Una chispa

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Por primera vez en mucho tiempo, el sol brillaba aquella mañana en el cielo, algunas nubes maliciosas intentaban ocultar su resplandor, pero los rayos de la antorcha poderosa lograron atravesar aquellas blancas enemigas sin realizar un gran esfuerzo, de esta misma manera, una bella chica rubia, cortaba gruesos trozos de madera, como si fueran de mantequilla; Astrid Hofferson reducía con maestría esos gruesos troncos, que alguna vez, fueron parte de un enorme árbol.

El sudor escurría de la frente de la muchacha, causando que el rostro de esta brille de una manera alucinante. Los vikingos jóvenes que pasaban a su lado no podían evitar admirar la belleza y barbaridad de la muchacha vikinga.

A pesar de que, Astrid ya estaba en edad de contraer matrimonio, nadie se había atrevido a pedir su mano, pero esto realmente no le importaba a la joven, pues sus planes no eran casarse, sus ambiciones eran mucho más grandes, ella no se limitaba a desear encontrar al mejor vikingo, prefería soñar más, pensar en algo más que parir niños fuertes, ella quería luchar, su sueño era ser la mejor guerrera que el mundo haya visto.

—¿Necesitas ayuda con eso preciosa? —preguntó una voz engreída a las espaldas de la muchacha.

Astrid giro levemente la cabeza, para encontrarse con Patán Mocoso, el único en todo el pueblo que se atrevía a decirle preciosa.

—Vete... —dijo ella, para luego clavar el hacha en un trozo de madera.

—¡Oh vamos Astrid! — exclamó Patán, acercándose a la joven —Deja que Patan haga lo suyo —continuó el muchacho, mostrando sus músculos.

Astrid, se giró rápidamente, para quedar cara a cara con el vikingo moreno, la expresión poco amistosa de la rubia, atemorizó a Patán, quien comenzó a retroceder lentamente.

—Escúchame bien idiota, si continúas molestandome juro por Thor que te partiré con esta hacha —Amenazó Astrid, mientras alzaba el hacha que tenía entre sus manos.

Asustado, Patán, trago saliva, y luego se retiró silenciosamente.

Aliviada y sola nuevamente, Astrid continuó con su tarea, pocos eran los troncos que le quedaban por partir, así que pronto se desocuparia y podría realizar su tarea favorita, entrenar.

Unas risas burlescas, sacaron a la joven de sus pensamientos. Motivada por la curiosidad, Astrid miró hacia sus espaldas, para ver qué era lo que causaba la risa de los berkianos madrugadores. Hipo el hijo del jefe, yacía tumbado boca abajo en el suelo, al parecer Patán lo había empujado, el chico castaño llevaba puesta una mochila con metales, razón por la cual la tarea de ponerse de pie le resultaba toda una odisea.

La joven rubia sintió lastima por el chico, las risas insensibles de los berkianos, entraban por sus oídos como un irritante estruendo. Sin pensarlo dos veces, Astrid soltó el hacha, abandonó por un momento su tarea y fue a prestarle ayuda al chico pecoso.

— ¿Estás bien? —preguntó la muchacha, fríamente.

— S... S...i..Si —respondió tartamudeando Hipo, con las mejillas encendidas.

Todos los presentes pararon sus burlas, pues en ese momento fueron testigos de un momento insólito, por primera vez, Astrid, la chica del corazón de hierro, había mostrado misericordia ante la debilidad de un hombre.

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Espero les guste este fic, la verdad no soy muy buena escribiendo romance pero quería intentarlo, bueno este fanfic ocurre antes de la pelicula 1, y también es importante que mencione que, los vikingos y dragones no tienen la misma relación que en la película, ya que, en este fanfic, los vikingos nunca han visto dragones, solo lo consideran una leyenda.
Lamento que este cap sea corto, pero es de prueba, si quieren que continúe, diganlo en los comentarios.
Hasta la próxima!

Corazón de hierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora