32: Segundas Intenciones

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Aída Pierce.

—Esto no es lo que parece— se justificaba Glenn mientras daba pasos hacia atrás, como si se estuviera retractando de lo sucedido. —No le digas a Raymon.

Seguía inmóvil, realmente me había impactado demasiado, nunca lo sospeche o vi venir. Cerré lentamente la boca haciéndole saber al Adamson que no era gran conflicto, de igual manera aterricé mis manos que cubrían mis labios, estaba pasmada. 

Los tres intercambiamos miradas, justo cuando necesitábamos que alguien hablará, Anzel no lo hizo, él es perfecto para los momentos incómodos, pero esta vez simplemente parecía estar desconcertado y al mismo tiempo contento por el pequeño frunce en su sonrisa.

 — Nada de esto paso—  decía Glenn mortificado, como si hubiera cometido el delito mas grande.

— ¿Que quieres decir?—  le preguntó incómodo mi mejor amigo.

— Tú no tienes idea de como es mi familia, soy parte de la realeza, debo ser un ejemplo.

— Esa no es una razón para esconderte, ellos deberán aceptarte, no es nada del otro mundo.—  esta vez hable. La sonrisa que ahorita colgaba en Anzel, se esfumó en cuestión de segundos. — Si se quieren no existirán obstáculos.

  — Ustedes no entienden, no están en mi lugar.

  — Claro que no, pero son tu familia, deberán aceptarte y sino, hay gente que sabe valorarte.— nos detuvimos al ser interrumpidos por la puerta.

  —¿Por que tardan tanto?—  entro Raymon por está y su voz se fue apagando a la vez que nos miraba a los tres con desconcierto.

 — Tú hermano es un cobarde—  Anzel salió agresivamente y con un gesto de desagrado.

Raymon frunció el entrecejo e inmediatamente intercambio miradas conmigo para después voltear a ver a Glenn que rodeaba los ojos, estaba molesto y a la vez incómodo, se notaba enseguida por sus ojos caídos, sus dientes titubeando, solo esperando que dirá su hermano.

 — ¿De que está hablando?—  nos pregunto a ambos refiriéndose a lo que había comentado mi amigo.

  — No es nada..—  dije mientras tomaba su mano. — Ya sabes como es Anzel, explota fácilmente.

 —Pero cuando lo hace dice la verdad— arqueo una ceja.

  — No te incumbe— expresó Glenn para después intentar salir de la habitación, pero justo antes Raymon lo detuvo.   

  — Claro que me incumbe, eres mi hermano—  lo miro desafiante mientras lo tomaba fuertemente del brazo.

— Soy bisexual.—  declaró firmemente y rápidamente se zafó del agarre de Raymon​, donde más que enojado salió de la habitación, haciendo aun lado a cualquiera que le obstruyera el paso.

Miré a mi pareja y este tenía la boca abierta, justo como yo la habia puesto en el momento cuando me enteré.

  — Esta bien, no pasa nada—  se repetía constantemente, como si se estuviera convenciendo del hecho. 

  — No cambia nada, ¿verdad?— cuestioné.

  — Es mi hermano, siempre lo apoyaré.

Entrelazó sus dedos con los míos y apenas nos íbamos a marchar de la mansión, pero uno de su familia nos detuvo.

Raymon frunció el ceño y esperó a que esté dijera algo.

—La Reina no quiere que dejen Italia.

Mi pareja arqueó la ceja.

—¿Por qué?— preguntó firme y con su voz ronca.

—Mañana habrá una reunión, todos los vampiros del mundo serán invitados, y tú madre aprovechará para presentar a Aída como una Adamson.

Inmortales I: Prisionera Donde viven las historias. Descúbrelo ahora