El Poder de la Tecnologia

941 17 5
                                    

El poder de la Tecnología

 "El conocimiento es poder" Francis Bacón.

El conocimiento es iniciativa de la civilización, lo que ha guiado a la humanidad desde sus inicios al progreso. Si un pueblo no puede adquirir conocimiento no avanza, queda a merced de la ignorancia. Es así como el conocimiento se convirtió en una de los pilares como decía Nelson Mandela “La educación en el conocimiento es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo.” ¿Es esto así?

El ser humano con las diferentes herramientas proporcionadas por la tecnología ha tratado de reemplazar aquellas actividades, que requerían tiempo y esfuerzo, facilitando nuestro bienestar. Este proceso ha llegado a tal punto que nos estamos auto-reemplazando; nuestras comunicaciones ya no son directas, las relaciones humanas se están limitando. ¿Reemplazarnos? ¿O las máquinas nos reemplazan? Yo creo que las supuestas preguntas son ciertas, durante años la tecnología estuvo inmersa en la sociedad, pero esto está cambiando, ahora la sociedad se ha modificado radicalmente por adaptarse a la tecnología.

El crecimiento exponencial de la tecnología en la última década, nos ha llevado a ser personas diferentes. Durante siglos el hombre fabricaba la tecnología, es decir, el conocimiento era transmitido de generación en generación. Actualmente no todos conocemos el procedimiento para crear una calculadora y mucho menos una computadora, el conocimiento ya no es transmitido y, en algunos casos ya, ni el hombre las fabrica, son simplemente procesos creados automáticamente por los mismos procesadores.

El auge de las redes sociales, las comunicaciones, la internacionalización de la información, la digitalización de sistemas de seguridad, de actividades económicas, máquinas volumétricas que son capaces de fabricar un objeto, nos hacen perder contacto con un mundo propio que fue hecho para nosotros, nos dejamos guiar por un mundo digital, la web o informática. Ya no pensamos como antes, inclusive hasta para el razonamiento hay un reemplazo; como ejemplo, una simple suma o nuestra habilidad al realizar un escrito pueden ser relevados.

Simplemente pienso que la tecnología debería ser un medio para alcanzar el progreso, ayudarnos a pensar, no pensar por nosotros, ayudarnos a facilitar nuestro trabajo, no reemplazarnos. La tecnología beneficia a la sociedad siempre y cuando no reemplace aquello que nos hace humanos, debemos aprender de nuestros errores, no dejar que las maquinas los corrijan sin aprenderlos.

Es decir, el hombre durante la historia buscó distintas maneras de simplificar su vida y mejorar métodos que necesariamente debían ser perfeccionados, como por ejemplo el sistema de cocción que tenemos actualmente en nuestros hogares. Nuestra civilización actual es de base tecnológica. No es una civilización basada en lo religioso o filosófico, aunque estos elementos fueron exponentes que definieron muchos estados, como en la edad media. Por eso, el que tiene el control de la tecnología es el que tiene el poder.Lo que me lleva a preguntar ¿quién es realmente quien tiene el poder?

Hay que reconocer que la lucha por el control del conocimiento está en marcha actualmente, en las raíces de una nueva sociedad informatizada, del discernimiento, que estamos construyendo hoy. Pero mientras tanto, se torna necesario preguntarnos qué forjamos con los avances científico-tecnológicos; nos sentimos obligados a preguntarnos ¿quién controla aquellos anticipos, a quién favorecen y qué modelo de sociedades estamos construyendo a partir de ellos?

La misma tecnología que nos facilita la vida es aquella que nos separa. Aquella que es capaz de destruirnos es la que nos cura de las más fatales epidemias.Parece ser que en cada siglo descubrimos nuevas amenazas a la convivencia humana, armas para la guerra, servicios de inteligencia combinados con los de contraespionaje. Muchos avances han beneficiado a la humanidad de manera impresionante; la notable mejora de nuestra calidad de vida, la cura a innumerables enfermedades, y tantos otros logros. Y a la vez esa misma tecnología creó herramientas de destrucción masiva capaces de destruir el mundo en segundos, ¿Cómo es posible que la misma tecnología que nos cura, mejora nuestra vida sea la que nos destruya? Intereses… intereses de aquellas personas que codician el poder y no hablo de individuos sino de sociedades, países, dirigidos por ellos. Es correcto usar herramientas tecnológicas para nuestra protección pero no usar una protección que indirectamente nos destruya.

Durante el siglo XX se comprobaron más teoremas matemáticos que en todo el curso de la historia de la humanidad, y muchos de ellos han encontrado aplicaciones en diferentes campos de la ciencia, desde la informática hasta las humanidades. Durante ese mismo siglo, la ciencia aprendió sobre el funcionamiento del cuerpo humano, la genética y desarrolló la capacidad, hasta ahora inimaginada, de manipular la vida. Nunca el ser humano tuvo semejante capacidad de cálculo, desarrollo científico-técnico y dominio sobre la naturaleza. Sin embargo, jamás estuvo tan al borde de provocar su propia destrucción como en los tiempos que corren. Las armas de destrucción masiva y la imposibilidad de medir las consecuencias del uso indiscriminado de ciertos avances de la ingeniería como la manipulación genética o el desarrollo de la nanotecnología, nos ponen frente a un momento en el cual el ser humano debe necesariamente cuestionar la propia ciencia que produce. Cambiando la idea de que todos los avances son invariablemente positivos y colocarlos en el justo escenario social, político o económico.

Unas preguntas que surgen casi regularmente son ¿quién controla el conocimiento? ¿Quién tiene derecho a decir sí o no a determinados avances? El conocimiento, la cultura, que nos permiten desarrollar avances tecnológicos, son construcciones esencialmente sociales, colectivas. Nadie puede reclamar propiedad ni originalidad. La cultura se construye colectivamente, y de la misma manera se dispersa. Existen hoy las tecnologías y herramientas que permiten comunicarnos, facilitando y fomentando aquella diseminación, pero estos avances, fruto de la revolución tecnológica que vivimos, ponen en jaque un sistema de poder, el poder de controlar lo que las personas leen, escuchan, producen, ven. No podemos negar que en la historia han existido sucesos que provocaron que sociedades enteras se dejaran convencer y sean convencidas de seguir una ideología impuesta por ciertos intereses.

La maquinaria de los medios masivos de comunicación y las industrias que poseen el objetivo de entretener tienen amplia experiencia en establecer agenda y decidir lo que le va a interesar a la opinión pública. Esto es, sin lugar a dudas, fruto de la concentración de medios que se ha venido produciendo en las últimas décadas. La globalización es un hecho que repercute en el poder y la prosperidad que surgen de determinados grupos que han acumulado los conocimientos más valiosos en la identificación y resolución de problemas. Grupos de personas que pueden ser encontrados en cualquier lugar del mundo. Así es como entran en escena los regímenes monopólicos, intereses repartidos y distribuidos por ellos mismos.

El valor central de esta sociedad es la innovación y el conocimiento científico-técnico – nutrido en gran medida de conocimiento tradicional, heredado - y es sobre su control que debatimos hoy en día.

La pregunta que se desprende inmediatamente después de la cuestión del control, es ¿quién tiene derecho a impedir a otros el acceso al conocimiento? Y aquí es donde nos encontramos con algunas discusiones más interesantes y seguramente complejas. ¿Tiene derecho un laboratorio a impedir que un país fabrique drogas que requiere para la salud pública, para detener pandemias o para mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos? ¿Tiene derecho una corporación a impedir que personas no tengan acceso a alimentos ni a productos que son vitales en algunos casos? Es difícil responder a estas preguntas con algo distinto de un atronador “no”. ¿El conocimiento que alguien en el mundo descubre le pertenece? Es diferente a un libro una canción que uno inventa, crea con su imaginación, ¿pero el descubrimiento le pertenece a alguien?...

El mundo se ha sistematizado y lo podemos ver cada día en cada momento: tarjetas magnéticas en colectivos, acceso global desde nuestro celular, redes financieras controlados por supercomputadoras; por ello se crearon sistemas para protegerlas es por ello que los métodos informáticos y la comunicación en red pueden dirigir países enteros, por eso son tan peligrosos los ciber-ataques. Por ejemplo si un hacker, capaz de interrumpir estos sistemas, invade un simple servicio de tarjetas de transporte, caería todo el sistema. La seguridad que los países desarrollan algunas veces puede llegar a controlar y observar esas redes, la consecuencia de estos mecanismos es, por consiguientes, la falta de lo que se conoce como libertad.

La tecnología fue, es y será un factor que estará presente en la humanidad siempre. No debe ser un conocimiento que al curarnos y protegernos nos proporciona destrucción. Como decía Albert Einstein “Cada día sabemos mas y entendemos menos”; no puede ser la tecnología un medio para reemplazar lo que nos hace humanos, razonar, pensar y entender, ni mucho menos despreciar lo que ello conlleva, “Con el poder viene la responsabilidad” dice Immanuel Kant, un poder que debe ser manejado con responsabilidad, La tecnología debe estar al alcance de todos y no del beneficio propio motivado por la avaricia que puede convertirlo en un medio de destrucción conjunta.

La tecnología debe adaptarse a la sociedad no nos adaptemos a ella.

No remplacemos lo que hace al humano lo que es, razonar.

El Poder de la TecnologiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora