EL DIABLO UNA VEZ SE ENAMORÓ

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Después de que Britney diese el pronóstico de Clarke tras duras horas de espera, Alycia esquivó las miradas de los presentes y se dirigió ignorando a su madre que alzó la voz llamándola, a la habitación de su padre. Abrió la puerta con sigilo y se lo encontró leyendo ZODIAC   un libro que relataba los actos de un asesino en serie del Norte de California cuya identidad nunca fue descubierta, muy concentrado ajeno a lo que sucedía en su alrededor.

-Debió de sentirse como un Dios, ver sus ''obras'' publicadas en un libro.-Su neutral voz llama la atención de su padre.

-Ya se sentía como tal, mataba y nunca fue condenado por sus atrocidades, era un hombre listo a pesar de su mente destorcida y psicópata.-Comenta Daniel cerrando su libro y dejándolo en la mesilla de noche junto a sus gafas.-¿Quieres hablar de lo que sucede?-Pregunta al ver los ojos de su hija, no lloraban, pero tampoco hacía falta lágrimas para saber que algo no iba bien.

-¿Puedo tumbarme contigo?-Rebatió con otra pregunta quitándose su chaqueta americana y dejándola en un sillón acolchado.

-Claro hija.-Se hizo a un lado, con cuidado para no quitarse la aguja que estaba conectado a su brazo y a una bolsa de suero. Alycia se acerca y se tumba en el lado derecho abrazando la cintura de su padre en el proceso, sus ojos comenzaba a escocerle y por primera vez en su vida, se derrumbó sintiéndose pequeña, vulnerable ante su padre que acariciaba su pelo en forma de apoyo, de consuelo sin saber el motivo de esa decaída que comenzaba a preocuparle.

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Pasó su mirada de la ventana iluminada por la la luz artificial a su reloj de muñeca, marcaban las diez de la noche, no volvió a ver a Alycia tampoco la buscó, darle tiempo y espacio era lo mejor que podría hacer por ella, pero sí consiguió ver a su mejor amiga, el corazón se le oprimió un poco al observar los innumerables cables que estaba conectado a su cuerpo totalmente inconsciente, los latidos de su corazón que marcaban el cardiograma eran acompañados por el incómodo sonido de la máquina respiratoria que conseguía ponerle los pelos de punta. Entabló una pequeña conversación con Abby y Richard, acabando por ofrecerse a quedarse con Lexa esa noche dado que tanto el novio de Clarke como su madre, no se encontraban en su mejor estado para esquivar preguntas que la pequeña posiblemente haría respecto a su progenitora. Respiró profundo y salió de su coche caminando con paso firme hasta la puerta de la casa de Octavia, tocó el timbre y apretó mandíbula cuando lo vió.

-Apártate, vengo a por Lexa.-Su tono era serio y autoritario, lo que menos quería en ese momento era un enfrentamiento.

-Raven...

-Mira Ricky, ahórrate las mierdas que tengas pensado decirme, no vengo a que me des el coñazo de que has cometido un puto error para que me calle la boca. Ahora apártate de una buena vez si no quieres que me rompa la mano en tu jeto.-Se encontraba irritada ante la presencia de aquel que un día llegó a ser amigo y tampoco tenía la cabeza como para tener compasión con cada palabra que su boca pronunciaba.

-Siento mucho lo de Clarke.-Terminó diciendo el chico echándose a un lado de la puerta para que la latina entrase al interior de la vivienda. Raven efectivamente pasó de largo sin contestar aquel comentario y se dirigió a la cocina sabiendo por adelantado que allí se encontraría a su amiga con una taza de cualquier líquido entre sus manos, la conocía demasiado.

-Hola...-Susurró Octavia dejando su taza encima de la mesa.

-¿Dónde está?-Preguntó por la pequeña de manera directa.

-Está dormida en la habitación de invitados, la entretuve bastante durante el día y como era de esperar, preguntó por Clarke.-Tomó una respiración profunda, le costaba horrores asimilar toda la situación a pesar de saber que Clarke estaba estable, pero no fuera de peligro.-No insistió demasiado, ya sabes, es una niña y se le puede engañar con facilidad, pero tampoco se le puede ocultar el estado de su madre durante tanto tiempo.

QUÉDATE CONMIGO 2.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora