Capítulo 2: ¿Me parece o se sonroja?

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Vladimir

No puedo dejar de reírme, pero es que su expresión es tan graciosa. Tengo frente a mí a una mujer desnuda, tratando de cubrirse sus partes importantes con sus pequeños brazos, todo porque se asustó cuando le hablé. 

He visto mujeres embobarse ante mí, a otras las he escuchado tartamudear, pero nunca se habían desnudado solo con oírme.

Ya, pensándolo en serio ¿Qué hace una mujer desnuda en esta parte del casino?

—Idiota... —murmura en voz muy baja para que yo no la escuche, supongo. Pero claro que lo he hecho; seré idiota, pero no sordo—. ¿Puede alcanzarme la toalla, por favor?

Busco el trozo de tela al que llama toalla y se lo paso. Me giro para que se pueda acomodar con tranquilidad, sin sentirse más intimidada.

—¿Puedo saber qué le pasó? —pregunto.

—Me jugaron una broma.

—Si quiere le consigo ropa...

—Ah... pues... no quisiera molestar a nadie, pero ¿puede prestarme su teléfono?

Saco mi celular del bolsillo de mi chaqueta  y estiro mi mano hacia atrás, tratando de no mirarla.

Después de un momento, la mujer empieza a hablar. Al parecer, llama a una amiga y le pide que le traiga sus cosas.

—...pero no tengo ni idea dónde estoy...

—En el San Alejo del casino —la interrumpo para que le explique a su interlocutor.

—¿El qué? No, amiga, estoy hablando con alguien acá.

Me giro y, con delicadeza, le quito el teléfono de sus manos y comienzo a hablar.

—Yo puedo traerle la ropa a su amiga, dígame dónde nos vemos... okay, mi nombre es Vladimir, estoy vestido de negro... listo, en diez minutos en la recepción del hotel. Adiós.

Cuelgo y vuelvo a guardar mi teléfono. Me da mucho pesar ver a esta pobre mujer así, tiritando de frío medio desnuda, entonces le ofrezco mi chaqueta de cuero. La mujer posa sus grandes y vivaces ojos en mí.

—No es necesario, gracias —responde un poco indignada; aún estará molesta por la forma en la que me reí.

—No es molestia. Es... preocupación. Se puede resfriar, además así no tendrá que tratar de taparse lo que, claramente, no alcanza.

Me lanza una mirada asesina y yo le devuelvo una sonrisa; hay que relajar un poco el ambiente.

Al final acepta. Me quito la chaqueta y la pongo sobre sus hombros. Ella toma los bordes y se cubre el cuerpazo que tiene, y que no pasa desapercibido.

—Loreta —dice estirando la mano para presentarse.

—Vladimir Ventura. —Extiendo mi mano y se la estrecho.

—¿Chaqueta de cuero en Cali? ¿Está enfermo o algo así?

—No, solo me gusta usarla. Además el aire del casino es fuerte, y yo paso mucho tiempo ahí.

—¿Trabaja ahí?

—Se podría decir eso. —A decir verdad, me considero un jugador profesional, ya me siento como un empleado más.

Mi celular vibra y recibo un mensaje de un número desconocido.

3157489675:

Soy Luisa, la amiga de la desnuda. Ya estoy en recepción.

De buenas en el juego (GRATIS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora