cliché ● meanie

Capítulo siete: Helado.

POV: WonWoo.

Habían pasado días de la llamada de MinGyu y en la que yo le perdoné. Sí, le había dado una oportunidad a pesar de que no estaba completamente seguro de ello. Podía empezar a darme cuenta de que era un chico bastante torpe para sus cosas. Todos esos días habíamos hablado, él me había acompañado a mi departamento después de clases, pero nunca pasamos a más.

Eran las 10:49 Y la clase de histología terminaba a las 11 en punto de la mañana. Podía sentir que alguien me miraba en toda la clase, fijamente y todo el tiempo. Y era quien estan imaginando, efectivamente, MinGyu.

Cuando el profesor dio por finalizada la clase, el moreno se acercó a mí con una gran sonrisa en su rostro a lo que yo reí un poco porque pude notar que sus dientes estaban un poquito chuecos. Pero no me molestaba. Al contrario, me parecía atractivo. ¿Sólo a mí me parecen atractivos los dientes chuecos?

Antes de que llegue a hablarme, comencé a reír y no pude evitar decirle el por qué.

— Tienes los dientes chuecos y unos colmillos muy grandes.

Me hizo una mueca de ofensa y me dio un pequeño golpecito sobre mi hombro, a lo que yo comencé a carcajear.

— ¡Eres malo, WonWoo! ¿Lo ves? Y yo que venía súper feliz a invitarte un helado.

Abultó sus labios en un puchero. Ternura. Es torpe, pero tierno. Lo admito.

— Ya, cálmate. ¿Es una cita, entonces?

Cuestioné, mientras terminaba de guardas mis cosas. Cuando terminé, me colgué mi mochila en uno de mis hombros.

— Sí... creo. Sí, una cita... perdón. Nunca lo he hecho antes.

Bajó su mirada hacia el suelo al decirme aquello. ¿De verdad nunca había tenido una cita?

— ¿En serio? Bueno, vamos. No creo que pueda ser tan malo tener una cita contigo.

Volví a reír. Era divertido molestarlo de esa manera.

— Eres... muy malo, de verdad.

Y así caminamos totalmente callados hasta más o menos dos calles más, que era en donde había un puestito de helados en una plaza.

MinGyu compró dos helados, no sin antes preguntarme cuál era mi sabor favorito a lo que le respondí "menta granizada", y me miró con mala cara diciéndome que eso era un sabor de anciano, ¿qué le pasa?
Después de eso, nos sentamos en un banquito que había en el lugar, por donde no circulaban muchas personas.

— Ajá, y dime algo de ti. Básicamente lo único que sé de ti es que eras mejor amigo del loco de mi ex y ex de mi mejor amigo. Me costó decir eso.

Dijo para después reír, mientras comía su helado con una cucharita de plástico.

— Pues... me gusta el color rosado. Dirás que no es masculino, pero yo sé que es el mejor color del mundo.

Y estalló en risas. Maldito, lo odio.

— Ya, mis colores favoritos son el morado y el verde. En ese orden.

La charla siguió por varias horas. Nos habíamos contado hasta cosas que nos habían ocurrido en la infancia, comida favorita, y cosas así. Estábamos tan centrados en nuestra conversación que el sol ya había entrado y la luna estaba en lo alto del cielo.

Cuando nos dimos cuenta, decidimos volver, a lo que MinGyu me acompañó hasta mi departamento, llegando en unos minutos pues no era muy lejos.

— Nos vemos mañana, entonces.

— No, espera.

Me detuvo de abrir la puerta tomándome de la cintura y me acercó completamente a él. Oh Dios, mi espacio personal. A veces yo era un témpano de hielo.

— Me encantó estar contigo hoy. Tenemos que hacer esto más seguido. No entiendo por qué me gustas cada vez más, ¿qué tienes, Jeon?

Me preguntó, haciendo un puchero con sus labios. Lo único que sé, es que yo estaba demasiado feliz de escuchar eso. Sentía que mi corazón daría un vuelco.

— También la pasé bien. Y creo que... también me gustas un poquito.

Posé mis manos sobre los hombros del chico, comenzando a acercarme a su rostro lentamente, hasta que acabé con la distancia entre los dos, dándole un suave beso sobre sus labios al que él correspondió de inmediato. Después, él juntó su frente con la mía, sonriéndome, y no pude evitar hacer lo mismo. Sí, Kim MinGyu me estaba enamorando.

— Bueno, me tengo que ir antes de que se haga más de noche. Adiós, Jeon.

Robó un último beso de sus labios y se separó de mí, para después caminar hacia su casa. No le dije nada, sólo entré al departamento y me apoyé contra la puerta después de cerrarla.

Me gustaba MinGyu.

No, no hay duda de ello.