Capítulo 16

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– ¿No piensan responderme? – volvió a preguntar ante la falta de respuesta.

Me separé tan rápido como pude de Elliot, debíamos de mantener la distancia.

Mi padre nos miraba intercaladamente esperando alguna respuesta.

– Y-y-yoo... – tartamudeé.

Si decía alguna mentira mi padre podría descubrirla.

Rayos, ahora estoy en otro problema.

– Buenas noches, Señor Green.

– Buenas noches, pero aún no me responden, ¿por qué están a estas horas fuera de casa?, es muy peligroso.

– Sí...

– Sobre todo tú, Alice, tu madre está como una loca, ya estaba saliendo a buscarte – dice acercándose a nosotros.

Tiene razón, mamá debe de estar caminando por las paredes por la preocupación o por la cólera.

Ahí venía nuevamente otro castigo, y estoy casi segura que esta vez ya no serán dos meses.

– Lo siento papá se me fue la hora en ca...

– Es culpa mía, señor, estuvimos hablando y escuchando las historias que nos contaba el señor Abad, que al final perdimos la noción del tiempo – dice Elliot interrumpiéndome – y como era algo tarde, vine a dejar a Alice en la puerta de su casa.

¿Estaba escuchando bien? ¿Elliot estaba mintiendo para librarme de un buen castigo?

Vaya, no solo me salvaba la vida, sino que también me ayudaba con el castigo.

– ¿Así? – papá pareció dudar – está bien, con tal que no estés en la calle a estas horas, está todo bien, recuerda que es peligroso.

Sí, demasiado peligroso, ya lo había vivido en carne propia, y no quería volver a experimentarlo jamás en mi vida.

– ¿Estuviste llorando, cariño? – cuestiona mi padre mirándome fijamente.

– Oh... eso...

– Aparte de las historias, el señor Abad también nos contó muchas bromas e historias muy graciosas, y Alice estuvo que se reía hasta llegar a las lágrimas, por poco creo que se orina – responde Elliot en mi lugar.

¿Acaso, él tenía las respuestas para todo?

Me sorprendía la facilidad que tenía para contestar sin titubear a las preguntas que mi padre hacía.

– Mi princesita sigue siendo la misma, cuando le cuento alguna broma se ríe hasta ponerse muy roja, hubo una vez en que se o...

– ¿Cariño, por qué no has ido a buscar a Alice? – Apareció mi madre en la puerta interrumpiendo el relato de mi padre.

Mi madre al verme su rostro pasó de preocupación a una de alivio, pero luego frunció el ceño, lo que significaba que estaba molesta.

– ¿Qué horas son estas de llegar a casa, señorita? – dice con cierto enojo en su voz.

Mamá no aceptaría la mentira, ella me conoce tan bien.

– Mami...

– Buenas noches, señora Green, como le comenté a su esposo hace algunos minutos, Alice y yo nos quedamos hablando con el señor Abad y la hora se nos pasó volando. La culpa ha sido completamente mía, por eso la vine a acompañar hasta la puerta de su casa.

– ¿Así? – mamá también dudaba de la explicación.

Ella podría sospechar que es mentira, aunque varias veces me ha pillado haciéndole mala cara a Elliot.

Amor en GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora