Cálmate, no quiero discutir.

—Yo... tampoco quiero hacerlo, estoy cansada de pelear contigo.

Desvío la vista, clavándola en los mosaicos blancos del piso. —¿Con quién vienes?

—Con Emma y Megan — Responde con voz baja. Emma y Megan son sus mejores amigas, también ellas odian a Skylar por las mismas razones que Carrie. Me limito a quedarme en silencio, sin saber qué decir, y ella vuelve a hablar —: ¿No me extrañas? Porque yo si lo hago, cada segundo del tiempo te echo de menos.

La chica que alguna vez fue mi novia, se acerca a mí con pasos decididos, mientras que yo me recargo en la orilla del lavabo sin poder quitarle la mirada de encima.

No sé qué pretende hacer siguiéndome a cada parte donde me encuentro yo, no sé qué es lo que quiere lograr poniéndose el vestido color púrpura que me encantaba como se veía fundido en su cuerpo, no entiendo la lógica, por la cuál quiere remover más la herida.

Y aunque me cueste admitirlo, sí, la he extrañado, aún por encima de mi orgullo de hombre, la extraño, pero solamente en algunas ocasiones.

Es difícil que su recuerdo no invada mi mente cuando paso por algún lugar donde estuvimos los dos juntos, donde nos besábamos, donde platicábamos sin callarnos un segundo, y cuando lo hacíamos, era solo para sellar nuestras bocas; es un reto imposible, verla a diario y no extrañarla.

La idea de olvidar todo lo pasado con ella, llegó a mi mente, pensé que tan malo sería crear una barrera de amigos entre los dos, olvidando nuestros errores, olvidando que tiempo atrás fuimos novios; me planteé la idea, de que quizás no es tan malo hacerlo; de que tal vez, ella cambiaría su actitud, sin embargo, lo creo sumamente imposible.

Descarté el pensamiento de intentar ser amigos luego de haberlo pensado bien, porque no puedo hacerlo, no puedo verla como si meses atrás, no me haya traicionado, no puedo verla sin sentir el odio y el rencor mezclarse dentro de mí.
Pero a pesar de todo lo sucedido, una parte de mí aún quiere estar con ella, y la otra, con Skylar.

—Sí, te extraño — Admito, en un momento de debilidad. Carrie conduce sus pequeñas manos por mi pecho, y aprieto la mandíbula.

—Lo sé, no tienes que decírmelo, cariño.

Cariño... nosotros cogimos la costumbre de llamarnos "cariño", y cada que la escucho llamarme con la misma palabra, algo dentro de mí se acribilla, se derrumba.

Sus manos se envuelven por mi nuca, y trago grueso, empezando a sentir nerviosismo.

Su aroma, ese mismo que se había convertido en mi favorito, llega a mis fosas nasales, y sus ojos verdes me miran con una intensidad imparable, pero, me doy cuenta a lo largo de los segundos, que no es el verde seco lleno de alegría que me atrae, sus ojos no son los grandes orbes que a donde quiera que vaya, recuerde; y su boca no es mullida y pequeña como la de Skylar, sus labios están pintados con labial rosa chillón, no con rojo cereza.

Carrie, sin desaprovechar la gran oportunidad de verme en este estado, presiona sus labios contra la piel de mi cuello, y mi cuerpo, en respuesta, se tensa, sintiendo el cosquilleo de placer expandirse por todas partes.

Cierro los ojos por un instante, en el que ella se entretiene dejando cortos besos por el centro de mi garganta, y en el que yo me dispongo a echar la cabeza hacia atrás, con mi mente trabajando a mil; todo dentro de mi cabeza parece ser una guerra de pensamientos dispersos.

Ojos verdes...

Cabello negro...

Labios rojos...

Quiero AmarteWhere stories live. Discover now