08. FIRST MEET.

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07.


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EL PRIMER ENCUENTRO.


               Un ligero cosquilleo se expandió por todo mi cuerpo, aun no podía concentrarme en soportar el dolor de cabeza por el bullicio. Gritos alentadores de pelea retumbaban en mi cabeza confundiéndome sobre mi verdadero estado.

Abrí los ojos topándome en medio de una multitud de personas gritaban pelea, la mayoría no pasaba de la mayoría de edad y sus ropajes eran diferente a los míos, nunca en mi vida había visto tales cosas.

Frente a mis ojos pasaron dos jovencitas de igual ropaje pero una llevaba un sombrero en su cabeza, me parecieron algo familiares pero luego se adentraron en la multitud y las perdí de vista por completo.

Me moví y salí del pequeño lugar donde esta para enfrentarme a la luz y pude apreciar mi ropa. Era un vestido negro con detalles blancos y un largo collar de perlas que rodeaba mi cuello. El vestido llegaba tres dedos antes de mis rodillas y tenía tacones a juego, sentí un leve peso sobre mi cabeza y me di cuenta de que yo también llevaba un sombrero absurdo allí.

- ¿Dónde estoy? –mi voz quedo apagada por los gritos.

Confundida por la situación en la que me encontraba, quite a las personas de mi camino, abriéndome paso hasta llegar al centro donde se llevaba una pelea. Era claramente una pelea en desventaja donde dos jóvenes altos sostenían a un rubio de ojos claros por los hombros.

El rubio pasó la mirada por la multitud hasta quedarse quieto en un lugar, con una expresión que representaba algo de culpa. Seguí su mirada encontrando de nuevo las mismas jovencitas que había visto antes pasar frente a mí.

- ¿Por qué nadie hace algo? –pregunte soltando un bufido exasperada.

- Porque él siempre suele pelearse con otros –respondió una mujer a mi lado, quien no había notado antes.

Sus ojos azules me sonrieron en cuanto me miro y dude en seguir hablándole.

Otro chico golpeo al rubio estrellándolo contra la pared y volvieron a pelear, llevándose el rubio la peor parte porque le daban golpes bajos.

Lleve una mano a mi cintura con la intención de desenvainar mi espada pero me lleve una gran sorpresa, no la llevaba. Un chico de cabello negro pasó junto a mi lado metiéndose en la pelea quitándole de encima al chico de ojos claro los agresores.

- Ayúdalo... –susurro la mujer antes de irse dejándome confundida.

Mi cuerpo reacciono por sí solo, mis pies se movieron rápidamente hasta llegar al centro de la pelea donde cogí el cuello de la camisa de uno de los brabucones y los jadeos de sorpresa ante mi acción remplazaron rápidamente los gritos de pelea.

El vestido me impedía hacer movimientos fuertes pero eso no fue impedimento para al jalar al joven le diera en la garganta con mi mano libre, causando que perdiera el aire y cayera de rodillas al suelo para luego darle un último golpe pateándole la espalda. Tosió con fuerza desde el suelo y sus ojos llenos de ira me inspeccionaron de arriba abajo, respiraba pesadamente y cuando empezó a ponerse de pie dispuesto a responder mi golpe, el pitido de algo llamo la atención de todos.

Hombres tipo soldados se interpusieron entre la pelea haciendo que los espectadores huyeran.

- ¡Oigan, ya! ¡Sepárense! –exclamaban.

El chico al que había hecho caer, se alejo aun manteniendo su mirada de ira sobre mí. Levante una ceja viéndolo con superioridad y rezongo sobándose el cuello. Dejo de observarme y se perdió entre la multitud.

Con la mirada trate de ubicar de nuevo al joven de la pelea, un soldado estaba alejándolo del lugar evitando que volviera a empezar a pelear. Su mirada recayó sobre mí quien estaba estática en el mismo lugar donde me había quedado. Mantenía mi mirada sobre él a la espera de que dijera algo pero no murmuro una sola palabra y empezó a alejarse, mientras arreglaba sus vestiduras.

Solté un suspiro y acomode mi cabello.

- Señorita, ¿Se encuentra bien? –pregunto un soldado amablemente.

Asentí y le sonreí.

- Esto debe ser suyo... -otro soldado me tendió un objeto reluciente, sin pensarlo dos veces extendí mi mano aceptando lo que me iba a dar.

Cuando ambos se fueron abrí mi mano sorprendiéndome con lo que me habían entregado.

Era el dije de un león, era mismo león que iba siempre en los escudos de Narnia y demás. Volví a cerrar mi mano como si lo que tuviera fuera prohibido y mire a todos lados cerciorándome de que nadie me hubiera visto para empezar a caminar.

...

Las personas empezaron a juntarse más de lo debido, ya casi no había espacio si quiera para seguir caminando o para respirar, aun así, seguí tratando de abrirme espacio, tenía que buscar alguna salida del mundo tan extraño al que Aslan me había enviado quien sabe a qué.

Sentí un pisotón y luego un pellizco en mi brazo, mire a ambos lados buscando algún responsable para reclamarle pero la gente seguía apretando en el pequeño espacio que empezaba a haber.

Alguien me empujo, trastabille y como nadie noto que estaba por caerme, termine en el suelo.

Solté un quejido poniendo mis manos evitando el fuerte golpe pero cuando levante la mirada estaba en un lugar un poco oscuro, el suelo era terroso y ya no había tantas personas a mí alrededor.

Al parecer estaba de nuevo de vuelta.

Un tejón y el enano me miraron expectantes, me levante del suelo y sacudí el horroroso vestido que llevaba.

- ¿Alguien sabe que está pasando? –pregunte limpiando la sangre que escurría de mi nariz.

Ambos me vieron con expresiones confundidas. Claro, debí suponerlo, ninguno había visto lo mismo que yo.

Suspire dándome por vencida.

- ¿Donde está el telmarino? –le pregunte al tejón, quien parecía ser conocido.

- Ahí –señalaron ambos.

Gire sobre mi eje encontrando a Caspian dormido sobre una cama con su cabeza vendada.

- ¡Ja! Si creí que la situación podía empeorar, el príncipe telmarino pierde el conocimiento.

- ¡Ja! Si creí que la situación podía empeorar, el príncipe telmarino pierde el conocimiento

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NIGHTMARE | P. PEVENSIEUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum