27. Nadie te puede borrar

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"Turns out that no one can replace me, I'm permanent, you can't erase me. I'll help you remember me, one more kiss is all it takes, I'll leave you with the memory and the aftertaste."

Las pequeñas y "renovadoras" vacaciones acabaron, siendo tiempo de dejar mi habitación después de tres días con el dolor y el calor de un celo que me dejó exhausto

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Las pequeñas y "renovadoras" vacaciones acabaron, siendo tiempo de dejar mi habitación después de tres días con el dolor y el calor de un celo que me dejó exhausto. Para cuando desperté el domingo por la mañana sin las enormes ganas de ir a frotar mi cuerpo desnudo a la pista de hielo, no pude pararme siquiera a comer. Me quedé en mi cama todo el día, sin abrir los ojos, sin hablar y, extrañamente, sin leer. Todo en mí trataba de encontrar un tipo de paz interior que nunca llegó, ni cuando puse una lista de reproducción aleatoria en donde la voz de Harry Styles, tan calmante y rasposa como siempre, sonaba y se filtraba por mis oídos.

En lo único que podía pensar era en lo placentero que había sido eliminar el dolor y la urgencia que el celo me causaba, cosa que no había hecho nunca. Hasta me pareció extraño hacerlo sin siquiera pensar. Pero, cuando me había dado cuenta, ya tenía mis manos recorriendo mi propio cuerpo, y, claro, mi entrepierna.

Ahora lo único que puedo hacer al recordar la noche de jadeos que pasé es avergonzarme, aunque, en ese momento, parecí olvidar a mi increíble y tonta forma de arrepentirme de todo lo que hago. No pensé nada con claridad y parecía ser que mi cerebro había tomado un viaje muy largo, olvidando a la imaginación, quien se encargó de hacerme pasar un momento de adrenalina y placer, algo vergonzoso.

Yo mismo, después de aclarar mi mente al día siguiente, me había jurado bloquear los recuerdos de lo que había hecho bajo efectos del celo solo hasta que pasara el lunes, día en donde tenía que volver a la escuela.

Justo hoy, en donde caminaba hacia la entrada, viendo el nuevo y gran cartel con colores chillones que decía "¡Bienvenidos a su segundo y renovado hogar!" con letras blancas y grandes, tuve que respirar profundo para detener el temblor en mis piernas al momento de visualizar a todos los alumnos que se habían reído de mí la semana pasada. Ellos entraban y se quedaban afuera del establecimiento, algunos hablando y riendo, mientras otros solo pasaban por ahí con expresiones adormiladas.

Me acerqué lentamente a la entrada, evitando escuchar a mis instintos que me gritaban que debía de salir corriendo cada vez que alguien me miraba de reojo. Tomé todo el aire que mis pulmones me permitieron y entré a la escuela, dejando atrás el cielo nublado y oscuro para adentrarme en los pasillos ahora colorados.

Si antes las paredes me mareaban, ahora el color rosa palo que las pintaba me daba algo de nauseas. Era la pintura, su olor o el hecho de tener a todo el mundo susurrando cosas a mis espaldas mientras avanzaba hasta la pared en donde los nuevos horarios se colgaban.

Cuando vi que ahora las clases serían algo diferentes, fui casi corriendo al aula nueva, en donde mi grupo de siempre esperaba haciendo demasiado ruido.

Al entrar, de nuevo el mundo pareció ponerse de acuerdo para hacerme el día miserable, porque todos me miraron y no quitaron sus ojos de mí hasta que me senté en mi lugar y bajé la cabeza, demasiado intimidado como para siquiera calmar el increíble temblor en mi cuerpo.

Yuuri, ¿Me pasas la tarea?; Viktuuri/Omegaverse. [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora