-Yo, eh, trabajo aquí. Vi-vine a dejar un informe para Bessette. Me dijeron que era urgente.

-¿Quién?

-¿Eh? -balbuceo desde la distancia.

-¿Quién te envió para acá?

Me quedo de piedra, con el rostro en llamas. No sé qué decir.

-Si no te has dado cuenta estás en una zona restringida y en un horario cuestionable.

Atónita. ¿Me confunde con una delincuente?

-¿Qué estás insinuando? -alzo la voz y me muevo lentamente hacia él.

-Por ahora nada. Sólo confirmo que lo que dices sea cierto. ¿Cómo te llamas?

Retrocedo un poco, aturdida por este extraño encuentro. Bajo la vista a aquella maqueta de ensueño sintiendo con pesar que aquel hombre es realmente un completo extraño.

-Alicia Roa.

En cuanto pronuncio mi nombre cierra levemente los ojos. No alcanzo a interpretarlo, rápidamente se vuelve a su celular.

-Llegaste esta semana. Chilena. Trabajas para Tanaka san y tu tutora es Hamasaki san -recita rápidamente y me mira de reojo mientras mueve su dedo por la pantalla-. Dibujante. Arquitecta con escasa experiencia. Maestría en la Universidad de Tokio. De acuerdo al sistema ya firmaste el contrato de confidencialidad con la firma. ¿Estoy en lo correcto?

-Sí, pero...

-Y supongo que tienes claro las consecuencias legales si reproduces y/o compartes nuestros diseños. ¿Cierto?

Mi cuerpo vibra, bombea una furia desconocida. ¡Quién mierda es este tipo!

-¿Me estás llamando ladrona? -exclamo extremadamente ofendida.

-No, sólo...

-Pues déjame decirte dos cosas. Primero, tú no me conoces -intenta decir algo pero no me importa, lo apunto con más firmeza y alzo la voz-. Segundo, y déjame terminar, que has hablado bastante. Te recomiendo investigar antes de hablar, que lo que has dicho es gravísimo. No puedes andar por ahí basureando a la gente, y peor aún sin motivos. ¿Es que acaso no te enseñaron modales?

Pestañea con lentitud, boquiabierto.

-¿Sin motivos? Te recuerdo que la intrusa aquí eres tú -¿¡Intrusa!? Grito para mis adentros mientras me atraviesa con una mirada inquisidora del horror-. ¿Qué hacías en ese escritorio?

Río enfurecida. ¿Por qué debo darle explicaciones? Cruzo los brazos, completamente decidida a guardar el secreto hasta la tumba.

-Insisto, ¿Qué hacías en ese escritorio?

Mendigaba inspiración, ¿Y? ¿Algún problema?

-Ya te lo dije, vine a dejar un informe. Es ese -señalo el borde del escritorio-, el de la carpeta traslúcida.

-¿Y para eso tenías que estar hurgueteando sus cosas?

-¡Pero si no hice nada!

-¿Y por qué debería creerte?

Tengo que morderme la lengua para no bombardearlo con mis garabatos chilenos vip. ¡Qué rabia!

-Shitsureishimasu -escuchamos desde un costado.

Allí está Eri. Saludando con su habitual simpatía, mirándonos sin entender nuestra sintonía.

-¿Quién te crees que eres para tratarme de esa manera? -digo sin apartar mi indignación de aquella azul y gélida mirada.

Y te encontré en TokioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora