría. Ojalá te haga pagar el vidrio roto por estúpida.

Melina le lanzó con un almohadón y Catalina finalmente desapareció dando un portazo. Mey suspiró, haciendo un puchero y miró a Barbie.

—¿Tú qué piensas, Bar? —preguntó Melina, con la voz temblando—. Las tres vimos el beso.

—Bueno... yo... yo creo que puede que exista alguna explicación.

—Sí, que no me quiere como yo pensé.

—No lo sé, Mey, yo te dije que él no era para ti. Pero Cat tiene razón, te comportaste como una niña, eso de romperle el vidrio es de una cría.

—Pues le hubiera roto a patadas esa camioneta de mierda.

—¿Quieres que cocine?

—No, Bar, en realidad quiero estar sola.

—De acuerdo, llámame si necesitas algo, iré a lo de Cat.

—Mándale mis saludos a esa traidora de mierda.

Barbie puso los ojos en blanco, le dio un beso en la mejilla a su amiga y finalmente abandonó el apartamento.

Miradas cómplicesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora