Cuando la verdad se tiñe de amargura

51 5 0
                                    

Orazio estaba observando toda la ciudad desde "El mirador", un lugar hermoso, tranquilo y muy reservado. Ese lugar fue el primer sitio que Vincent le había llevado cuando llegaron a ese país y se convirtió en el lugar favorito de los dos y a dónde iban cuando tenía que meditar o pasar el rato.

Era un poco irónico que ahora estuviera ahí precisamente a causa del propio Vincent; el ex cura no podía evitar sentirse engañado, la terrible desolación que sentía por dentro lo estaba consumiendo ya que una cosa era suponer que algo malo pasaba y otra muy distinta era comprobarlo.

Cuando Orazio entró en esa oficina y la vio toda arreglada, con flores y adornos se sintió eufórico, no estaba muy seguro del porqué, pero sabía que ese lugar era una sorpresa para él. Comenzó a caminar por toda la zona que era muy amplia, perfecta para una oficina con gran tránsito de personas y al parecer había habitaciones por un pasadizo que estaba a un lado, así es que decidió explorar.

Llegó a la primera puerta y al abrirla se encontró con que, en medio de todo, había una gran cama, rodeada de flores y aromas deliciosos. Estaba impresionado con ese ambiente y sonrió al darse cuenta que si bien Vincent no solía ser muy romántico, lo que no quiere decir que no sea cariñoso, se había dado el tiempo de armar un ambiente tan hermoso aunque bastante extraño viniendo de él.

Se sentía feliz por ese arranque de cómo lo llamaría Vincent "cursilería" y estaba seguro que tenía una tonta sonrisa en el rostro; de pronto dio un salto al escuchar la voz de alguien que no había notado que estaba allí terminando de acomodar los arreglos florales.

—Disculpe —dijo aquel señor— ¿Usted es conocido del detective Cavalli? —Preguntó. Sin saber que decir por haber sido descubierto, Orazio, asintió— Por favor firme aquí, ya terminé —pidió y le extendió un papel para que firmara, mientras, ese hombre, comenzó a hablar—. Es muy detallista ese detective, arreglar así todo para su novia.

— ¿Su qué? —preguntó Orazio confundido y el encargado sonreía.

—La joven novia del detective —afirmó—. La vi la primera vez que vine y es toda una hermosura, ella estaba fascinada con el lugar, usted me entiende, estaba colgada del cuello del detective mientras le decía que era perfecto y daba detalles de cómo debía estar todo arreglado. De ella fue la idea de la gran cama —dijo esto último con un desagradable tono morboso.

Si ese hombre dijo algo más no lo supo.

Orazio se sentía morir por dentro, era como si algo reventara dentro de él, sin remedio ni salvación. Sin saber exactamente que hacía, dio media vuelta y dejó al hombre hablando solo y salió de ese lugar. Le pareció que le gritaba algo, pero él no entendía ni comprendía nada, se sentía vacío y sin vida.

Orazio había estado seguro de poder salvar su relación, estaba dispuesto a intentarlo todo y hacer todo lo posible para que Vincent lo ame nuevamente, pero eso no importaba ya. Sin embargo, lo que más le dolía era que no había sido honesto ni sincero con él. Con un desgarrador sentimiento de culpa e incapacidad, recordó cómo era Vincent antes de conocerlo, incluso cómo se comportaba cuando comenzaron a tratarse y siempre pensó que era sincero,...hasta ahora.

Vincent era un hombre bohemio, nunca tomó en serio a nadie y jamás había dicho un "te amo", salvo a él; y ahora, recién ahora, Orazio se daba cuenta de que no era suficiente para el detective y eso era doloroso.

—No era mi intensión que te enteraras de esta forma, Orazio —escuchó de pronto la voz de Vincent tomándolo por sorpresa y cortando sus lamentos internos.

— ¿Cuándo pensabas decírmelo? —Preguntó Orazio sin mirarlo— No sabes lo mal que ha sido enterarme de esa forma.

—Lo siento, nunca pensé que fuera ser algo tan malo para ti —respondió y Orazio escuchó una tonada de incredulidad en su voz.

—Por supuesto que fue malo, jamás lo imaginé ¿Pensabas qué aceptaría sin decir nada? ¿Qué no me dolería que no me lo hubieras dicho antes?

—Ésa era la idea que lo aceptaras sin problemas, incluso creí que estarías feliz por eso quería sorprenderte... al parecer me equivoqué —respondió Vincent.

Orazio no podía creer lo que escuchaba y tuvo que voltear para verlo a los ojos. Cuando lo hizo se extrañó por la real expresión de desilusión y desdicha que tenía Vincent en el rostro.

« ¿Acaso pensaba que aceptaría a su novia, mientras yo pasaba a la sombra?» pensó incrédulo Orazio.

—Eres un desgraciado —su voz la escuchó amarga y sin vida; sin embargo, quiso reír al ver la expresión de asombro de Vincent al escucharlo. Era ridícula su reacción.

—Orazio ¿cómo puedes pensar que no estaría feliz de que aceptaras...?

Orazio no podía escuchar más y decidió que tenía que irse de ese lugar.

Vincent, caminó a su lado intentando detenerlo, pero el ex cura ya había tenido suficiente, no toleraba estar más a su lado. Con voz envuelta entre furia y frustración le hizo saber sobre la resolución que se afianzó en su ser.

—Vuelvo a Roma —soltó Orazio.

No quería que lo siguiera, él le dejaría el camino libre; no obstante eso sólo hizo que Vincent lo detuviera con brusquedad jalándolo del brazo. Esa acción hizo que se escuchara un ruido de golpe seco, al darse la vuelta se dio cuenta de un paquete caído en el suelo. Orazio vio un arreglo de flores de jardín sobresalir de la bolsa de regalo; gardenias, azaleas, hortensias y algo que parecía una tarjeta, se dejaba ver.

Le fue difícil apartar la vista del paquete y no pudo evitar que lágrimas cayeran por su rostro sin control. Comprendió que Vincent había dejado la cita con su nueva novia para estar ahí con él.

« ¿Y para qué? ¿Para torturarlo? » Fueron unas de las muchas preguntas amargas que le cruzaron por la mente.

HonestidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora