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Mamá no llegó hasta entrada la noche y supongo que Harry no habló con ella porque tardó en subir. Quiso abrir mi puerta, pero estaba cerrada por dentro y eso la asustó. No quería que tiraran la puerta abajo así que abrí y dejé que me revisara los brazos. Eran pocas las marcas nuevas pero eso no logró tranquilizarla, a mí tampoco.
-Se me hizo muy tarde.-murmuró.
-Es igual. Iba a esperarte.
Nos acostamos en mi cama. Ella me tapó y acarició mi pelo una y otra vez a la vez que me miraba atentamente.
-No apareció. Se sacó un peso de encima. Ni siquiera apareció por acá.
-Esperabas que lo hiciera.
-No lo sé. Supuse que si me quería al menos iba a pelear un poco. Creo que sos la única que pelearía por mí.-susurré y tomé su mano con fuerza.-Yo pelearía por vos.
-Vos sos mi nena, iría a buscarte al otro lado del mundo sin importar nada.-la casa seguía a oscuras y me pareció egoísta mantenerla despierta hasta esas horas sólo porque quería estar un poco con ella.-Te extrañé mucho hoy. El día no se terminaba más.
-¿Puedo ir con vos a tu cuarto y hacerte compañía hasta que te duermas?-pregunté.
-Claro que no. Ya nos acomodamos acá. Es hora de dormir.-pasó su brazo por encima mío y la tapé a ella como había hecho conmigo.-¿Ya querías echarme?
-Pensé que no ibas a querer dormir conmigo.-admití.
-Bueno. Te confundiste. Ahora es hora de dormir. Te amo, hija. Te amo.
-Yo también, mamá.
La abracé con fuerza y me dispuse a dormir. No encendí Netflix ni me sumí en una de mis películas favoritas hasta que el sueño llegara. Me limité a escuchar su respiración tranquila hasta que ya nada quedó.

Me quedé parada junto a la puerta mirando cómo ellas practicaban. Estaban desorganizadas pero se divertían. El gimnasio estallaba en risas por sobre la música. Ser porrista nunca había sido así, o al menos en mi caso. Nosotras entrenábamos más que cualquiera, dedicábamos días enteros a ella y parecía más una obligación que una elección.
-¿Qué te pareció?-preguntó Candy con el pelo teñido de violeta y una remera vieja que tranquilamente podía ser de un hermano mayor que se había ido a la universidad.-¿Somos buenas?
-Son geniales.-dije y me levanté.-De verdad. Me gusta cómo entrenan. Pero no puedo entrar.
-Nos falta una.-dijo haciendo puchero y cedí cuando mi celular empezó a sonar.-Bien. Mañana te presento a todas, huyeron por el exámen de matemática.
-Claro.-dije y miré el mensaje de Niall.
-¿Algo va mal?
-Mi tío no puede buscarme hoy.-murmuré.-Solo acaba de avisarme.
-Genial. Vamos. ¿Para qué lado vivís?
Ya salíamos del lugar y señalé a mi derecha. Supe al instante que deshacerme de ella sería inútil así que la dejé ser y caminamos en silencio. Era extraño volver así del colegio, sin Zackary. Todo era más extraño sin él.
-Tengo que comprar unas cosas.-dije y entré en la tienda.
Candy me siguió y puse cuatro aerosoles en sus brazos antes de tomar cuatro más. No tardamos en pagar y salir. Metí todo en la mochila y seguimos caminando.
-¿Así que pintas?
-Nilce.-le dije.-Era la firma que usaba antes con... Con mi ex novio.
-¿Nilce? ¿Estás jodiendo? Pintaste mi casa.-la miré con terror y ella soltó una carcajada.-Mi abuela estuvo caminando por la casa y diciendo que te iba a encontrar durante una semana. De verdad fue algo muy bueno.
-Creo que debería disculparme con tu abuela.
-Ya se le pasó.-rió.-Wow. De verdad causaste un lío en mi casa, uno de los más graciosos.
Agradecí que no notara mi mención de "ex novio" o que no la mencionara. No podía creer que había pintado su casa. Imaginé a la señora molesta y casi reí igual que ella, pero me contuve y no tardamos en separarnos para tomar caminos separados.
Al llegar a casa ví a Zackary apoyado contra la puerta tocando con insistencia el timbre y me detuve. Lo miré sin poder moverme, presionando las cintas que colgaban de mi mochila con fuerza al igual que los labios. Había ido a buscarme. Estaba ahí. Quise correr y esconderme, subir por la ventana a mi cuarto y llorar, pero no podía moverme de ahí. De golpe di un paso atrás y luego otro y otro hasta que dejé de ver la casa. Me alejé como había llegado y miré mi teléfono esperando que alguien me salvara de eso, pero nada pasaba.
No sabía a dónde iba y tampoco me importaba mucho. No sabía llegar al trabajo de mamá o a la casa de mis tíos. Sólo sabía ir a casa de la abuela y el abuelo, pero cuando llegué no había nadie. Nadie. Parecía que el mundo había desaparecido de golpe y yo me había quedado ahí sin recordar cómo respirar, cómo ver, cómo hablar. Caro seguiría ahí conmigo de no estar muerta, pero lo estaba.
Cuando se hizo de noche y mi celular comenzó a sonar con insistencia yo estaba sentada en un banco en la plaza más triste y carente de vida que e había topado. Estaba cansada y no tenía muy en claro cómo volver a casa.
-¿Diana, dónde estás?-preguntó Harry molesto y eché los hombros hacía adelante como si eso pudiese esconderme un poco aunque no sabía de qué.-Llegué a casa y...
-Zackary estaba en la puerta.-murmuré.-Ya... Ya voy, Harry.
-No. Decime dónde estás. Te voy a buscar ahora mismo.-exigió.
-Es que no lo sé.-admití.-Es una plaza, pero no sé muy bien.
-¡¿Y cómo pensabas volver?!-gritó.-Voy a rastrear tu teléfono. No lo apagues.
Cortó y lo metí en la mochila. Subí ambas piernas al asiento y las rodeé con mis brazos. Acomodé el mentón sobre las rodillas y esperé a que la camioneta apareciera. Tardó demasiado y había empezado a llover. Subí y no me atreví a mirar a Harry. Algo no andaba bien. Sentía que algo estaba terriblemente mal y las lágrimas me alcanzaban pero no las dejaba salir, no podría explicar mi llanto.
-¿Por qué no me llamaste?
-Estabas trabajando.-murmuré.
-¿Y por qué no llamaste a alguien, Diana? Podría haberte pasado algo.
-Algo pasó.
-¿Qué?-preguntó con un hilo de voz.
-Algo pasó. Siento que algo pasó, que algo es diferente y... Harry.
-El abuelo...-susurró y golpeó el volante antes de tomar mi mano.-Lo siento muchísimo. No quería que te enteraras...
-No, papá.-dije llorando a la vez que negaba.-No es cierto. No.-él asintió y me juntó a su pecho ala vez que él también lloraba.-No. Papá...
-Shh.-murmuró llorando también y acarició mi espalda casi con fuerza.

Hey angelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora