Harry

5.8K 204 2
                                    

Me tomó otro día y medio sacar la cabeza de mi culo de dejar de actuar como un lunático. Era un desastre.

Destrozado por besar a Saint, mayormente porque no me arrepentía ni por un segundo, pero también porque la conocía mejor. En la bruma del tequila y la tristeza, aun podía sentir su sabor, sentirla presionada contra mí, y esa era la
única cosa buena que podía recordar de las últimas semanas.

Me encantaría ser capaz de decir que la visita sorpresa de Saint me había golpeado en la cara con una claridad muy necesaria, pero no era el caso.

Después de su salida precipitada porque la había tratado como un idiota grosero, me terminé la botella de tequila con la que había estado haciendo mi camino antes de que ella apareciera y me desmayé sobre el suelo del salón. Al día siguiente fue más de lo mismo, solo que en algún punto hice mi camino hacia el sofá y fui capaz de dormir un poco, usando una caja de pizza como almohada. Oh sí, estaba comportándome totalmente como una persona adulta.

Abrí los ojos cuando oí que se abría la puerta delantera del apartamento y unos pesados pasos que se dirigían a donde yo estaba revolcándome en mis lamentos y decisiones. La única persona que seguía teniendo una llave del apartamento era Rule. Obviamente me había permitido tener mi fiesta de la compasión durante un día pero se había cansado de que ignorara sus llamadas. Sentía la cabeza como si estuviese llena de algodón y tardé más de un minuto en que mi visión enfocara sus furiosos ojos azul pálido.

Rule me conocía mejor que nadie. Éramos amigos por esa razón. No había juicios, ni cesuras, sin decepciones para ninguno de los dos, aunque la situación lo requiriese, como ahora mismo.

Éramos un equipo, sin importar qué, y el papel que teníamos en la vida del otro era el de ser una roca solida de apoyo y más a menudo el que golpeara el culo del otro cuando lo necesitaba, lo cual era claramente lo que estaba pensado mientras cruzaba los brazos sobre su pecho y levantaba su ceja agujereada hacia mí.

—Te ves como la mierda.

—Bueno, eso es apropiado ya que me siento como la mierda.

—Ha pasado una semana. Ese es el tiempo que te he dejado para que te pusieras al día con esto. Tomate un ducha, lávate los malditos dientes, ponte algunos jodidos pantalones, y vamos a ir a ver a Phil. Suficiente, colega. Sí, fue una bomba bastante desagradable la que te dejó caer, pero eso no cambia el hecho de que le debamos a Phil más de lo que le podremos pagar el resto de la vida. Así que supéralo y vamos. —Le gruñí y me levanté del cartón grasiento. Sí, había un ganador.

Me pasé las manos por la parte desprovista de cabello de mi cabeza y esperé a que la habitación dejara de moverse. No sabía que decirle al hombre que me había criado. Había entrado en la habitación del hospital aquella noche, mirado profundamente hacia sus ojos, que eran del mismo color que los míos, escucharle llamarme hijo en voz alta sin fuerzas, y me había girado y había salido por la puerta.

Fue un movimiento cobarde, sin mencionar insensible y poco profundo, pero mi cabeza estaba girando alrededor y no podía encontrar nada solido a lo que agarrarme. Phil se merecía mucho más que eso de mi parte, sin importar quién era en mi vida ahora; siempre había estado ahí para mí, apoyándome cuando nadie más lo hizo.

Me empujó sobre mis pies, y de repente me caí sobre mi culo. Rule se acercó hacia mí y puso su mano la que tenía la cobra y su nombre tatuados sobre los nudillos en mi hombro para estabilizarme. Sacudió la cabeza, con su cabello de punta azul, por lo que era algo difícil tomarse en serio su mirada de reproche.

—Dame veinte minutos.

Iba a necesitar más de ese tiempo para quitarme el olor rancio del licor y de los cigarrillos de la boca.

HardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora