Capítulo 13: Las ex son un problema

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"Antes de ti, no, yo no creía en Romeos, Julietas, muriendo de amor. Esos dramas no me robaban la calma, pero la historia cambió, pero esta historia me cambió"

(Malú)


Sábado 5 de Septiembre del 2015

—¿Vas a hablar o seguirás callada? Porque desde que llegaste que no hablas y déjame decirte que es muy raro en ti, Cat.

—Me besó.

—¿Quién?

—¡Camilo! ¡Camilo me besó!

—Espera —dijo Melina, largando un bostezo, porque moría de sueño. Era mediodía y almorzaba en su departamento con Cat, hubiera preferido seguir durmiendo, pero su amiga interrumpió sus planes. Suspiró, agotada, porque Giovanni la había dejado a las cuatro de la mañana; por mucho que él insistió, ella no iba a quedarse a dormir, era infligir sus propias normas personales con los hombres. Sin embargo, había pasado una noche fantástica a su lado, y aunque quería alejar malos pensamientos, la asaltaban a cada minuto—. ¿Cuándo estuviste con Camilo?

—Oh, resulta que en la madrugada fue al hospital porque Baltazar se había caído de la cama en la casa de sus abuelos y se abrió la frente; le hicieron cinco puntos.

—¿Y cómo se supone que te besó en esa situación?

—Yo los llevé con el médico de inmediato apenas los vi, calmé a Baltazar porque lloraba como si le hubieran quitado un brazo y... Camilo luego me lo agradeció con un... ¿beso?

—¿Beso con lengua?

—Hmm, bueno, la situación no ameritaba para un beso con lengua por mucho que yo lo deseara. Él... ¡Dios, me di cuenta que me calienta mucho!

—Interesante. Así que besas a los padres de los niños que atiendes.

—Me haces sentir como una aprovechadora.

—Pues por lo que me cuentas eso parece.

—Él me besó, es un hombre que me calienta, así que no voy a negármele. Para mujeres duras, complicadas y vuelteras, estás tú. Mi vida sexual y amorosa es más simple y fácil.

—Oh, gracias por tu cumplido —Cat le sacó la lengua—. ¿Baltazar cómo está? ¿Fueron solo cinco puntos?

—¿Desde cuándo te preocupa un niño? —Mey se encogió de hombros, porque no lo sabía, simplemente tenía curiosidad por la salud del pequeño—. Está bien, solo fue eso y algunos calmantes, creo que lloraba más por el susto que por otra cosa. Por cierto, conocí a la abeja reina.

—¿A quién?

—A Helena, la madre de los chicos —Melina asintió, dándole un mordisco al pollo, sabía horrible, pero no quería criticar la comida de Catalina—. ¡Esa mujer ni aparenta la edad que tiene! Si vieras su cutis, Mey, te aseguro que le tendrías tanta envidia como yo. Vestía Chanel, usaba un perfume Dior exquisito y... ¡es tan fina y elegante que hasta le pediría clases de modales!

—¿Así que se ve joven?

—Sí, es una rubia de ojos turquesas, creo que le robaría esos ojos que tiene. Yo la veo muy parecida a Giovanni.

—¿Y es simpática?

—Sí, es... ¿cómo decirlo? Habla muy bajito, es... angelical, esa es la palabra. Se nota que adora a sus nietos y es una mamá osa con sus Hichwen.

—Interesante.

—Sí, ya me di cuenta que te vale mierda la conversación —Melina largó una carcajada y bebió un trago de agua meneando su cabeza—. ¿Y quién era el chico de la motocicleta?

Miradas cómplicesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora