Capítulo #31: Alianzas silenciosas

Comenzar desde el principio
                                    

«Suficiente». Daichi no aguantó las ganas de sacarle el aire de un golpe. Qué satisfactorio fue que se doblara y abrazara su estómago para algo que no fuese reír.

—No es por nada, ¡pero lo tenías merecido! —Bokuto fue quien carcajeó en su lugar—. ¿Crees que se relaje un día? —Por su adición distorsionada entre risas, se ganó una versión suavizada del puñetazo en sus costillas—. ¡Ah! ¡¿Qué hice yo?!

—¿Qué más desean saber? —Ignoró la interrogante.

—Demonios, Sawamura —dijo Kuroo con voz débil, recién recuperándose—, ya entiendo por qué te temen.

—¿Hm? —Volteó a verlo con la sonrisa. Kuroo dio un brinco hacia atrás.

—Quiero saber sobre la persona. ¿Quién es? —Se aseguró de guardar distancia.

—No.

—¿No?

—No hay manera de que te cuente. —Cruzó los brazos.

—¡Oh, vamos! Ni somos de la misma prefectura, ¿crees que valga la pena esparcir el chisme?

—Tendremos cierto renombre cuando clasifiquemos a las Nacionales —declaró con seguridad.

—Tu determinación no tiene límites, ¿eh? —Silbó—. Nah, tampoco lo esparciría. Además, si no estás curado para entonces, no creo que vayas a hacerlo sin medidas extremas.

—¡Yo tampoco lo esparciría! —exclamó Bokuto.

«Me preocupa el volumen en el que contestarías si lo revelo».

—Me guardaré eso —insistió.

—¡Vamos! —El capitán de Fukurodani se acercó lo suficiente para pasar un brazo por sus hombros—. No es como si conociéramos a la persona y vayamos corriendo a decírselo para que termine de hacerte caso.

Daichi agradeció que regulara su voz estando a poca distancia de sus oídos, pero su alegato solo lo hizo girar la cabeza al lado opuesto con una expresión tan neutral como le fue posible mantener.

—No... —Kuroo levantó la mano derecha lentamente hasta llegar a la altura de su cabeza. Sus ojos algo entrecerrados alertaron a Daichi—. Conocemos a la persona. —Chasqueó.

Su mandíbula se tensó sin permiso.

—Déjense de trucos, no voy a confesar —masculló.

—Mira, no te vamos a culpar si es tu mánager. No creo que exista alguien que no se enamore aunque sea de su cara.

—Aunque hay muchos en tu equipo que morirían de envidia si salieran —comentó Bokuto mientras liberaba a Daichi de su agarre.

—En mi propio equipo hay un par que jamás lo superaría. —Recordó por un segundo la expresión de Tanaka cuando pensó que su idolatrada era quien lo había enfermado—. Solo para evitar malentendidos, puedo decirles que no es Shimizu.

—Ya vas cediendo —canturreó el más irritante—. Pero, si la nueva mánager no puede ser porque la conociste después, entonces no queda nadie que conozcamos que pueda ser. ¿Me estaba equivocando?

Daichi solo se encogió de hombros tratando de lucir más exasperado que nervioso. La astucia de Kuroo no solía darle buena espina. En ese instante, era como si acechase su secreto y ya estuviese a punto de correr a cazarlo.

—Oigan, no querrán ver a Daichi molesto. —Sus hombros se relajaron al oír la voz que siempre sería hermosa, aun si daba una advertencia.

—Ya nos golpeó, ¿puede empeorar? —El capitán de Nekoma se encogió de hombros, despreocupado.

Cuando las flores hablen por élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora