2; 2.0

1.3K 165 43
                                    

- No quiero que te vayas, papá.—decía Dann entre lágrimas cuando Clint bajó del blanco caballo.

Bethany sonrió tristemente, un tanto distante. Bajó de la montura y cogió las riendas de ambos animales, llevándolos al establo y dejándolos entre las vallas.

El corcel negro se acercó a ella, como si de alguna manera supiera que aquello era una despedida. Probablemente, la despedida.

La joven acarició su frente con cariño. Aquella bestia de raza pura parecía tener ojos sólo para ella.

Dejó un beso sobre su pelaje antes de volver a la entrada de casa. Intentó no mirar hacia sus hermanos, que lloraban en los brazos de su padre.
Los infantes no eran tan ignorartes de la situación como todos pensaban.

Entró en la casa, llena de aquel atisbo a despedida amarga. Miró a Laura, apoyada sobre la impoluta encimera de la cocina. Sus hombros bajados y su cabeza gacha indicaban el destrozo que aquellos últimos días habían hecho en ella.

- ¿Estás bien, Laura?—dijo delicada acercándose ligeramente a la ojiverde. —Sí, tranquila.—mintió. Sus ojos llorosos y su triste sonrisa partían el corazón de la joven.—Estás distinta.—añadió señalando su traje.

Bethany sonrió. Se acercó a la mujer, un tanto tímida, sin saber que Laura la acogería en sus brazos con cariño y acariciaría su pelo con delicadiza.

Se separó cuando una tercera presencia se hizo presente en la cocina. Clint se acercó a ambas.

- ¿Nos dejas un momento, Bethany?—preguntó Clint.

- Sí, claro.

Se alejó, saliendo al claro de nuevo. Giró sus talones, observando todos y cada uno de los detalles que aquella casa tenía. Las sombras que el sol proyectaba sobre ella, el color dorado de la madera, todos sus matices.

Miró el lago. La superficie plana del agua tranquila. Parecía poder ver la seda y el mármol desde su posición. El recuerdo de Peter, de Tecna;  de Raven, provocó un pinchazo doloroso en su pecho.

Giró, viendo entonces que los ojos del Capitán también estaban clavados sobre el lago.

- Steve.—dijo Wanda tras él.—Es la hora.

El ojiazul asintió, dedicándole una corta mirada a la joven Barton antes de avanzar hasta la nave. Bethany podía ver cómo el mejor soldado de toda América estaba nervioso e inquieto, y aquello sólo aumentó la sobredosis de nervios que se apoderaban de ella.

- Todo saldrá bien.—dijo la sokoviana, probablemente leyendo su mente.—Tranquila Beth.

La joven asintió dudosa. Pisó el suelo hasta que sus dedos rozaron el metal de la nave. Clint salió de la casa, dejando detrás a Laura y los niños. Pudo ver el miedo que se reflejaba en sus ojos.

Los infantes corrieron hacia su hermana mayor, haciendo que las lágrimas salieran por fin de sus ojos castaños.

- ¿Volverás?

El alma se le cayó a los pies. Miró los ojos azules de Dann y besó su frente. No contestó su pregunta.

Las aureolas verdes salieron de sus manos llenando el cabello trenzado de Emma de pequeñas flores blancas. Ella sonrió, con la cara empapada de lágrimas.

- Cuidar de Max.—dijo refiriéndose al pastor alemán.—Y cuidar de vuestra madre, ¿hum?

- Bethany. Debemos irnos.

La castaña asintió a Bucky. Besó de nuevo a ambos niños con el corazón en un puño y siguió con la vista al resto de héroes que subieron a la nave. Aceptó la mano que el Soldado de Invierno le ofrecía y se impulsó haciendo resonar sus zapatos en el metálico suelo de la nave.

Intentó no mirar demasiado aquel lugar. Arrastraba demasiados recuerdos. Demasiados como para dejarlos a todos de lado.

Las compuertas se cerraron. Sintió el tacto frío del brazo de Bucky sobre su hombro. La joven hizo un puchero. El vacío de su pecho era enorme.

Se extrañó cuando él la abrazó con cariño bajo la mirada del resto del equipo. Sintió la misma sensación de seguridad que la inundaba cuando Clint hacía lo mismo. Besó su cabeza.

Pocas veces en su corta vida había agradecido tanto un gesto.


...

-

Hemos llegado.

La voz fría de Steve congeló los huesos de la joven. Elevó la cabeza con cuidado. Sintió el suelo bajo la estrutura del avión y un escalofrío recorriendo su espalda.

- Los sensores.—dijo Tony, ya dentro de su traje.—Se están disparando.

- ¿Y qué quiere decir eso?

- Eso significa que el poder del lugar nos supera.—contestó Peter Quill.—Y ni siquiera hemos bajado de la nave.

- Callaros de una vez.—reprochó Nébula. Presionó el botón que abría las compuertas y bajó de un salto bajo la mirada sorprendida de todos.

La sed de venganza que tanto ella como gamora sentían podía palparse en el aire. Habían esperado muchísimo ese momento, y desde luego no pensaban desaprovechar la oportunidad.

El frío golpeó los brazos desnudos de Emily. Miró a Loki ligeramente, y se alegró aliviada al ver que la mirada fue correspondida. Se acercó a él, mirando a Bethany por un momento.

Su amiga bajó con pasos torpes e inseguros. La gema brillaba dentro de su piel y sus ojos reflejaban el más puro temor.

Se quedaron solos en la nave.

- Tengo miedo.—confesó en un susurro.—Muchísimo miedo.

El Dios del Engaño miró las finas facciones de la joven por un momento. Los parámetros de aquella sensación casi desconocida para él se disparaban cada vez que la alada rubia estaba cerca.

- Estarás bien.—afirmó.—Eres una guerrera.

Elevó su mentón, dedicándole una mirada profunda que Emily no supo interpretar del todo bien.

Cogió su mano y la bajó de la nave con delicadeza.

El terreno parecía una plataforma constante en el espacio. El espacio a su alredor parecía ser infinito. Miles de galaxias les rodeaban.

Bethany analizó todo a su alrededor. Por primera vez en mucho tiempo, echó de menos a Peter a su lado, explicándole el por qué de aquellas explosiones que se daban en las estrellas cercanas, o para que midiera cuántos metros los separaban de la gran puerta de piedra caliza sellada a cal y canto.

- ¿Cómo vamos a entrar ahí?—preguntó Emily detrás de ella.

Como si alguien escuchara su pregunta, las compuertas se abrieron con un ruido ensordecedor.

Tony y Steve intercambiaron una mirada, buscando la aprobación el uno del otro.

Avanzaron a pasos lentos y cautelosos. Más allá de la enorme puerta, una ráfaga de viento helado salía de un largo y ancho pasillo completamente neutro, escarbado en la tierra con cortes perfectos.

El silencio reinaba. Sus pasos sonaban vacíos y el sudor frío corría por su cuello. Les estaban esperando.

Había alguien en el fondo de pasillo.
Emily, casi sin saber como, creó una bola de luz. La lanzó, haciendo sonar las cadenas que colgaban de su cuerpo,y esta rodó por el pasillo hasta llegar a las altas botas de la presencia.

La sombra de dos alas metálicas se proyectó sobre las paredes. La sangre de Bethany se congeló al ver los pálidos pechos de Ágatha bajo la fina seda una vez más.

Pero no se congeló por la prencia de la hija de Thanos. Se congeló por las tres Gemas del Infinito que colgaban de su cinturón.

La batalla comenzaba.

Probablemente, la última.

(1) Barton;  Peter Parker, The Avengers.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora