XIII

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—¡Rayos! —escucho su voz detrás de mí y me volteo a verlo —No esperaba que la perdieras tan pronto —arquea una de sus cejas y me observa con atención, esperando alguna excusa de mi parte.

Siento un poco de vergüenza, en parte tiene tazón, aunque no la perdí, en realidad la cuido muchísimo.

—Se la tuve que prestar ayer a mi mamá y la otra a mi amigo.

—Al menos no la has perdido. En todo caso, si la hubieras traído no te hubiese encontra... olvídalo —se detiene inmediatamente y parece avergonzado.

¿Quería verme? No puedo evitar sonreír ante la idea y él lo nota, porque de todos modos es algo que yo también deseaba, por eso ni me molestó prestar las sombrillas.

—¿Y cómo estuvo hoy el trabajo? —intento cambiar el tema, porque no quiero que se sienta incómodo

—Supongo que bien —se encoge de hombros y me sonríe. He notado que suele encogerse de hombros.

Tengo la ligera esperanza de que él me hará alguna pregunta a mí sobre cualquier cosa, pero no lo hace.

—Veo que hoy no traes la guitarra —hago otro intento de sacarle algún tema de conversación, con el afán de seguir escuchando su voz.

—Solo la traigo los días en los que debo impartir el curso.

—¿Eres el profesor? —no puedo ocultar mi impresión, lo que parece divertirlo.

Aunque la vez anterior mencionó algo sobre los cursos, no sé por qué tuve la impresión de que solamente los daban en el lugar y no se trataba de él como profesor, algo bastante tonto, en realidad.

—Sí.

—Ah, eso es genial. A mí me gustaría aprender, pero siento que debo ser pésimo.

—Yo puedo enseñarte —encoge sus hombros otra vez e intenta verse despreocupado; sin embargo, sus ojos se ponen algo brillosos y no puede ocultar su sonrisa.

—Lo haré cuando comience a trabajar como maestro. Tendré más tiempo libre los fines de semana.

Iba a decirle algo más, pero un corte en su mano me hace sentir un poco preocupado.

—¿Qué te pasó? —tomo su mano para observar mejor el corte.

—Eso no es nada. Solo fue un gato.

—Entonces uno muy malo, ¿Cómo se atreve a hacerte eso? —sueno indignado y eso hace que se ría.

—No seas dramático. Los gatos son buenos, pero no dejan de ser animales, aparte, cada uno tiene una personalidad distinta.

Abro mi maletín, sin importar que algunas hojas se mojen con la lluvia y saco una curita, la cual coloco sobre su corte.

—Eso no era necesario —observa su mano con una leve sonrisa —, además estás muy frío.

—Es tu culpa por no cubrirme con la sombrilla —pienso en voz alta y me arrepiento de haberlo hecho, pero su risa me hace sentir que en realidad valió la pena decir tremenda estupidez.

—Te regalé una, ya eso no es problema mío. Yo hasta intenté ser dadivoso.

—Eres un grosero.

—Jinyoung, te has vuelto como muy confianzudo, ¿no crees?

—No.

—Claro que sí. Primero me ves con cara de enamorado, luego te pones celoso por mi amigo y me ignoras, pero ahora me hablas. Un chico complicado —muerde su labio inferior, y por algún motivo, inclina su cabeza a un lado.

El semáforo cambia de color y él se adelanta como usualmente lo hace, pero me animo a seguirle el paso.

—Eso... eso no es cierto. Antes no me hablabas y te burlabas de mí, solo era eso —estoy seguro de que incluso ahora mismo mis mejillas me delatan.

—Como digas, Pinocho —toca mi nariz con su mano desocupada y luego se marcha.

Me quedo helado en el lugar por varios segundos, hasta que los autos pitan y me doy cuenta de que ya no hay nadie, solo yo en media calle.

A lo lejos veo a JB observarme, mientras ríe, pero al percibir mi atención, se gira rápidamente y sigue caminando con rapidez.

Ese chico me matará la próxima vez de un ataque al corazón. Es tan inteligente y honesto, que siempre logra sorprenderme.

¡Olvidé mi sombrilla! // Bnior// JJPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora