❅ | 43 | ❅

45.3K 4.4K 621
                                    


Giselle.

— ¿Por qué hay tantos tipos? — Pregunto sin poder evitarlo, paseando mi vista por el montón de paquetitos que hay frente a nosotras.

Laine a mi lado se encoje de hombros.

— Ni idea. Supongo que algunos son mejores que otros — me dice, y luego me da un ligero codazo que me hace volver el rostro hacia ella — ¿Y tú para qué quieres…? — Señala con la cabeza en dirección a los condones frente a nosotras.

No digo nada, solo frunzo los labios. Laine sonríe con picardía y suelta:

— ¿Vas a darle una buena bienvenida a Chase? — El tono pícaro que usa, y lo que esa simple oración significa, hace que el rostro se me contraiga en una sonrisa que no puedo disimular por más que quiera. Entonces, siento que el rostro se me pone rojo.

— ¡No digas eso! — Me cubro la cara con las manos.

— Pequeña picarona, no conocía ese lado tuyo — se ríe y, cuando me descubro el rostro, la veo mover las cejas de arriba hacia bajo — ¿Chase y tú ya…?

No necesito que termine la oración, sé a lo que se refiere.

— No — niego con la cabeza.

— ¿Y quieres?

— Pues sí — y admitirlo en voz alta hace que de nuevo el rostro se me contraiga en una sonrisa.

La cara que hace Laine a continuación solo me hace sentir avergonzada. Mi amiga deja salir un grito que me hace abrir los ojos con espanto. Miro a nuestro alrededor solo para asegurarme que mamá no está cerca. En efecto, no lo está, pero hemos llamado la atención de un par de personas que están de paso. Entonces, una mujer se detiene a mi lado, observa los condones frente a nosotros y agarra dos paquetes. Luego, me echa una mirada por encima del hombro y se marcha.

Vuelvo mi vista a Laine, que tiene una sonrisa de oreja a oreja que me provoca espanto. Tratando de fingir desinterés, me giro sobre mis talones y comienzo mi camino lejos de ella. Soy consciente que mi amiga me sigue de cerca, y agradezco que no insista más en el tema. Aunque con ella no tengo secretos, claro está. Bueno, solo uno, el de Chase y su mundo mágico, pero por obvias razones no puedo contactarle nada.

Juntas vamos al área de los dulces y agarramos varias cosas; entre ellas unas cuantas bolsas de frituras extra grandes. Mi madre debe estar cerca, en la farmacia de la tienda, comprando bloqueador para irnos a la playa. Me urge, esa es la verdad, necesito agarrar un poco de color en las mejillas.

Entonces, mientras veo a mi amiga agarrar un par de paquetes grandes de Oreo, siento que alguien pasa cerca de mí. No le presto atención, pero cuando su mano me agarra por la muñeca y tira de mí para girar de golpe, siento que el pulso se me dispara.

Alerta a cualquier cosa, doy un paso hacia atrás, chocando así con el estante a mis espaldas.

Delante de mí hay un chico. Es alto y delgado; tiene el cabello castaño y los ojos verdes, increíblemente impresionantes. Entonces, me sonríe con tanta familiaridad que cualquier creería que nos conocemos de años.

— Hazely — me dice, sin perder la sonrisa.

El chico no parece ser peligroso, así que mi pulso se va normalizando. Me llevo una mano al pecho y dejo salir el aliento, aliviada. Por un segundo pensé que era alguien peligroso, tal vez el chico de la Belledame pero no es más que un muchacho que me ha confundido con alguien más.

— Que bueno verte — dice él al ver que no le digo nada.

Miro a mi amiga, ella tiene la vista clavada en el chico frente a mí, pero en cuanto siente que la estoy observando me devuelve la mirada. Entonces la veo levantar la comisura de sus labios en una media sonrisa a la vez que arquear una ceja, me señala con la cabeza al chico, que sigue esperando que le diga algo, y prosigo a sacarlo de su error:

Dulce Debilidad © Libro 1 [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora