Capítulo VII.Pesadilla

Comenzar desde el principio
                                    

—Vaya...—eso fue todo lo que salió por mi boca puesto que aún estaba analizando toda la información. ¿Guarida? Pero si no habíamos visto ninguna casa cerca. ¿Cómo podía ser?

—¿Cómo es que no nos dimos cuenta de la existencia de vuestra guarida?— pregunté esperando expectante la respuesta.

—Pues porque estamos bajo tierra —me contestó David. Por la cara que ponía parecía como si se estuviera aguantando la risa. Supuse que le haría gracia mi reacción porque me estaba quedando alucinada.

—¿Bajo tierra? ¿Cómo? ¿Os ha dado tiempo a construir una guarida bajo tierra en poco más de una semana?

—No, eso hubiera sido imposible. Ya estaba construida, es de uno de nosotros—.Vale Laura, por supuesto que estaba construida. Que preguntas más idiotas hacía a veces... David continuó hablando— Un ricachón paranoico que pensaba que era cierto que se iba a acabar el mundo y aunque hubiera sido para otro fin está claro que nos ha venido de perlas y muchos de nosotros le debemos la vida porque si no hubiera sido por la guarida estaríamos muertos.

—Si, como nosotros. Gracias de nuevo David— comentó esta vez Carlos realmente agradecido.

—Si. Gracias—le agradecí yo también.

—No es nada chicos. Bueno, os voy a dejar un rato a solas y en media horita salís a comer algo que seguro que tenéis hambre— y nada más decirlo noté como mi estómago rugía, como si estuviera de acuerdo con él y le contestara a su manera.

Salió por la puerta y pude ver que echaba a empujones a los que estaban observando desde allí.

—Vamos, vamos. No seais cotillas. Ya tendréis tiempo de curiosear—les regañaba David.

Nos quedamos solos Carlos y yo.

—Vaya locura ¿No?- dije tras varios segundos embobada aún mirando la puerta por la que había desaparecido David.

Me giré para mirar a Carlos.

—Si...—contestó y se quedo callado. Mientras me miraba pude apreciar el temor en sus ojos, parecían incluso de un tono azul más oscuro—.   Siento mucho lo ocurrido Laura—siguió hablando—. No se que me pasó...ni siquiera me detuve a pensar y mi reacción fue pisar el freno. Soy un idiota, de solo pensar que te hub

—Para, para— le interrumpí antes de que acabara la frase— lo importante es que estamos bien ¿No?

—¿Cómo te sientes?— me preguntó después de estar varios segundos analizándome. Vi como bajaba su mirada a mi cuerpo. Llevaba una camiseta casual de manga corta pero lo suficiente ajustada como para sentirme desnuda ante su profunda mirada, observando cada centímetro de mi cuerpo. Sabía que su única intención era saber que no estaba herida más allá del golpe en la cabeza pero aún así sentí que me ruborizaría en cualquier momento.

—Simplemente algo cansada—le contesté para evitar pensar más en como me había hecho sentir.

—¿Cansada?—me preguntó a la misma vez que se le dibujaba una sonrisa en su rostro, reflejando así sus dientes perfectamente alineados y de una blancura que incluso parecían brillar. Esa sonrisa era perfecta...— Pues llevabas unas doce horas durmiendo.

—¿Doce horas?—le pregunté asombrada despertando de mi pequeña fantasía— ¿Qué hora es?

—Las once de la mañana.

-—¿En serio? Oye y...¿Cuánta gente hay fuera?—le pregunté intrigada por lo que me encontraría en salir de la  habitación.

—Mmm unos veinte. Puede que unos cuantos más si estaban en las habitaciones. David me ha enseñado el comedor, la cocina, la sala de estar y los huertos. Tienen este sitio bien organizado la verdad.

—¿Huertos?—¿Cómo podían haber huertos en una casa subterránea?

Yo y mis preguntas. ¿Qué pasa Laura, te asombra que tengan huertos y no que el mundo esté invadido por zombies?

—Si, tienen en varias salas unos huertos. Las plantas crecen con unos focos de luz. Están empezando ahora a dar sus frutos. Le pregunté a David como se habían estado alimentando antes y dice que hacen unas expediciones en las que varios de ellos salen en busca de comida. De hecho siguen saliendo pues con esos frutos no será suficiente alimento.

—Vaya... pareces emocionado con lo de las expediciones. Bueno, con todo en general—le dije al darme cuenta que al mencionarlo se le habían iluminado los ojos, levemente, pero no se me pasó ese detalle por alto.

—No es que esté emocionado Laura, pero tendremos que quedarnos aquí a si que mas vale hacerse a la idea. Además, si lo piensas, esto está bastante bien. Hemos tenido suerte.

—¿Quedarnos aqui?—le pregunté asustada por lo que eso implicaba— ¿Ya no quieres ir a Madrid?

—No es eso, sigo queriendo ir con toda mi alma. Pero hay que ser coherentes, debemos dejarlo estar por el momento—me decía serio pero sin perder delicadeza al pronunciar aquellas palabras.

—¿Qué? ¡Ya oíste lo que dijo David! Fue solo cuestión de mala suerte que estuvieran todos esos zombies allí, seguro que ya no queda ninguno.

—Laura, han estado más de una semana haciendo expediciones, varias veces al día,  me han asegurado que si seguimos dirección a Madrid sería un suicidio. Está todo el trayecto inundado de zombies.

—¿Y así sin más vas a dejar de buscar la cura para tus padres? ¿Solo porque unos desconocidos te digan que no se puede seguir?

—Laura ¿Por qué nos iban a mentir? Son ellos los primeros que desearían que no fuera así. En los primeros días perdieron a uno de ellos.

—¿Cuanto antes te has despertado?—le pregunté invadida por la rabia. 

— Dos horas antes que tu—me contestó curioso por el motivo de mi pregunta.

—Vaya...Dos horas y parece que seas miembro de una secta ¡Me da igual lo que ellos digan! Yo pienso ir a Madrid, contigo, o sin ti—. Sabía que estaba actuando como una niña con uno de sus berrinches e incluso podía ver la ilógica de mi determinación, pero la sola idea de abandonar el único camino que llegaría hacía la cura de mi madre...hacía la cura de todos aquellos seres...me ponía de los nervios.

—Laura lo primero es que nosotros estemos bien. Que tú estés bien...—me decía mientras me ponía la mano que anteriormente había cogido la mía sobre mi rodilla.

—¡Ni que fueras mi padre!—dije sabiendo por donde iba a acabar el tema.

—No, por supuesto que no lo soy—volvió a sonreír como solo él sabía hacer e incluso rió un poco—Y doy gracias por ello—terminó de decir mientras apartaba su mano de mi rodilla y volvía a cogerme la mía.

Vaya, se había girado completamente el tema. 

Pero aunque en otros momentos me hubiera puesto nerviosa e incluso se me hubiera acelerado el corazón de solo oírle decir aquello, estaba demasiado cabreada como para ni siquiera sonrojarme. 

Era de la vida de mi madre y sus padres de lo que estábamos hablando, no podía entender que se lo tomara tan a la ligera.

—Si te han lavado el puto cerebro quedate tú aquí, yo me voy en cuanto pueda—Sabía que estaba siendo brusca, pero era eso o acabar cediendo a lo que Carlos dijera.  Acabar cediendo a quedarnos.

—Me gustaba más la Laura que no decía tacos.

—Y a mi me gustaba más el Carlos que era valiente—dije acabando la conversación y saliendo de la habitación dando un portazo.

Aventura zombie *Parte 1 y 2 unidas* (Sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora