Capítulo 59.

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Un hombre de cabello canoso, ojos de forma felina y piel pálida, se hallaba ingresando a aquel almacén que, poco a poco, en esos meses se convirtió en una fortaleza de los Park. El lugar estaba rodeado por policías en cada sector, incluso había un grupo de soldados de la armada. Pasó por un corto pasillo y llegó a una gran sala, muy amplia, en la que había varios equipos de entrenamiento físico y algunas paredes rotas. En el fondo se hallaba un escritorio donde ese joven de cabello azabache con puntas rojas fumaba un cigarro, manteniendo una sonrisa ladina en su rostro. Una chica estaba de pie a su lado, saboreando una golosina. Los Park no parecían muy sorprendidos por su llegada.

—Jihyun, ¿dónde está mi hijo? —Preguntó sin saludar ni mostrar respeto.

—Oh, señor Min —dijo con sarcasmo—. Un gusto verlo. Su hijo no dio señales de vida aún, así que lo estamos buscando.

—Ese no era el trato, ¡encuéntrenlo o hablaré sobre todo este experimento de mierda!

Su sonrisa desapareció y solo lo observó con seriedad.

—Eso sería un problema, señor Min.

—No lo será si encuentran a mi hijo, ¡y lo quiero con vida!

—Solo pido paciencia, se...

No pudo continuar porque la silueta de aquel hombre fue empujada por una fuerza desconocida hasta estrellarse contra una de las paredes. Ambos hermanos Park se quedaron en silencio, observando cómo el señor Min se hallaba inmóvil en el suelo. Jihyun giró un poco su rostro para ver a quien estaba de pie bajo el umbral de una de las puertas lejanas y sonrió con satisfacción al encontrarse a su hermano mayor, con unos ojos tan rojos que parecían del color de un rubí. Jimin se dispuso a avanzar de manera lenta hacia el centro de la sala.

—¡Jiminie, lo estás controlando muy bien! —Dijo Yuna con alegría y aplaudió, viendo que el mencionado le regalaba una leve sonrisa.

—¿Qué fue...? —Habló Min con mucho esfuerzo, tratando de levantarse.

—Vaya, no esperaba menos de mi maestro —Jimin le interrumpió, deteniéndose a diez metros de distancia de él—. Ups, ¿tenías un arma o algo? Creo que se hizo trizas. Y se raspó la pared —ladeó su cabeza, haciendo una mueca de incomodidad.

—¿Qué mierda eres...? —Preguntó el hombre.

—No le hables así, pedazo de escoria. Le debes respeto —dijo Jihyun desde el escritorio—. Estás frente a la persona que será el arma definitiva del experimento de los Park. Y todo gracias a que supimos cómo hacer las cosas.

Soltó una risita de forma despectiva.

—Vaya, no creí que fueras tan hijo de puta como para usar a tu propio hermano.

—Él accedió a esto —ladeó su boca con satisfacción—. Y Jimin tiene la droga en su cuerpo, fue más fácil así.

—Él no puede acceder a ser parte del experimento —frunció su ceño—. Estoy seguro de que le dijiste algo para convencerlo, porque no sé si recuerdes, pero tu difunto padre, quien le hizo todas esas cosas a tu hermano, fue el que inició la recreación de la droga.

—¿Y qué tiene que ver la noche con el día, señor Min? —Preguntó—. Además, no sé qué tanto le importa el sujeto de prueba, si después de todo estamos teniendo resultados exitosos —alzó sus cejas con decepción.

El hombre de cabello canoso y ojos de forma felina estuvo a punto de decir algo, de no ser por esa fuerza desconocida que volvió a empujarlo, esta vez presionando su cuerpo contra la pared. Comenzó a sentir que su respiración le faltaba y observó con temor a Jimin, quien no le quitaba la vista de encima, con esos ojos rojos que transmitían emociones terroríficas. Estaba empezando a tener miedo, mucho miedo. Jamás en su vida se imaginó algo así, pues incluso había visto a Seokjin una vez, pero nada se comparaba a eso.

Pinky Hair Boy - YoonMin [+18] EN FÍSICO DISPONIBLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora