El giratiempo

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Snape estaba paralizado de horror al ver como Lupin había atacado salvajemente y sin piedad a  Cordelia que ahora yacía en el suelo. Estaba seguro de que ella no podía morir, se lo decía su consciencia y la lógica pero su corazón no podía pasar desapercibido el sufrimiento físico de la vampiresa. 

Cuando el hombre lobo se alejó a toda prisa, adentrándose en la espesura del bosque tras escuchar un aullido en esa dirección, Snape dejó a Ron por un momento para ir a comprobar el estado de Cordelia... 

La pobre estaba cubierta de sangre.Tenía heridas importantes de mordeduras en el brazo derecho, un corte en la cien y marcas de garras en el cuello. La vampiresa respiraba con dificultad e intentaba incorporarse pero sus heridas le impidieron hacerlo tan rápido como le hubiese gustado. Su prioridad era Lupin, evitar que se hiciera daño o se lo hiciera a otros. Los niños estarían bien si se mantenían lejos de él, pero le aterraba que el licántropo pudiera desviarse a Hogsmeade  y allí causar estragos. 

No, no te levantes, Cordelia suplicó Snape quitándose la capa para cubrirla, sin dejar de mirarla con preocupación. 

¡Remus! susurró la vampiresa con un hilo de voz.

Estará bien en el bosque respondió Snape intentando calmarla. 

¡Los niños!  

Ellos están bien aseguró Snape, acariciándole el cabello de forma axiomática. 

¿Y tú? Estás... sangrando dijo Cordelia abriendo los ojos por la sorpresa al ver la sangre que el pocionista tenía en las manos. 

Él negó con la cabeza. 

No es mía dijo aterrado—, es tuya. 

Posteriormente le echó una mirada de pánico a la luna llena que impoluta e implacable contempla la escena desde el cielo. 

No... no te preocupes respondió Cordelia con una escueta sonrisa—.  No... hay posibilidades de que me... vuelva una licántropa... ya hay una maldición en mi... ¿recuerdas? Po... por esa razón decidí... enfrentarme a él. 

Déjame llevarte al castillo pidió Snape aliviado ante sus palabras, con una mano en su cintura y la otra en su espalda para ayudarla a levantarse. 

—Estoy bien, Severus

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Estoy bien, Severus. Me asusté tanto por los chicos y... por ti. Tenía que hacer algo... 

Gracias respondió el pocionista conmovido. No podía creer que ella se hubiese arriesgado tanto por él. Mas de pronto lo invadió un renovado sentimiento de odio al recordar a Black. Seguía culpándolo de todo—. ¡Maldito prófugo! masculló con odio. 

Severus él... es inocente. 

Es un maldito cobarde. Huyó como un cobarde, dejándote sola con el licántropo.  

El Misterio del ÁguilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora