Mi territorio

6.2K 249 15
                                    

-Me gusta el misterio que esconden tus ojos-, susurró Ámbar contra los labios de Simón, estaban acostados en la cama, con el amanecer comenzando a entrar por la ventana, se habían despertado y acomodado uno frente al otro, no habían dicho nada hasta este momento, por primera vez, no había bromas al despertar, nada por unos minutos, solo sus miradas, sin que ninguno de los dos se fijara en nada mas.

-Y a mi me encanta el azul de los tuyos-, susurró Simón mientras acariciaba su cuerpo con sus manos suavemente, estaban tan cerca que sentían su respiración, sus piernas estaban entrelazadas, mientras Simón recorría su espalda, su cintura, su cadera y aun mas abajo solo rozando, solo disfrutando de la sensación, ella pasaba sus manos por su pecho y sus hombros.
-Claro el azul es tan...interesante-, murmuró Ámbar con algo de sarcasmo en su voz y Simón sonrío.
-No tienes idea del azul tan peculiar que posees, me fascinan tus ojos, dejan ver a la persona que se esconde de todos-, contestó rozando su nariz con la de ella.
-¿Eso lo dice el GRAN "Simón Álvarez "?...si se trata de esconder estamos a la par-, se burló ella y Simón la apretó mas contra el.
-No te puedo esconder nada....ya no-, murmuró pues el sabia que esto era lo que quería simple y llano, despertarse con ella, después de haber dormido juntos, después de un gran sexo, después de un día de bromas y de apoyo, por que ella había estado cuando el lo necesitaba, ella había notado cuando algo le molestaba, ella.

-¿Cómo eras de niña?-, susurró y Ámbar sonrío, su corazón nada mas latía fuerte de escuchar su voz, aun no podía entender como llego a amarlo tanto, hace una semana exactamente ellos apenas y se habían visto, peor aun Ámbar estaba segura que Simón jamás la había notado, ella jamás se preocupó por que el Playboy de la Universidad no la mirara, pero ahora recostada junto a el, Simón rasgaba pedazos de su vida como queriendo saberlo todo, mientras ella se sentía desnuda, en cuerpo y alma a la vez.
-Un poco peor que ahora-, bromeó Ámbar mientras Simón rodeaba los ojos.
-No lo se, era niña, con cuerpo de niña como hasta los 14, los lentes y el cabello no han cambiado, era bastante testaruda...-, comenzó mientras Simón acariciaba su mejilla.

-¿Eras?...permíteme corregirte...eres demasiado testaruda-, se burló.
-Muy gracioso-, replicó con un mohín y Simón la besó suavemente.
-¿Qué mas?-, insistió.
-No podía estar más de 3 horas sin ponerme los patines, eran mi refugio, mi lugar favorito pero mi mamá no era muy fan , así que intento que estudiara ballet a los 6...la maestra termino diciendo que no quería mas escenografías rotas, después de mi primera "presentación", lo que fue un alivio, parecía un panda con leotardo...era un desastre...-terminó mientras el levantaba su rostro.
-¿Un panda en leotardo?, no lo creo...debiste verte preciosa-, murmuró.
-Adulador, sabes no tienes que ser encantador, al fin de cuentas ya estoy en tu cama cierto-, bromeó ella y Simón la acercó serio, casi hasta que ella quedara arriba de el, Ámbar jadeo y lo miro mientras el permanecida sin expresión.
-¿Eso crees...que todo es por esto?-, murmuró mientras movía sus caderas haciendo que sus sexos se rozaran, los dos se tensaron ante la sensación.

-Eres mucho mas que eso Ámbar, me vuelves loco...no es adulación, me encanta tu personalidad, tu impulsiva forma de actuar, tu humor acido casi insoportable y si tu cuerpo es fascinante y perfecto, tanto que duele mirarte, pero no es solo sexo-, terminó mientras ella lo miraba, sus ojos estaban vidriosos pero reprimió las ganas de llorar, ella habría dicho lo mismo, esto no era solo sexo, era amor, tan fuerte que le dolía en solo pensar que algo cambiara.
-Es mucho mas-, le susurró ella mientras Simón sonreía, había completado la frase con las palabras que el tenia en su boca, la acerco y la beso despacio, recorriendo todo lo que pudiera recorrer con su lengua, la abrazo fuerte mientras ella se recostaba en su pecho.
"Te amo", ¿Cuan difícil era pronunciar eso?, pero por mas que Ámbar luchaba aun no se permitía decirlas, por que ya no habría vuelta atrás, si las pronunciaba era ir directo al cielo o al infierno y no estaba segura de poder soportarlo, beso su pecho antes de levantarse.

ACUERDO PERFECTO                                            |SIMBAR|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora