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- ¿Estás segura de esto?—preguntó de nuevo Tony.

- Sí.—contestó la castaña.— Eres tú quien deberías replanteártelo, Tony.

Él asintió, suspirando con una ladeada y sobria sonrisa. Se quitó las gafas de sol,  colgándolas del cuello de su colorida camiseta y metiendo sus manos en los bolsillos de la americana. Subieron los escalones, acompasando, sin intencionarlo, sus pasos.

Bethany golpeó la puerta con los nudillos, para que poco después May abriera con una sonrisa de oreja a oreja.

Pasaron después de ser básicamente aplastados entre los delgados brazos de la mujer. La joven sonrió al ver la casa completamente limpia, con un aspecto nuevo y renovador. Una vez más, May lo había conseguido.

Era admirable, pensaba Bethany, que hubiera conseguido superar la pérdida tantas veces. Se preguntó hasta qué punto la fortaleza de May se había traspasado a Peter.

- He cocinado pollo.— dijo ligeramente emocionada.— Pasar.

- Voy al baño un momento.

Ambos asintieron antes de que la joven hiciera resonar sus plataformas por las escaleras hasta llegar al piso superior. El pasillo apareció a sus pies, y sus ojos se clavaron en un punto fijo.

Avanzó hipnotizada hasta que sus dedos tocaron la madera de la puerta de Peter.

Se recordó a si misma meses atrás, envuelta en el más puro dolor, destrozada por dentro. Cómo había sufrido para después ver a Peter en el Palacio de mármol, haber bailado entre aquellas brillantes mariposas, seguidos por los acordes del piano.

Cómo todos sus esquemas se habían ido a la mierda cuando Ágatha había mostrado la verdad, como había gritado enfurecida al arácnido y como el deseo había podido con ella.

Se alejó de la puerta. La sensación de dolor que sentía hacia Peter era ahora distinta. Le había perdido, claro que sí. Sin embargo, por mucho que el hecho de no tenerle a su lado la matara por dentro, estaba completamente avergonzada después del engaño, con alguien mejor.

Suspiró. Quería quitar aquellos pensamientos de su cabeza de una manera u otra, de una vez por todas.

Iría a por Thanos, moriría patéticamente, y con un poco de suerte podría acabar en aquel palacio de mármol, solucionaría sus problemas con Peter de alguna manera u otra, y podría ser feliz a su lado.

- Patética.—susurró para si misma.

- No.

Dio un bote, las chispas salieron de sus manos a modo de defensa.

- No eres patética, Bethany.—dijo el arácnido, mirándola desde la entrada a la habitación contraria.

La castaña se giró, y en el mismo gesto, su camiseta negra básica pasó a ser un bralette del mismo color, y aquellos vaqueros de tiro alto pasaron a ser una preciosa falsa de terciopelo rojo.

- ¿Qué haces aquí Peter?

- No estoy aquí.—dijo él, a la vez que los tabiques de la casa de May pasaban a ser las increíbles galerías del Palacio.

Bethany avanzó ligeramente, rodeando el torso del joven en un gesto casi involuntario. Sintió los brazos del chico a su alrededor.

- ¿De verdad quieres ir, Beth?

- ¿A dónde?

- ¿Quieres enfrentarte a Thanos?—preguntó mirándola a los ojos.

Ella se apartó, recorriendo con la vista aquella sala. El suelo estaba cubierto de un reluciente y blanco mármol, el mismo material que el de las paredes.

Una gran bóveda ovalada los cubría, coronada por una claraboya que dejaba pasar los leves y suaves rayos de sol.

- No, no quiero ir.—contestó Bethany.— Pero tengo que hacerlo.

- ¿Qué?—exclamó él, incrédulo. Negó con la cabeza.— ¿Qué demonios te pasa, Bethany? No tienes por qué ir. Habla con Tony, con Steve,¡con Bucky!Puedes quedarte con May, a salvo.

- Peter, ellos no me quieren allí. Claro que no.—recalcó.—Pero la gente es increíblemente gilipollas, y a Hydra no se le ocurrió una tontería mayor que meter esta puñetera piedra del demonio en mi pecho. Ya sé que soy una inútil y que las cosas no tendrían que haber pasado así. Pero no puedo cambiarlas, ¿sabes? Prefiero ir y morir con una falsa y patética imagen de heroína para poder dejar de odiar el espejo todos los días, dejar de echarte de menos a cada paso, dejar de comerme la cabeza, dejar de odiarme tanto.

La joven Barton observó cómo él bajaba los hombros, completamente derrotado, como sus ojos perdían brillo.

- ¿Es que no es suficiente?

- ¿Qué?

- ¿Es que no es suficiente?—repitió.—¿No es suficiente tener a tanta gente a tu alrededor repitiéndote lo mismo una y otra vez? Bethany, ¿cuándo vas a dejar de odiarte tanto?

Los castaños ojos de la joven se clavaron en él. Los finos tacones resonaron contra el mármol cuando ella dio varios pasos hacia atrás, con el dolor recorriendo sus venas y las lágrimas creándose sobre sus maquilladas pestañas.

- ¿No es suficiente con tenerme a mí?

- Peter, ¿cómo pretendes que eso sirva de algo si mientras estabas haciendome feliz a mi tú eras feliz con alguien más? Eso me atormenta día tras día, Pet. Día tras día.—sollozó.—Así que no, no es suficiente.

- ¿Qué?

La duda se reflejó en sus ojos.

- Peter.

Ambos jóvenes dirigieron la vista a el otro lado de la sala. Una joven delgada, vestía un vestido azul que dejaba a la vista gran parte de sus pechos, y que enmarcaba unas caderas de mujer. Sus piernas eran largas y esbeltas, en su cara se encontraba una sonrisa llena de perfectos y blancos dientes, y un fino y ondulado pelo rubio que coronaba sus delgados hombros.

La primera palabra que acudió a mente de Bethany fue perfección, y los celos poco a poco se fueron extendiendo por su cuerpo.

Cuando ella se moraba en el espejo veía lo más horrendo que se habría podido llegar a imaginar, sin embargo, la miraba a ella y le daban ganas de asesinarla.

- Peter, ¿qué haces?—dijo Raven con voz dulce y clara.

La castaña vio la duda en los ojos de Peter. Sin embargo, como si de un golpe se tratara, una sonrisa apareció en su claro rostro.

- Espero que estés bien allí, Bethany.

Él se acercó, besando su mejilla con rapidez en un gesto frío. Avanzó hasta llegar al lado de Raven, quien extendió su delgado y bronceado brazo, cogiendo la mano del arácnido y creando así un gesto increíblemente repulsivo para la joven Barton.

Raven la miró, en parte, desafiante. Bethany juró ver algo extraño bajo el perfecto azul de sus ojos, algo maligno.

Sin embargo, antes de que pudiera llegar a distinguirlo, los dos se desvanecieron sonriéndose el uno al otro.

El vacío que sintió dentro era completamente indescriptible. Se preguntó si verdaderamente Peter era capaz de hacerle algo así.

Pestañeó, con los ojos empapadps de lágrimas, pero cuando volvió a abrirlos, el rostro de Tony Stark apareció ante ella.

- Bethany.

Las aureolas azules desaparecieron. El hombre se acercó ligeramente a la chica, que, sin previo aviso, sollozó, en vuelta en el dolor más puro.

Pudo oír los pasos de May pisoteando las escaleras con angustiosa rapidez.
Empujó la puerta del arácnido en un gesto desesperado y corrió hasta la joven, envolviéndola en sus brazos con fuerza.

- Mi vida...—susurró contra su castaño cabello.

- No lo soporto... No lo soporto.

- Ya está, cielo. Ya está.

Y allí estaba ella. Sollozando en la habitación de Peter, abrazada por tia May, a pocas horas de morir.

Quiso asumir que las chicas como ella, no tenían finales felices.

(1) Barton;  Peter Parker, The Avengers.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora