Juntos

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María servía su particular pastel de carne que había preparado con la receta que Genara le había regalado dentro de su libro de recetas unos días antes de su muerte. Fue muy duro. Los niños estaban muy unidos a ella, a pesar de la distancia y Diego lo pasó muy mal, pero el cáncer se la llevó y les dio unos meses para prepararse y poder despedirse de ella.

Habían preparado una comida "familiar" como casi cada mes solían hacer. Ahora su nueva familia; Dani, Dunia y su preadolescente Ezequiel. Adrián, Karina y Yago. Pablo, Lorena y sus tres preciosos sobrinos Julen, Blanca y Carla. Y ellos junto a sus precioso hijos Lucas y Lucía.

Todos estaban sentados en la mesa, comiendo, degustando, charlando, riendo, recordando viejos momentos, explicando buenas nuevas y no podía ser más maravillosa la escena.

- María se ha acabado el vino - Dijo de pronto Dani alzando la botella para que ella pudiera verla. María levantó la cabeza mientras seguía sirviendo el pastel de carne y la miró.

- Y no se que me da que tú has acabado con ella - Dijo con sorna - Voy a por más - Dejó de servir y se fue hacía la bodega donde tenían una buena colección de vinos y champagnes que Diego se había empeñado en ir comprando.

María bajó con cuidado las escaleras empinadas de la bodega, habían reformado toda la casa menos esa zona. La dejaron tal y como estaba. Les gustaba así. Antigua, con historia. Ya había sido una bodega antiguamente y tal y como la tenían los antiguos dueños les había encantado. Llegó hasta donde estaban las botellas que quería subir y se agachó un poco para cogerlas. Diego que la había seguido entonces la miró desde una pequeña distancia. Llevaba un corto vestido estrecho y al tirarse tan hacia delante y agacharse sin cuidado se le estaba viendo todo el culo.

- Mi preciosa mujer siempre provocando - María dio un bote del susto.

- Por dios Diego, que susto - Este empezó a reírse. Y María se giró, él se acercó y la besó.

- Venía a buscar otra botella - le dijo él.

- ¿No te parece bien esta? - Le pregunto mostrándole la que ya había cogido anteriormente.

- No, guarda esa - María volvió a girarse y se agachó para dejar la botella donde la había cogido y Diego entonces se acercó a ella por detrás y la sujetó de las caderas pegando su cuerpo a su culo.

- Diego... están todos arriba.

- Será rápido cariño, no puedo subir así - Se mordió el labio al sentir como su marido le clavaba su erección en su trasero. ¡Si! Ella también estaba húmeda y dispuesta. Se bajó las braguitas y giró la cabeza para mirarle.

- Soy toda tuya - Diego sonrió y al tenerla bien puesta la penetró de una sola estacada. María gimió. Y Diego repitió la operación. Se apoyó en unas cajas llenas de botellas para que su marido pudiera ofrecerle mejores empellones.

- Al menos podríais cerrar la puerta - Se oyó de pronto. Diego se quedó dentro de María pero quieto y ella se giró a mirar de donde venía la voz. Dani estaba de pie, arriba de las escaleras, mirándolos, con ya un pequeño bulto en sus pantalones.

- ¡Joder Tío! Que susto. Cierra la puerta. Ya mismo vamos - Se giró a mirar de nuevo a su mujer y en cuanto oyó la puerta cerrarse volvió a arremeter con fuerza contra ella y María gimió de nuevo.

María se giró asustada al oír unos pasos cerca de ella.

- ¡Dani! Me va a dar un infarto. ¿No te habías ido? - Su respiración era agitada. A pesar de que era María quien le hablaba, Dani miraba a Diego y Diego le miraba a él. Si, entendía perfectamente que es lo que estaba pidiendo. Diego sujetó fuerte las caderas de su mujer y volvió a penetrarla con mucha fuerza y ella se dejó llevar, así 4 veces más y cuando la tuvo totalmente a su merced se lo dijo.

En el corazón de María - Trilogía María parte 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora