Capítulo I - El colegio

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Cuando iba al colegio la mayoría de las asignaturas eran aburridas para Amaya. No es que no entendiera lo que los profesores explicaban, lo hacía bien, ya que sus capacidades eran normales según el test que habían realizado a los alumnos de su curso. De acuerdo con los resultados, su cociente intelectual estaba en la media, pero se aburría cuando el profesor Tano de Ciencias de la Tierra les explicaba algo que ella ya conocía: el interior de la corteza terrestre formada por las cortezas oceánica y continental; o las capas de la atmósfera: la troposfera, la estratosfera, la mesosfera y la ionosfera; y otros conceptos que había leído en su propia enciclopedia sobre la naturaleza.

Aún recordaba cuando un comercial llamó a la puerta de su casa y con una simpatía arrolladora logró entrar, que sus padres escucharan durante más de dos horas sus explicaciones acerca de las innumerables ventajas de tener 12 libros en el estante de su mueble del salón y, finalmente, que compraran la enciclopedia.

Ciencias de la Tierra era una de sus asignaturas favoritas, especialmente el temario que tenía que ver con el espacio. Pero últimamente solía estar en babia más frecuentemente de lo que le hubiera gustado admitir, sobre todo en lo referente a Alan, el chico que se sentaba en la penúltima fila. Mientras se desarrollaban el 90% de las clases, parecía dedicarse a dibujar en una libreta de tapa dura de color azul, por lo que ella le observaba con incredulidad y se preguntaba qué clase de garabatos haría.

Alan y Amaya eran dos conocidos desde infantil. Ella estaba enamorada platónicamente de él desde el primer día que le había visto a la edad de seis años, mientras hacían figuritas de plastilina para el belén navideño. Con el paso de los años habían coincidido en la misma clase reiteradamente, pero ella no se había atrevido a hablarle, por eso, y ahora que cursaban primero de Bachillerato, en realidad lo único que tenían en común era que compartían el mismo aula.

Eran las diez de la mañana y la clase transcurría despacio.

Una hora después de su comienzo sonó el timbre para salir al patio donde los alumnos podían airearse un rato. Amaya solía quedarse en un cuadrante alejado de los deportes que practicaban algunos de sus compañeros: fútbol, baloncesto, e incluso voleibol, mientras solía observarlo algo inquieta, ya que no lograba imaginarse a sí misma practicando cualquier tipo de deporte que demandara movimiento.

Ella era más compatible con las actividades intelectuales, concretamente lo que tuviera que ver con la lectura de temas relacionados con el espacio.

Pasó el tiempo observando a sus compañeros mientras se comía un bocadillo de jamón que su madre le había preparado, solía llevar emparedados muy raros al colegio. Por ejemplo, ese día tenía uno de jamón con tomate frito y tortilla francesa.

En ocasiones, Estela, amiga de Amaya desde párvulos, le preguntaba qué comida había traído por mera curiosidad.

Ella contestaba divertida.

- El bocadillo tiene al menos tres sabores, como siempre.

Media hora después de salir al patio, sonaba nuevamente el timbre para que los estudiantes entraran en clase.

Era la hora de inglés. El profesor Alfredo mandó leer un texto sobre los astronautas y el espacio exterior individualmente a los 32 alumnos, empezando por la fila que estaba más a su izquierda. Primero leyó Joaquín que era el alumno más gracioso de la clase y solía hacer comentarios apostillando a los profesores cada cierto rato, provocando la risa del resto. Comenzó a leer un texto de National Geographic sobre el universo:

"La teoría más conocida sobre el origen del universo se centra en un cataclismo cósmico sin igual en la historia: el big bang. Esta teoría surgió de la observación del alejamiento a gran velocidad de otras galaxias respecto a la nuestra en todas direcciones, como si hubieran sido repelidas por una antigua fuerza explosiva". 

Amaya en 1º de Bachillerato - Capítulo 1Where stories live. Discover now