01: Hijos de puta con suerte

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Capítulo 01 | Hijos de puta con suerte

Nuestra vida está basada en la compra y la venta.

Adquirimos bienes materiales desde nuestro nacimiento y nos crean la necesidad de ellos. Las festividades son franquicias para continuar consumiendo: navidad, año nuevo, acción de gracias, San Valentín, el día de la madre, el día del padre, las pascuas... Fechas que traen consigo un mensaje subliminal: compra.

Compra boletos de avión para ver a tu familia. Compra chocolates para tu novia. Compra condones para evitar accidentes. Compra la casa de muñecas que tu hija pequeña le pidió a Santa Claus. Algunas —muchas— mujeres pueden tener al esposo perfecto, sin embargo, si no son capaces de comprar juntos una casa más grande para los niños, dos coches, y luego pagarse viajes en familia... Lo más probable es que sientan que algo no está bien en ese matrimonio, por más amor que exista.

¿La razón? No pueden comprar.

La deuda de las tarjetas de crédito de los ciudadanos norteamericanos es, en promedio, ocho mil dólares. Todos consumimos un poco más de lo que en realidad somos capaces de pagar, pero así es nuestro sistema. Consumir es parte de nuestra idiosincrasia.

Y, mientras algunos lloran... otros vendemos pañuelos.

—Toda una ejecutiva —mencionó Emma, mi compañera de piso, al verme salir de la habitación—. Impresiónalos.

Más allá del poco tiempo viviendo con Emma, no habíamos formado un profundo lazo de amistad. Sí, hablábamos de vez en cuando, e incluso tomábamos cerveza una que otra noche mientras veíamos una comedia romántica —rutina que no me gustaba, porque Emma era fanática de las películas de Adam Sandler, mientras que yo no le encontraba lo gracioso—. Sin embargo Emma no pasaban demasiado tiempo en el departamento.

Después de trabajar solía irse a casa de su novio, Arnold, donde usualmente se quedaba a dormir. Algunas noches, él se quedaba en nuestra casa. En líneas generales, Arnold era un buen chico: bien portado, bien arreglado, un poco introvertido, y bastante culto. Me gustaba pasar más tiempo con la versión divertida de Emma que salía a relucir cuando estaba Arnold cerca, que la Emma distraída que vivía sola conmigo.

—Eso intentaré. —Asentí con una sonrisa. No éramos muy amigas, pero nos llevábamos bien.

Hacía ya cuatro meses había aplicado a unas pasantías en LB&T, una de las empresas de publicidad más grandes del país. El proceso de selección, a pesar de no ser difícil, sí que había sido extenso: tres entrevistas distintas, un ensayo sobre cómo veía mi futuro profesional, luego otro ensayo sobre cómo mis habilidades y fortalezas podrían ayudar a LB&T a ser incluso mejor —¿hola? Yo apenas tenía veinticuatro años, una carrera universitaria, y un diplomado; no era como si yo pudiera ofrecerle demasiado a una empresa millonaria que era el hogar de los mejores cerebros del área publicitaria. Aun así, mi ensayo fue muy creativo gracias al par de cervezas que me bebí antes—, y hasta enviar un vídeo de mí misma, explicando cuáles eran, para mí, las marcas líderes del mundo.

Lo peor de la situación era que, después de todo aquello, aún no nos decían si habíamos sido seleccionados o no. Por el contrario, nos habían citado ese día a la sede de la empresa para una última prueba.

Una. Última. Prueba.

Ni siquiera Nick Fury le exigió tanto a Los Vengadores para que formaran parte de su proyecto. Sentía que si aprobaba esta última prueba, tenía toda la capacidad de trabajar hasta para el presidente de los Estados Unidos.

La pregunta que me reiteraba Emma cada vez que yo me quejaba era «¿por qué quieres estar allí?». ¿Qué clase de persona no querría trabajar allí? LB&T no solo era una de las mejores empresas de publicidad del país sino que destacaba por un excelente ambiente laboral, junto a otras compañías como Google y British American Tobacco. El verdadero problema era que el ochenta por ciento de los jóvenes que querían incursionar en el área, aplicaban a pasantías y vacantes en esta empresa. Mucha demanda y poca oferta.

Vendiendo el amor © ✓ [Vendedores #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora