CAPITULO 11

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   Problemas, problemas y más   

           problemas

     (Vuelve  a narrar Dianne)

Oí que Shane entraba en mi habitación.

- Vete, no quiero ver a nadie - dije con mi cara apoyada en la almohada.

- Dianne venía  a disculparme - dijo entonces.

- No quiero escuchar más disculpas de nadie.

Sin duda estaba disgustada y al mismo tiempo enojada.

Sentí como los pasos de Shane se oían cada vez más cerca de mí.

- Como quieras - dijo y me besó la cabeza - buenas noches, descansa.

En ese momento se fue y dejó la paz que necesitaba.

A la mañana siguiente no tenía ganas de nada, no quería ver a nadie y menos ir a clase, cosa que no me apetecía ningún día. Por suerte leí el mensaje que me envió Cinthya, me decía que las clases habían sido canceladas por las tormentas. Solté un suspiro.

Escuché rugir mis tripas y miré la hora en mi celular, las diez, buena hora para desayunar. Me calcé y salí de mi habitación. Cuando fui a entrar en la cocina vi a Shane y en seguida salí de nuevo hacia mi habitación, pero mis planes se vieron interrumpidos cuando me cogió de la muñeca.

- Dejame - dije sin mirarlo.

En ese momento me obligó a girarme y a mirarle a los ojos.

- Dianne lo siento pero es que no lo soporto - dijo triste.

- He dicho que me dejes - volví a repetir.

En ese momento volvieron a rugir mis tripas, mal momento.

- Al menos desayuna algo aunque sea sin mí - dijo.

Bajé el único escalón que había conseguido subir y me dirigí a la cocina. Desayuné sin la compañía de Shane, lo que me reconfortó. Terminé y me senté en el sillón del salón a ver la televisión.

- ¿Puedo sentarme? - dijo Shane volviendo a molestar.

Lo ignoré, mala idea porque se sentó.

- Mira Dianne

- No quiero escucharte - le corté.

- Dianne por favor, sabes que solo quiero lo mejor para ti - dijo.

Me giré.

- Shane, no enriendes que lo único que haces es complicarme las cosas, no entiendes que no quiero que os peleeis, y menos por mí.

- Pero.

- No quiero veros, ni a ti ni a William, así que fuera de aquí.

Se levantó y salió por la puerta. Al fin podía estar sola. Me levanté y me fui a duchar, después me vestí y me tumbe en mi cama.

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          NARRA SHANE
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Salí de casa dando un portazo, no sabía si estaba triste o enojado y lo único que tenía claro era que quería volver a ver sonreir a Dianne. Si quería que me perdonase lo mejor sería pedir ayuda a Cinthya, así que me dirigí a su casa.

Abrió la puerta el repelente de su hermano.

- ¿Qué quieres aguafiestas? - dijo cuando me vio.

- He venido a ver a Cinthya ¿Está en casa? - dije intentando no perder la calma.

- No acaba de salir.

- Pues adiós - dije girandome.

- No toques a Dianne - le oí decir.

- ¿Quién me lo impide? Que yo sepa no es tuya.

Me di la vuelta de nuevo.

- No, pero pronto lo será. Tú no le gustas - eso dolió.

- ¿Cómo lo sabes? - pregunté de forma dura.

- Ella nunca haría daño a su mejor amiga.

- ¿A qué te refieres?

- Te quedaste a solas con ella por algo - dijo.

Ya caía pero Dianne no podía hacerlo en serio, no si yo lo impedía, a mí me gustaba ella no Cinthya.

- ¿Acaso no ves que el que no le gusta eres tú? - dije desafiante.

- Quiero apostarla, quien la conquiste antes se la queda - dijo.

Lo pensé unos instantes, eso podía estar mal pero sino le dejaría el camino libre.

- Acepto - dije.

Nos dimos un apretón de manos para cerrar la "apuesta" y cerró la puerta.

Manos a la obra. Volví a casa y busqué a Dianne.

- ¿Puedo? - pregunté.

Se quedó pensativa.

- Depende, ¿Para qué? - dijo.

- ¿Perdirte perdón?

- Vaalee - aceptó.

Se incorporó y se acercó invitandome a entrar.

- ¿Y bien? - dijo sentandose en el suelo.

- Lo siento, no debí pelearme con William pero no...

- No soportas verme con él - me cortó - si lo que quieres es protegerme, no es mal chico.

No era eso, pero no me atrevía a devirle lo mucho que la queria, aunque creo que ya lo sabía.

- ¿Te apetece salir? - propuse.

- Claro, ¿montamos? - dijo.

- Brillante idea.

Me levanté y le tendí mi mano para ayudarla a levantar. Creo que la ayudé demasiado porque terminamos muy juntos.

- Lo siento - se disculpó aún roja.

- Bajemos.

A los pocos minutos ya estábamos fuera.

- ¿Te apetece ir al bosque?

- Vale - respondió después de pensarlo - pero esta vez no me hagas enojar o lo pagarás caro.

Asentí.

Cuando llegamos al claro nos bajamos y nos paramos a escuchar a los pájaros.

- ¿Te atreverías a transformarte?

- ¿Aquí? ¿Ahora? - dijo extrañada.

- Mmmm sí ¿Te parece mal? - dije confundido.

- No, además echo de menos volar, desde arriba todo es precioso.

- Pues venga - dije ya transformado.

Ella se transformó también y empezamos a revolotear de aquí para allá.

Reina a los 16Donde viven las historias. Descúbrelo ahora