15. Aaron - "Indecisión" (¡Capítulo inédito!)

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El mundo parece muy pequeño entre David y yo. Somos palabras y silencio, mentiras y verdades, realidad e incertidumbre.

Nos miramos con fijeza. En su mirada hay decisión; en la mía, miedo. La luz hace que sus ojos refuljan más que nunca. Me recuerdan al brillo del sol cuando aparece sobre las montañas o cuando se convierte en un trozo de uña a punto de desaparecer en la costa de Esperanza.

Me pierdo en sus rasgos y me maravillo con cada imperfección y con cada detalle al alcance de mi vista. Es hermoso, mentiría si dijera que no. Sé que aceptar su belleza es un riesgo, pero me es imposible no deleitarme con ella. Por hoy, quiero serle fiel a mis sentimientos y no mentirme a mí mismo. Mientras no cruce la línea imaginaria que he trazado entre nosotros, mi vida y mis propósitos seguirán a salvo.

David no despega sus ojos de los míos. Ya no siento vergüenza. Dos semanas atrás, incluso una, habría desviado la mirada en lo que dura un suspiro. Hoy, todo es diferente: el tiempo se agota.

Ambos parecemos hablar con simples gestos. No necesitamos de las palabras para expresar lo que sentimos. Leo en sus ojos que él me pide renegar de la Cura y escapar de las autoridades. Yo, al parecer, le pido que me empuje a huir y, al mismo tiempo, le pido perdón por no tener las agallas para ir a casa, guardar en una mochila o en una maleta unos cuantos recuerdos de mi vida actual, despedirme de mi familia y volar junto a él hacia un cielo de riesgo y de libertad.

Estamos en silencio frente a la pantalla gigante de la estancia, sentados sobre el suelo con las espaldas apoyadas contra una pared. No observamos la imagen de las montañas nevadas esta noche: vemos videos del mundo antes de la Gran Guerra. David los consiguió con Amanecer. Me dijo que los rebeldes mantienen en sus archivos secretos un millar de objetos preguerra que los grupos protectores de expedición destruirían al momento de encontrarlos. 

David no debería mostrármelos, porque todavía no soy de fiar para el movimiento rebelde. A pesar de todo, él rompe sus propias reglas, así como yo rompo las mías. Ambos ignoramos las advertencias de los demás y arriesgamos nuestro bienestar por causa del otro.

Veo imágenes de lo que David llama como "marcha por la diversidad sexual". Cada palabra suena peligrosa al reproducirla en mi mente. 

Las marchas son algo casi inexistente en nuestra nación. Como las manifestaciones son asociadas con el terrorismo, ningún habitante cuerdo se atreve a alzar la voz. La primera marcha que vi ocurrió hace diez años. Sus organizadores y participantes protestaban en el centro de Libertad por la diferencia de sueldos entre los sectores centrales y los alejados del país, algo que no puede ser negado por los gobernadores. Incluso mi padre, que es un simple informático en una escuela primaria de Libertad, gana casi el triple que los trabajadores de mayor rango en sectores como Esperanza o Ciudad Antártica, situada en un extremo del continente.

Aún recuerdo cómo los protectores aporreaban a los manifestantes contra el suelo. La marcha no logró durar ni diez minutos cuando el Cuerpo de Protección ya la daba por terminada. Los gobernadores no se negaron a que las imágenes fueran exhibidas por televisión, quizá para mostrar las consecuencias de manifestarse en Arkos.

En cuanto a la diversidad sexual, esto es algo desconocido e inexistente para la mayoría de los arkanos, pero no para mí. Es un secreto que David me ha confiado y que nunca olvidaré, así pasen treinta años y tenga cuatro o más hijos con Caroline.

—¿Notas lo felices que se ven? —me pregunta David con añoranza en la voz.

Sus ojos están cristalizados. Sé que desea ser tan libre como la gente del video. Algunas veces deseo serlo también. No obstante, sé que mi mejor oportunidad sigue siendo acceder a la Cura y seguir el plan de vida en el que he creído durante años.

Prohibidos [En físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora