XX

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La sombrilla no fue lo único que olvidé en casa, sino que también dejé mi abrigo sobre el sofá. Se me hizo tarde y por el estrés solamente tomé mi bolso.

Suspiro al sentir el frío aire calar mis huesos, además de estremecer mi piel, por lo que me abrazo a mí mismo y salgo del lugar. Nadie me ofrece llevarme hasta el sitio al que necesito ir como yo lo había hecho días anteriores, aunque ya no lo volvería a hacer, no lo merecían.

—¡Vaya novedad! —escucho a alguien decir detrás de mí, y me topo con la persona menos esperada —Supongo que sigues teniendo la suerte de encontrarme—se acerca a mí y me cubre.

—¿Qué... qué haces aquí? —le pregunto con sorpresa y me sonríe, pero más bien parece una de esas sonrisas que hace al burlarse.

—Vine a comprar sopa, pero algo dentro de mí me dijo que no habías traído la sombrilla, haciendo que mi parte bondadosa saliese a flote por el frío, ¿o crees que debí dejarte morir helado? —levanta sus cejas —, por cierto, el local en donde las venden sí lleva más de un par de años allí.

—Solo me equivoqué —le respondo nervioso.

—Claro, y yo no te estuve esperando —dice con sarcasmo, mientras rueda los ojos —. Vamos a comer, ya te estás congelando —toca con su mano desocupada mi mejilla. Me hace sentir tan intimidado y prefiero bajar la cabeza, aunque observar mis zapatos no es nada interesante.

Cruzo junto a él la carretera, pero permanezco en silencio. Tengo curiosidad de saber a dónde me llevará, por eso observo atento las tiendas, y de vez en cuando saco mi mano de la sombrilla para sentir las gotas, generando que JB me vea algo extrañado; no dice nada y más bien mantiene su pequeña sonrisa.

—¡Espera! —por impulso lo jalo del brazo, para que me acompañe a asomarme por la ventana de una librería.

—¿En serio te gusta tanto leer? —suena curioso.

Solamente asiento y continúo leyendo los distintos títulos, luego lo observo para que retomemos el camino y él lo comprende. Aunque no diga nada, en serio me hubiese encantado poder comprar un libro; sin embargo, en este momento no tengo demasiado dinero como para darme ese lujo.

—Generalmente compro en esa tienda mis gorras, son bastante buenas —señala la tienda a nuestra derecha —. Bueno, no creo que las utilices.

—Claro que sí lo hago, en realidad me gustan bastante —observo el escaparate, en donde efectivamente hay gorras de muchísimas variedades.

—Oh, ahora que lo pienso, probablemente te queden bien. Otro día podríamos venir juntos para comprar algunas.

—Es una buena idea —le sonrío.

Algunas veces me hace sentir un poco mal que hable tan desinteresadamente, cuando a mí me ilusiona muchísimo escucharlo hacer futuros planes conmigo, tanto que ni puedo ocultarlo. Estoy seguro de que piensa que soy un tonto por fijarme en él y siempre verlo con admiración, o más bien, embobado, porque me he dado cuenta de que algunas veces me quedo boquiabierto cuando lo encuentro.

Si piensa que soy un tonto, es la verdad, además, debo admitir que también pienso que él es uno, por siempre burlarse de mí.

Después de caminar por tres cuadras, él se detiene frente a un pequeño local. Su fachada indica que es algo viejo, pero no por eso deja de parecerme interesante, sino que en su interior es bastante cálido y acogedor, además, huele bastante bien. Si no como en poco tiempo, mis tripas comenzarán con su concierto, y eso me resulta vergonzoso.

¿Por qué siempre que estoy con Jaebum me siento nervioso o con vergüenza? Odio muchísimo que me ponga de esa forma, por eso es que quedo como un chico torpe.

¡Olvidé mi sombrilla! // Bnior// JJPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora