Capítulo III. Final

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Dedicada a ItsasoAU y xandy547
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Después de largas horas de trabajo, el Maestro volvió a posar su pincel sobre la paleta que ahora descansaba en el atril, habiendo terminado su obra, ante los ojos entusiastas de su aprendiz

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Después de largas horas de trabajo, el Maestro volvió a posar su pincel sobre la paleta que ahora descansaba en el atril, habiendo terminado su obra, ante los ojos entusiastas de su aprendiz.

Pese al tiempo transcurrido, a ambos se los veía animados y enérgicos.

En el cuadro se reflejaba la imagen de un Versalles con características veraces, sensatas, con absoluta carencia de elementos fantásticos que pudieran alterar la impecable imagen realista.

−Y bien, ¿qué te parece? −preguntó el Maestro.

−¡Parfait! −dijo el mozo azorado por el magistral trabajo de su mentor, al tiempo que mentalmente hacía la conexión de la historia ficcional, con la verdadera.

Mientras observaba la pintura, pudo ir más allá del primer velo, y descubrió mucho más de lo que sus ojos percibían a simple vista, porque ahora conocía los verdaderos pensamientos del artista, su cosmovisión, había sido testigo del despliegue de su imaginación, de las evocaciones que despertaba su mente cuando realizaba aquel doble trabajo, y se encontró distinguiendo, al igual que aquel, entre los miembros de la Corte, a cada uno de sus personajes del cuento y los animales que los representaban, aún debajo de la pompa y la grandeza de sus estrafalarios vestuarios.

Vió con nitidez a las "bestias hambrientas", creadas por la misma monarquía, por su opresión, indiferencia, más que por la propia hechicera, en los márgenes de la pintura, las "afueras", y por último reconoció entre las poliformes imágenes coloridas, a los Reyes; advirtiendo que los verdosos ojos de su mentor, brillantes de añoranza, estaban puestos en aquel personaje que, aunque no fuera ajeno a las malsanas influencias de su entorno y tuviese igual fatídico destino, él supo apreciar y se esmeró en destacar, haciendolo brillar por sobre el resto y otorgandole un sitio privilegiado en el centro mismo de la tela, en el corazón del lienzo.

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Final amplificado

Tiempo después el anciano profesor falleció, y podría decirse que en absoluta paz, pues había tenido una vida dichosa y larga, rica, en más de una cuestión; y sobre todo se fue del plano terrenal orgulloso, porque su aprendiz había incorporado muy bien sus enseñanzas y desarrollado ampliamente su talento.

Lo que nunca supo el Maestro, es que aquel se convirtió en un temprano precursor de un estilo de arte, si bien no innovador, controversial, peculiar y polémico.

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El fantástico VersallesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora