Ya eran casi las doce de la noche.
Pensarán que ya debería estar durmiendo, pero no es así. Cada día a media noche él me llama. Me llama porque sabe que es el único momento en que podré hablar con él sin que nadie más sospeche. La puerta de mi habitación esta cerrada, mi luz apagada y todos en casa ya duermen.
Excepto yo.
Yo cuento los minuto para coger el teléfono antes de que siquiera emita la más leve vibración indicando el llamado. Cuento los minutos para poder escuchar su voz de nuevo, esa voz que me enamoró desde el momento en que me saludó aquel primer día de clases cuando apenas teníamos ocho años. Quien pesaría que años más tardes estaríamos locamente enamorados.
Sin embargo, no todo es color de rosa.
No.
Resulta que mi familia se opone rotundamente a esta relación. No lo quieren, ni un solo poco. Es casi como si lo odiaran. ¿Pero cómo pueden odiar a un alma tan pura que no hace más que darme felicidad? Jamás lo entenderé. Ellos simplemente me dijeron un día que debía alejarme de él a como de lugar. Ni una palabra más, ni una palabra menos.
Y fue así como empezaron nuestras llamadas nocturnas. Era la única forma de seguir en contacto ya que en la escuela no coincidimos en clases y en los recesos nos es difícil vernos ya que él es un chico popular y yo invisible.
No lo tomen a mal. Me encanta ser invisible y no recibir atención. La única atención que quiero es de él y nadie más. Claro que él lo único que quiere es gritar a los cuatro vientos lo enamorado que estamos, pero eso solo me perjudicaría a mí en casa y a él en la escuela. Es mejor no arriesgarnos ¿cierto?
Con teléfono en mano me asomo a la ventana para observar las pocas estrellas que se alcanzan a distinguir en el cielo. Amo ver como tintinean ahí arriba, producen cierta calma en mi interior a los nervios de ser atrapada a esta hora hablando con el chico que se supone que no debo estar.
Y de pronto mis manos vibran.
Y es él llamando.
-¿Aló? –digo en apenas un susurro.
-¿Cómo estás, princesa? –amo que me llame así. Me hace sentir como si realmente fuera una princesa.
-Estoy bien, algo agotada por las clases, pero bien. ¿Tú?
-También algo agotado por la práctica de banda con los chicos, pero ha sido genial. Las canciones al fin están cobrando vida –me dice entusiasmado. Si hay algo que él pudiera amar más que a mí es su música.
-¡Qué bien! Muero por oír las nuevas canciones.
-Deberías venir a las prácticas uno de estos días. Sabes que a los chicos no les molestaría –lo sabía. Lo sabía muy bien ya que eran de las pocas personas que sabían de los nuestro y no lo divulgaban por ahí.
-Shawn, sabes que es mejor que no. Imagina si alguien me viera yendo a tu casa yo... no quiero ni pensar en el escándalo que se formaría –digo frustrada.
-Sí. Lo sé... uf –dice exasperado, porque sé que lo está –no sabes cuánto odio esto. No nuestra relación, sino la forma en la que es. A veces desearía que pudiera ser más simple.
-Yo también, Shawn, yo también –digo, porque es verdad.
Nos quedamos un rato en la línea sin decir nada. Y es que no había nada más que decir. Ambos estamos de acuerdo que es horrible que todo lo que podamos hacer es hablar por teléfono en la mitad de la noche para poder estar juntos.
-¿Sabes qué seria genial? –me dice de repente.
-¿Qué? –le contesto.
-Que nos escapáramos. Imagínate; tu y yo en un auto yendo a quien sabe dónde, solo los dos con algo de comida y un poco de dinero. ¿No suena genial?
-Suena algo alocado, no sé si sería capaz –digo algo atemorizada por la loca idea de mi novio.
-Sabes, creo que deberíamos hacerlo –me dice convencido.
-¿Hablas en serio? –me preocupé.
-¡Por supuesto que sí! Nos iríamos sin decirle nada a nadie y podríamos estar juntos, y podría abrazarte y besarte sin miedo a ser capturados. Podríamos...
-Shawn, basta –lo interrumpo –no puedes estar hablando en serio.
-Lo digo en serio. Tengo licencia de conducir, podemos tomar el auto de mamá y largarnos por el fin de semana...
-Shawn...
-Sería perfecto –continúa -¿no piensas lo mismo?
-¿Siquiera te has puesto a pensar en las consecuencias de todo lo que estás diciendo? Mis padres me matarían –trato de controlarme un poco o terminaré por subir demasiado mi tono de voz.
-Claro que no, no permitiría que ellos te hicieran algo y lo sabes –lo sabía. Claro que eso no quería decir que realmente Shawn pudiera hacer algo con respecto a las decisiones de mis padres.
Nuevamente nos quedamos en silencio. ¿Qué más iba a decir? Podría llamarlo loco, pero reconozco que la idea es tentadora. Sin embargo la realidad es otra, y sé que las repercusiones de arrancar así como así con Shawn serían más que desastrosas.
-¿Sigues ahí? –pregunto luego de un buen rato.
-Sí, sigo aquí –me responde en voz baja.
-Te quiero, Shawn. Te quiero mucho –realmente lo hago.
-Te quiero mucho también –y realmente lo hace.
Y con eso nos despedimos hasta mañana.
En veinticuatro horas más podré hablar con él nuevamente. Esperaré su llamada como todos los días, y quizás hasta tenga una idea mucho más loca que la de hoy, la cual luego solo nos hará sentirnos tristes por lo irrealistas que somos para terminar diciendo que nos queremos.
Pero no importa, porque sé que, a pesar de todos los inconvenientes, lo más real que podemos tener es este amor incondicional.
Y eso nunca nadie lo podrá cambiar.

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Midnight Talks (Shawn Mendes)
FanfictionUna llamada cada noche a medianoche. Una conversación que siempre se repite y termina igual. Historia corta con Shawn Mendes.