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En tus sueños, Niall estaba cantando. No reconocías la canción, pero eso no era inusual; solía escribir tanto que parecía que tarareaba una nueva canción casi todos los días, la mayoría de la veces. Esta es suave y lenta, pero esperanzadora, igual a la forma en la que la mayoría de su música ha sonado últimamente. Tardíamente, en tu sueño, te das cuenta de que ha pasado un tiempo desde que escribió algo melancólico.

Poco a poco, tu sueño comenzó a desvanecerse. Era uno de esos que se te olvida tan pronto como te das cuenta de que estás despertando, dejándote con nada más que un sentimiento y, en esta ocasión, una melodía. Una que todavía podías escuchar, a pesar de que sabías que tu sueño había terminado.

Con los ojos aún cerrados, te estiraste un poco en la cama, estaba fría y había demasiado espacio vacío en donde se supone que Niall había estado acostado cuando se quedaron dormidos, pero no te asustaba. Respiraste y exhalaste profundamente antes de abrir los ojos. Dios, casi habías olvidado lo hermosa que era esa habitación. La luz del sol de verano entraba por las ventanas y atravesaba el marco de la puerta que Niall había dejado entreabierta. Podías escucharlo, en la sala de estar, tocando la guitarra y cantando la misma melodía que habías escuchado en tu sueño. Fuera de la habitación, podías aún escuchar silenciosamente el caos de media mañana después de una boda, pero eso no era nada que te preocupara. Willie y su novia entenderían si tú y Niall llegan un poco tarde para el brunch con la familia. Además, todavía tenían bastante tiempo.

Te estiraste un poco más, analizando los daños: te dolía la cabeza debido a la inevitable resaca, te dolían los pies por haber bailado toda la noche con tacones y te ardió un poco en la parte interna de tus muslos cuando te pusiste de pie, sabías que eso era gracias a Niall y a la manera en la que anoche se había posicionado entre tus piernas y se había puesto a trabajar, pero en general, te sentías bien, no era nada que no pudieras soportar. Las heridas de batalla de una buena noche eran las heridas que no te importaría sufrir.

Niall te había dejado un vaso de agua y unas aspirinas en la mesita de noche, los tomaste antes de ponerte la bata de hotel que descansaba sobre el sofá acolchado en la esquina. Te detuviste junto a la puerta, aún oculta a la vista de Niall y te dedicaste a escuchar. Habían pasado tres años y, a veces, todavía no podías creerte que esto era con lo que despertabas: Niall escribiendo una canción, el sonido de los pájaros cantando afuera, mientras que la mañana irlandesa soplaba una suave brisa por la ventana que dejaron abierta anoche. La noche había sido tranquila, tan cálida, que querías que siempre fueran así.

La puerta crujió un poco cuando la abriste por completo, causando que Niall levantara la vista de su lugar en el sofá, con la guitarra en su regazo y una sonrisa en su rostro. Su cabello estaba desordenado por todos lados y sus ojos se veían tan, tan azules esta mañana, brillando a la luz del sol mientras su piel se veía demasiado suave. Llevaba un pantalón de chándal gris posicionados en la parte baja de sus caderas y no estaba vistiendo ninguna camisa. Y eso te llevó a pensar en lo que había pasado el día anterior: pensaste en su esmoquin de padrino de boda en el altar, y luego, durante la recepción, su saco colgado en el respaldo de su silla, con los primeros cuatro botones de su camisa blanca desabrochados, las mangas enrolladas, su frente con una capa de sudor mientras bailaba animadamente con sus amigos y primos sobre las mesas, después te acercó a él durante los fuegos artificiales, llevando sus labios cerca de tu oído mientras preguntaba cuánto tiempo más tendría que esperar antes de quitarte ese vestido largo de color tinto.

-No te escuché despertar.- Dijo, regresandote al presente. Te estaba mirando atentamente.- ¿Cómo se siente esa cabeza, mm?

Pusiste una mala cara, poniendo un pequeño puchero. -¿Por qué estás tan lejos de mí?

Niall se ríe y sacude la cabeza suavemente mientras envolvías tus brazos alrededor de ti misma. -Sólo son cinco pasos, nena. Ven aquí. ¿Te sientes bien?

Imaginas | NHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora