27. Vete al infierno

1.5K 137 20
                                    

"Así que te corté, no necesito tu amor"

IDGAF/Dua Lipa

•••

Llegó el viernes, y pude ver a mi hermano desde otro ángulo, con una paz interna que se podía distinguir a distancia. Un aura de tranquilidad lo envolvió, y a la vez, me inundó a mí, llenando un agujero que se había formado en mi alma el día en que se marchó. Ya con las cosas aclaradas y sabidas, me dormí tan profundo que ni me dio tiempo para ir al baño en la noche. Sí, tengo la maldición de despertarme a las cinco de la mañana para hacer del número uno.

Al despertarme, un ardiente sol adornaba el cielo, que estaba completamente despejado, sin ni una nube en él. Me vestí de lo más normal, y al bajar, me sorprendí al ver el desayuno preparado y servido en la mesa del comedor. Dirigí mi mirada a la cocina, y ahí se encontraba Cole, cocinando quién sabe qué.

—¿Tengo que prepararme para el Apocalipsis? ¿Los zombis ya vienen? —pregunté burlesca, e impresionada, cabe decir.

Rio. —Solo siéntate y disfrútalo.

Le hice caso, y me acomodé frente a un gran plato de donas glaseadas. Las miré con la boca abierta.

—¿Cuándo fuiste al supermercado?

—Aunque no lo creas, me desperté muy temprano por la mañana y fui a comprar comida para llenar el refrigerador y la alacena —explicó mientras se sentaba frente a mí con un plato con galletas de mantequilla, también glaseadas.

—¿Qué hiciste con Cole? —me llevé una galletita a la boca y la saboreé. Deliciosa.

Sonrió. —Anoche me quedé pensando, y pues, necesito remediar el tiempo perdido.

—Oye, en serio, no es necesario que te levantes a las cinco de la madrugada para prepararme un desayuno —dije, y tomé su mano por encima de la mesa—. Con ya estar contigo me sobra y basta.

Asintió, y volvió a elevar las comisuras de sus labios en dirección al cielo. Y bastaron segundos para que Claude bajase corriendo las escaleras hasta deparar donde nos encontrábamos.

—¿Por qué nadie me despertó? —exigió saber. Tenía el cabello revuelto, clara señal de que ni se molestó en arreglarse.

—Se llama "Tiempo de calidad entre hermanos", Claude, y era algo que necesitábamos —señaló Cole.

—Entiendo... —Asintió— ¡A comer!

Se sentó a la velocidad de la luz, y se metió una dona entera a la boca.

—¡Come bien, hombre! —lo regañó mi mellizo— No vivimos en un zoológico.

—Soy una persona libre de hacer lo que quiera —habló con la boca llena. Ahora que lo veo, parece una ardilla cachetona.

—Se llama educación —mencioné—, y las personas libres deben de seguirla.

Terminamos de desayunar, y nos fuimos a la secundaria. Cerca de las taquillas nos estaban esperando los chicos. Al llegar, Sam, impresionantemente, me saludó con un corto beso en los labios. ¡Los labios! No pude evitar sonrojarme. Hablamos un rato de lo más normal, cuando de repente en mi campo de visión apareció Savannah. Y no era la Savannah que conocí hace unos meses. Su diminuta y ajustada ropa fue remplazada por un jean claro rasgado, un top blanco que le quedaba de maravilla, y unas sandalias de cuero con plataforma.

Buscando la felicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora