Se había levantado pronto. Había dejado que Groot durmiera junto a ella, y no lo había movido de la cama. Se había duchado rápidamente y se había puesto unos vaqueros con un jersey negro. Se colocó sus botas de plataforma y rodeó sus ojos de maquillaje negro.
Llevó su mano hasta la percha en la que estaba la chaqueta de Peter, pero la apartó de inmediato. Sintió como las lágrimas acudían una vez más a sus ojos, suspirando cogió una de las chaquetas que Emily le había dado. Salió de la habitación dejando la puerta entreabierta.
Atravesó la sala y bajó los escalones con desgana.
Le encantaba la nueva residencia. El espacio personal de los Vengadores era mucho más amplio, con una gran cocina junto a una mesa enorme, y una cristalera que dejaba ver la sala de entrenamiento. En el piso superior había una acogedora sala, rodeada de numerosas puertas que daban a enormes habitaciones de baños individuales y vestidores compartidos, en su caso, con Emily.
La rubia era entrenada allí desde que aquellas delicadas alas habían aparecido quién sabe por qué. Bethany se alegraba enormemente de tenerla tan cerca, tal y como eran las cosas en el orfanato. Tal vez, si ella estaba allí, con su valentía, su belleza y su inteligencia, se podría compensar el gran fallo de haberla metido en la Torre meses atrás y de básicamente depender del poder de un estúpida castaña gorda.
La joven avanzó hasta la cocina disfrutando de la luz natural que se filtraba desde las cristaleras del techo. Sirvió café en un vaso, que le fue arrebatado poco después.
- Gracias, Princesa.—sonrió Thor.—El pueblo de Asgard te lo compensará.
Ella sonrió rodando los ojos.
- No sé qué hará el pueblo de Asgard, pero tú me debes más de 20 cafés.
- Nada que el oro y la bebida asgardiana no pueda compensar.
Bethany rió, sirviéndose otro vaso y acercándose a la mesa, allí donde un plano de la ciudad descansaba. Parte del equipo había pasado la noche estudiándolo. Bethany frunció el ceño.
- ¿Qué son los puntos rojos?— preguntó.
- Puntos débiles.—contestó Scott levantándose del sofá entre pequeños gemidos de dolor.
- ¿Has dormido en el sofá?
- Ha sido una noche larga—dijo mientras se sobaba la espalda y Bethany se acercaba hasta él.
La castaña posó su mano sobre la espalda del hombre, tiñéndola de verde por un momento y haciendo que aquel dolor agudo desapareciera en cuestión de pocos segundos.
- Eres un regalo del cielo.—suspiró aliviado.
La chica sonrió, mientras visualizaba a Steve bajando las escaleras con la elegancia y agilidad características del Capitán América.
- Deberías mirar, Beth.—dijo señalando la sala de entrenamientos.
La joven cogió su café y se acercó a la cristalera. Dentro de la sala, Nébula y Gamora luchaban cuerpo a cuerpo. Sus hipnotizantes movimientos eran tan correctos y acompasados como las agujas de un reloj, suaves y letales al mismo tiempo.
Se preguntó si Steve de verdad esperaba que ella algún día fuera capaz de igualar aquello. Debía meterse en la cabeza que por muchos villanos y organizaciones malignas que él hubiera conseguido exterminar, aquello era una misión más que imposible. Ella era patosa y un desastre con D mayúscula, y aquellas habilidades debía dejarlas reservadas para otro tipo de gente.
Aquellas eran las despampanantes hijas de Thanos, imbatibles, al igual que era también Tecna y al igual que lo sería probablemente Ágatha. Tal y como Loki había explicado, el simple hecho de que su madre fuera la hija adoptiva del Titán loco también la convertía a ella en lo mismo, así que la joven había asumido automáticamente que ella era la hija bastarda de aquel asqueroso ser.
Debía joder, pensaba ella, tener cuatro hijas perfectamente entrenadas, preparadas para combatir cualquier enemigo visible, y luego tenerla a ella, frágil, débil y ridícula. Aquello sería, probablemente, el mayor daño que Bethany podía llegar a hacerle a Thanos en toda su estúpida vida.
La perfección contra los fallos, uno encima de otro.
- Si sigues así, acabarás matándote a ti misma.
Bethany se giró, viendo como T'Challa se ponía a su lado y miraba los movimientos de Nébula.
- ¿Qué?
- Actúas con inseguridad en todos tus movimientos. Lo planeas todo al milímetro, no quieres cometer ni un sólo fallo por miedo a que alguien te juzgue por ello.
La joven se quedó sin palabras. Bajó la cabeza, avergonzada frente al rey de Wakanda.
- Yo también era así.—siguió él.— Debes quitar esos pensamientos de tu cabeza. Eres poderosa y probablemente la pieza más importante aquí, Bethany Barton. Valóralo.
El azul apareció a su alrededor, sus ojos se tiñeron de negro y el sonido del mar apareció a su alrededor. El tacto de la arena era suave y el olor a agua salada inundaba sus fosas nasales. Podía oír la risa de una pequeña niña que jugaba con su padre a pocos metros de ella.
Abrió los ojos, las olas del mar rompían contra la orilla y ella estaba recostada junto a Peter. El arácnido había dejado su mano sobre su muslo, y daba pequeñas caricias en él con su pulgar.
Sintió aquella sensación a su alrededor de nuevo, llenándola por completo, dándole vida, seguridad. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras sus manos y pecho empezaban a temblar.
Suspiró, haciendo que Peter la mirara, sonriera y juntara sus labios contra los suyos. La joven dejó sus pálidas manos sobre la cara de él, disfrutando de cada segundo.
Volvió a la realidad pocos segundos después. Miró a Pantera Negra a los ojos y asintió.
- Cuando esto acabe...—continuó él— Creo que deberías pasar algún tiempo en Wakanda.
Bethany dudó.
- Unos entrenamientos a manos de mis mejores hombres, y serás brillante. Ya lo eres.
Él se apartó, entrando en la sala y observando con cautela. La castaña sacudió la cabeza, apartándose también y dándose de bruces con el pecho de Steve.
- Perdona.—dijo nerviosa.
Él sonrió levemente. Las ojeras eran ya notorias bajo sus azules ojos, su pelo estaba más largo y la barba empezaba a ser algo abundante sobre su cara.
- Tenemos que hablar.
Ella asintió, sin saber muy bien qué decir. Siguió al hombre hasta el piso de arriba. Él abrió la puerta de su cuarto, ordenado y irónicamente más pequeño que el de Bethany.
- Nos vamos en tres días. Tenemos que acabar con Thanos, y no vamos a volver todos.
- Joder.—susurró ella.
- Vocabulario, Barton.
La joven rió, sentándose a su lado en la cama.
- Deberías despedirte. El resto va a mentirte, diciendo que todo va a ir bien; pero yo no sería capaz de hacerlo teniendo en cuenta lo que pasó la última vez. Habla con May, pasa unas horas con ella.
La joven asintió, mientras un vacío aparecía en su pecho sólo de pensar en no volver a ver a la mujer.
- Ve con tu padre. Irá a casa de Laura, y quiero que vayas con él. Sé que es difícil, pero es tu única familia.
- No.
- ¿Qué?
- No es mi única familia.—aclaró ella sacudiendo la cabeza.— Vosotros sois mi familia. Emily, tú, Sam. Vosotros sois mi familia.
Steve sonrió. Rodeó a la joven con sus fuertes brazos, sorprendiéndola. Ella sonrió.
- Oh, vaya. Abrazo familiar.—exclamó Tony desde la puerta, acercándose.—Que dulce.
Se unió, mientras insultaba a Steve entre susurros.
Sí, Bethany sabía que era probable que acabara muerta a manos de Thanos. Sin embargo, una nueva sensación la reconfortaba ante aquella idea.
Ganarían o perderían, pero lo harían juntos.
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(1) Barton; Peter Parker, The Avengers.
Fanfiction" -Estaban enamorados. Se notaba por la manera en la que se miraban el uno al otro, cómo si tuvieran el secreto más maravilloso del mundo entre ellos." Donde los complejos y las inseguridades matan, donde la verdad es el objetivo mayor y el pasado d...